A LAS PUERTAS DEL CIELO

Antonio José Puerta Pérez falleció a los 22 años el mediodía del pasado martes fruto de varias paradas cardiorrespiratorias derivadas de un fallo cardiaco sufrido el sábado en un encuentro de liga

Antonio Blanca

Como un mazazo en lo más hondo del alma, como un desgarro en las entrañas, la noticia del martes conmocionó, nos golpeó duramente a todos, al Sevilla, a la familia de Puerta (su mujer espera a una niña para dentro de un mes y medio), a un vestuario que estará roto y que tardará en volver a tomarle el pulso a la vida futbolística, al fútbol español y por ende al fútbol mundial. Antonio Puerta, el ‘16’ del Sevilla, se nos iba, la vida se le escapaba por una maldita “muerte súbita” una noche de agosto en su casa, su estadio, su barrio, Nervión. Su corazón, ese noble músculo que tenía cargado de toda humanidad, quiso fallarle, arrebatarle el aliento, y como una macabra broma del destino, se lo llevó para siempre el 28 de agosto.

Puerta murió con las botas puestas, con la casaca de guerrero sevillista, con su camiseta blanca, en su césped del Pizjuán, el estadio que una mágica noche de Feria de Abril le encumbró como héroe, y que un año y medio después le paró el corazón, dándole un halo de 56 horas de esperanza y que finalmente deparó la mala nueva.

El cruel destino, quiso cortar una gran proyección de futuro de futbolista, el Madrid y el Chelsea ya le habían tentado, pero fiel a su corazón (maldito que le falló) sevillista, quiso quedarse en el que siempre fue su hogar, el que le vio crecer en el deporte del balón, y el que le vio pasar de niño a hombre, siempre con el escudo de su Sevilla grabado en su mente, su corazón, en definitiva su alma.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y ninguno la queríamos perder, pero por duro que suene, el fatal desenlace era cuestión de horas, desgraciadamente. Se desvaneció en medio del Pizjuán, justo en la misma área donde marcó su gran gol frente al Schalke 04, ese gol que le hizo acreedor a rey del sevillismo, y ese tanto que cambió la historia del Sevilla.

Puerta vivió los 5 títulos de este gran Sevilla, que el viernes debe tributarle el sexto, porque aunque el nervionense ya no esté entre sus compañeros, seguro que desde el cielo estará observando a sus compañeros, y animándoles con ahínco para lograr vencer al Milán y ofrecerle como tributo esa victoria, la sexta copa que si se consigue debiera constar en el palmarés de Puerta, un palmarés tan intenso y brillante, como su corta vida futbolística.

Antonio Puerta desgraciadamente ya no volverá a galopar, a desbordar ni a centrar por esa banda izquierda, pero para el recuerdo quedarán sus pases, sus goles, sus hitos para contribuir a engrandecer al Sevilla, para dejar de ser cuerpo y convertirse en leyenda, en mito. Como la letra del himno del centenario de su querido Sevilla dice, “sevillista seré hasta la muerte”, así fue Puerta, un sevillista eterno, un ejemplo de sevillanía y de Sevilla, y la Giralda presumirá orgullosa sin dudas por haber podido gozar de tal jugador, la “zurda de diamante”, inscribiendo son letras de oro su nombre en la historia del fútbol, y que desde el martes, entró por la puerta grande del cielo, cuando Dios se lo llevó de la tierra, pagando cláusula de rescisión de estrella. Allá donde quiera que estés Puerta, gracias por haber sido como has sido(aún recuerdo sus palabras cuando pudo entrevistarle en un par de ocasiones, sencillamente un tipo genial como pocos) un grande. Descanse en paz.