Fue el 6 de febrero de 1958. Aunque en la actualidad nos cueste trabajo ponernos en esa situación, hace cincuenta años, en Manchester, no era tan sencillo saber qué estaba ocurriendo en los hospitales de Munich. Un avión Elizabethean de la compañía BEA que transportaba al Manchester United desde Belgrado acababa de estrellarse en el aeropuerto alemán al tercer intento de despegue en un lúgubre día invernal. No todos los pasajeros sobrevivieron.
Al día siguiente, viernes, la ciudad inglesa era un hervidero de rumores y especulaciones sobre la identidad de los fallecidos. Sólo habían pasado trece años desde el final de
El equipo regresaba de Belgrado, donde había empatado a tres goles y se había clasificado para las semifinales de
El accidente destrozó de manera abrupta todo eso. Fallecieron ocho futbolistas, junto con dieciséis personas más entre directivos, técnicos y periodistas. Los nombres de los jugadores, Tommy Taylor, Roger Byrne, Eddie Colman, David Pegg, Liam Whelan, Geoff Bent y Mark Jones. Duncan Edwards, el chaval con más talento que ha dado Inglaterra según todos quiénes le vieron jugar, luchó durante casi dos semanas por su vida antes de morir, a los 21 años, preocupado por la hora a la que tenía que jugarse el siguiente partido.
La proyección del United por entonces no era la del gigante en que se ha convertido el club, el mejor ejemplo en el siglo de XXI de conjunción entre deporte y negocio. Habían ganado la liga en 1956, con una media de edad de 22 años, y fueron subcampeones al año siguiente. En el 58, Duncan Edwards era casi un crío pero maravillaba, "Bobby" Charlton ya estaba en el equipo, apenas 18 años, en el extremo izquierdo. Tommy Taylor se ocupaba de los goles. Aquel año iba a ser la consagración, el inicio de una dinastía sobre todo con miras a Europa, donde
Tras el fin del conflicto bélico, Matt Busby, un testarudo y optimista escocés, fue nombrado manager, y llevó casi hasta las últimas consecuencias una idea: el equipo lo formarían en la medida de lo posible juveniles de la cantera, gente de la casa. Comenzaba el mito de los "Busby Boys". La tragedia convirtió en aquel equipo en una leyenda, ya resultaría imposible derrotarles. Los supervivientes y los suplentes incluso ganaron la ida al Milán de las semifinales europeas. Luego fueron goleados en Italia, ganaron un sólo partido más de liga para terminar novenos, y perdieron la final de
Charlton, ya con su imparable calvicie producto seguramente del “shock” aéreo, y Foulkes, con la fe de Busby, capitanearon la resurrección del club. Con la inestimable ayuda de Denis Law y George Best, sólo cinco años más tarde ganaban
El Manchester United y su gente adquirieron aquellos años una sensación de grandeza que ya no les ha abandonado hasta nuestros días. Orgullosos, tanto de su pasado como de su presente, y con un futuro inmejorable. Para aquellos chavales despreocupados que intentaban revolucionar un deporte llamado fútbol en los años 50, deben saber que aunque suene dramático y exagerado cuando realmente hablamos sólo del fútbol, sus muertes no fueron en vano. Los goles de Hughes, las hazañas de Cantona, los títulos de Ferguson, el compromiso de Robson, el liderazgo de Keane, las trayectorias de Giggs y Scholes o el futuro de Rooney seguramente no hubieran existido sin su inspiración y recuerdo, el de los inmortales “Busby Boys”.
1 comentario:
Gracias x contar esta historia. Tuvo que ser mu fuerte vivir auqello y mas ser un jugador del manchester. No m imagino la conmocion que ahora causaria un accidente asi.
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