CALDERON Y LAPORTA O LA VERSION HORRENDA DE LA EXTRAÑA PAREJA

Los máximos mandatarios de Real Madrid y Barcelona afrontan otro gran clásico con la mirada puesta en sus frases lapidarias

Antonio Blanca

Ahora, en estas fechas tan entrañables, navideñas, donde todo el mundo mira por la felicidad ajena, por ser solidario, por disfrutar y hacer disfrutar, aparecen en la semana del Barça-Madrid sus presidentes, Joan Laporta y Ramón Calderón, que afrontan otro derbi más, y éste se disputará a un día de la Nochebuena, de comerse el pavo, de cenar en familia y tendrán que tomar precauciones, pues puede ser que a uno de los dos se le indigeste la cena.

Y es que ambos mandatarios son tal para cual, cada vez que hablan sube el pan. El culé con sus guerras nacionalistas, es vergonzoso que la mitad de la recaudación del partido del domingo se destine para promocionar la lengua catalana, ¿qué pensarán los aficionados blaugranas de Badajoz, Jaén, Zamora o Alcorcón, por poner un ejemplo? Con esa eterna discriminación que se empeña en realizar Laporta, le está restando universalidad y expansión al Barcelona. El club de la ciudad condal no sólo se debe a Cataluña, por más que le pese a su presidente, se debe a los cientos de miles de aficionados que tiene en la piel de toro y más allá de sus fronteras, pero como hemos visto, esto le importa bien poco a Joan, que cuando se le ocurre sale y se mete con las selecciones, sus propios jugadores le corrigen o pasan de sus advertencias, o sale y exige la creación de una República independiente de Barcelona, ¿cuántas tonterías por intervención puede realizar Laporta? Si bien, no se nos debe olvidar que de vez en cuando le da por hacer un numerito, un “show”, y se queda en calzoncillos en un aeropuerto, porque considera que la Guardia Civil no le da el trato que se merece. Un sainete este presidente del Barcelona, que tiene más preocupaciones políticas que deportivas, y así le está yendo a su equipo.

La última de Laporta, es no permitir a dos de sus jugadores, que asistan esta noche al partido contra la malaria que se juega en el Madrid Arena, Eto’o e Iniesta estaban dispuestos a ir a colaborar con este fin tan digno y magno, pero Joan Laporta se ha opuesto. Ver para creer, que el presidente del Barcelona, que paga a la ONU por lucir UNICEF en sus camisetas, por ser solidarios, prohíba ahora a sus jugadores no ir a ayudar, será que él no tiene malaria y por eso no se da por aludido. Pero si este asunto es grave, no lo es menos, su falta de educación, su miserable comportamiento, puesto que uno de los organizadores del choque, Iker Casillas, insignia del Real Madrid y capitán de la selección española (esa que tanta alergia le produce a Laporta, pero de la que sin embargo es directivo y cobra), le llama por cuatro veces y no es que no le responda, sino que no tiene ni el detalle honroso de devolverle la llamada, y explicarle las causas o razones de porque no deja a Eto’o e Iniesta participar en el partido de esta noche. Debe estar muy ocupado el presidente catalán en otros quehaceres que para tener la vergüenza de hablar con Casillas, y eso que es por teléfono y no tiene ni que mirarle a los ojos, que ahí seguro que se le caían los pantalones, pero de miedo no de chulería y despotismo.

Lo de Calderón es también para echarse a correr y volverse loco. Ahora sale el presidente merengue diciendo que Kaká no tiene sitio en el Madrid de ahora. Que le pregunten a Schuster si el brasileño tendría sitio o no.

Recuerdan cuando en plena campaña electoral a la presidencia de la Casa Blanca, Calderón dijo eso de prometo que Kaká jugará en el Real Madrid porque es el mejor del mundo. Pues eso, ahora que todo el mundo reconoce a Kaká como tal, ganador del Balón de Oro, del FIFA World Player, del Mundialito de clubes, de la Champions y de la Supercopa de Europa, sale Ramón Calderón y dice que el ‘21’ del Milán no tiene sitio en el Real aunque suene a arrogancia. No suena a arrogancia, es una supina idiotez como las muchas y solemnes burradas a las que nos tiene habituados Calderón, que por otra parte no es de extrañar de un mentiroso patológico como el presidente del Madrid, que engaña a su masa social para llegar a la cúspide blanca, y que en un foro universitario es cazado poniendo a parir a media plantilla, la que después fue campeona de la trigésima liga.

Pero es que Ramón es un tipo “sui generis”, capaz de perder el trasero por un entrenador, Fabio Capello, y luego, tras haberlo echado pagándole una millonada (lo firmó para tres años), rajar de él cada vez que tiene la ocasión.

Ahora el presidente madridista pierde el corazón por Ángel Villar, ese sujeto que tanto “cariño” le tiene al club que él regenta y del que no se sabe porque causa quiere ser su “amiguito”. Lo dicho, de locos.

Como dos gotas de agua, tal para cual son Joan Laporta y Ramón Calderón, dos señores que han llegado muy alto a costa de que las respectivas presidencias de sus equipos hayan caído muy bajo. A los dos les queda el traje bien grande, no merecen el puesto que ocupan.