jueves, 29 de marzo de 2012

CLÁSICOS EN LAS SEMIFINALES

El Madrid venció al Apoel por 0-3 y espera al Bayern de Múnich en “semis”, por su parte el Barça empató en San Siro y esperará al Camp Nou para certificar el pase

Antonio Blanca

Hasta que no se jueguen los noventa minutos de la vuelta de los cuartos de final no es posible decir cuál será el cuadro definitivo de la Champions League de la que saldrá la final del 19 de mayo. Sí y vistos los resultados de este martes y miércoles podemos aventurar cuales serán las semifinales dentro de quince días. Las previsibles. Esta vez no cabrán sorpresas. Tres de los cuatro favoritos ya las están acariciando, el Madrid quizás ya con pie y medio, el Bayern de Múnich también y le cita para revivir uno de esos duelos de comienzo de siglo que rayaron a gran emotividad y nivel. Por la otra parte del árbol de emparejamientos el Chelsea debe certificar y hacer buena en Londres su victoria ante el Benfica, y el Barça se encomendará al Camp Nou y a la buena puntería para meterse por quinto año consecutivo entre los cuatro mejores equipos de Europa. El Milán de Ibrahimovic intentará fastidiárselo.

El martes en Chipre el Madrid jugó medio al ralentí ante un rival clarísimamente inferior. Los de “Mou” guardaron fuerzas para los trascendentales envites ligueros de Semana Santa, y con una goleada a domicilio, 0-3, podrá reservar a piezas claves el próximo miércoles para encarar el choque ante el Valencia del Domingo de Resurrección. Fue y es una eliminatoria muy previsible, inclinada del lado merengue desde que las bolas vieron la luz en el sorteo. Los jugadores del Apoel no tiraron entre los tres palos de Casillas ni una sola vez. Al Madrid se le atragantó el gol, porque dominó todos los frentes del campo. Sahin estuvo aceptable y si el turco tiene continuidad puede ser ese jugador que se fichó. Benzema anduvo fallón e Higuaín desconcertado y desaparecido. Mourinho que veía la superioridad que el marcador no reflejaba hizo dos sustituciones y le cambió la cara al partido. Marcelo y Kaká brillaron y le dieron al Real el triunfo, válido para poner un pie y medio por no decir los dos en semifinales.

Un partido como la copa de un pino. Soberbio, como un bouquet de un vino tinto reserva del 94. Milán y Barcelona tributaron un monumento al fútbol. Cada uno en su estilo. El líder del calcio defendiéndose y contragolpeando, los de Guardiola gustándose, tocando y tocando, fallando y fallando. Increíble que el choque acabara en tablas sin goles. El Barça acabó quejándose del arbitraje y del campo. De lo primero tiene razones, dos penaltis no pitados, uno dudoso, el otro claro. Del campo… huele más a sabor amargo por no poder haber marcado y resuelto el partido que a una negativa influencia del césped sobre el juego del equipo culé. Todo queda a expensas del Martes Santo, cuando se volverán a cruzar el Barcelona y el Milán, lo normal que los de Pep Guardiola se metan en “semis”, la sorpresa (si es que venza una eliminatoria un siete veces campeón de Europa pudiera asía catalogarse) que los rossoneros jugaran ante el Chelsea, todo ello previsiblemente.