José Antonio Moya
El juez Ruz ve elementos suficientes
para investigar el caso Neymar por “apropiación indebida” y “simulación
contractual”. En principio, el ya expresidente del Barcelona Sandro
Rosell aseguró que el fichaje había costado
57 millones de euros,
mientras que a Florentino Pérez, el Santos, el equipo brasileño en el
que militaba el jugador, le pedía supuestamente más de 100 millones por
el traspaso. De ahí, que el Real Madrid desistiera. Pero la sospecha era
más que fundada. ¿Por qué?
¿Por qué iba a fichar el astro argentino por la mitad de precio? Había gato encerrado. De ahí que el juez Ruz ande como loco buscando esos más de 40 millones de diferencia. Pero, como es lógico, quiere llegar hasta el final y lo que quiere saber es quién se llevó esa suculenta diferencia.
El entorno de Rosell apunta que fue el padre de Neymar, o la sociedad que comparte con su hijo, la que se llevó esa cantidad. Pero otras fuentes apuntan a que el propio Rosell se llevó un sabroso pellizco del traspaso. Y esa es la cuestión.
Parece evidente, como alega el juez Ruz, que hay una “simulación contractual”; esto es, que esos más de 40 millones se quedaron en el camino. O, mejor en el bolsillo o los bolsillos de alguien. El hecho de que Rosell haya dimitido con tanta celeridad es todo un síntoma. O lo hizo para quitarse de en medio o se llevó su correspondiente y fraudulenta comisión.
El tiempo de la Justicia es lento, pero implacable. Y, a buen seguro que tarde o temprano se sabrá quién se embolsó esos más de 40 millones de euros por la puerta de atrás.