El propietario del Real Betis, Manuel Ruiz de Lopera negocia una posible venta con un multimillonario jeque árabe
Antonio Blanca
Tal como se está filtrando la posible venta del Betis, da la impresión de que más que la venta de un club de fútbol puede que tienda a una operación de reconquista de tierras perdidas siglos atrás. La entrada en escena de ese jeque de edad provecta bajo la premisa de su atracción por Al Andalus aparenta ser más la reaparición de Tarik y Muza que la simple venta de un equipo deportivo. Club de fútbol andalusí, por supuesto, que en la primera entrega de la noticia se destacaba que los árabes ya se fijan en España, como si hubieran dejado de fijarse algún día desde que Fernando III, aquel gran bético, los echó de Sevilla.
Curiosa cuestión, sobre todo por la forma en que se explica en algunas trincheras y por la familiaridad que rezuman algunos trabajos periodísticos respecto al jeque. Incluso en alguna radio se referían a él como si fuese un conocido de toda la vida. El jeque Humaid Ben Rashid al Nuaimi (vaya nombre, “Paco” suena mejor) debe ser un personaje fantástico por su buen gusto al elegir club, un club que, por lo pronto, lleva el verde omeya grabado en el alma. Y esto es como si la mitad del camino hacia la reconquista estuviese andado, que de aquí a que se haga con el Oviedo, que debe ser el equipo por el que don Pelayo bebiese los vientos, no hay por qué esperar a los ocho siglos que duró el camino de vuelta.
En fin que ahora que el Betis necesita de todos sus miembros para que remen en la misma dirección resulta que surge una maniobra de distracción. Un jeque que va a soltar noventa millones por lo que apenas pasó de tres hace casi diecisiete años es un buen negocio y nadie podrá poner en duda que don “Manué” es un gran negociante. Además sirve para que Luis Castel deje de revolotear sobre la vertical de un Betis por el que hace unos meses pedían treinta millones menos de lo que ofrece el jeque. Por cierto y si se le olvida a alguno de los que manejan la barca, el domingo, festividad de San Octaviano, a eso de las cinco de la tarde en Riazor, el Betis se juega algo, ¿o mucho? Y no es su venta en Londres.