Antonio Blanca
Tendrá Europa y la UEFA la final soñada. La más querida por todos. La que enfrentará a los en teoría y demostradamente en la práctica, dos mejores equipos del mundo, con los dos mejores jugadores que a día de hoy hay sobre la faz de la tierra. Messi contra Cristiano. O lo que es lo mismo Barcelona contra Manchester United. Los culés buscando su tercera Copa de Europa, los “red devils” de Ferguson su cuarto entorchado, el segundo de manera consecutiva. La ciudad del coliseo dentro de 20 días dictará sentencia, el pulgar quedará abajo para uno, y arriba, bendecido en el paraíso del éxito para otro.
Semifinales de distinto sino. El United con un Ronaldo espectacular dio todo un repaso futbolístico al Arsenal. 1-0 corto en la ida, 1-3 en la vuelta que también pudieron ser más. Con un fútbol portentoso, mezcla directa de potencia, velocidad y estilismo los de Manchester se han colado por segunda temporada en la gran final, espectáculo al que todos los equipos quieren acceder, tan sólo dos tienen tal privilegio y al final uno de ellos será el que grabe con oro su nombre en la historia.
El Barcelona sufrió lo indecible en Londres anoche. Tanto que el gol de Iniesta en los compases finales del choque pudo suponer algo cuasi orgásmico. Un golazo por toda la escuadra del para mí hoy mejor jugador del equipo de Guardiola, tras aprovechar el único fallo de la zaga “blue” en lo que fue el único disparo entre los tres palos del Barça. Mucho dominio, mucho toque, pero el conjunto catalán no supo romper la férrea y marcial defensa planteada por Hiddink, y vio como al tempranero golazo de Essien pudieron sumarse más si Drogba hubiera finiquitado correctamente las mortales contras del Chelsea. Equipo inglés al que se le resiste esta competición. Anoche y las cosas tal y como son, aunque el clasificado sea el Barça, un club español, que puede aspirar con el gol de Iniesta a un triplete que se les iba, debe estarle eternamente agradecido al árbitro noruego Hennigs, que al menos no le pitó al equipo londinense dos claros penaltis, y otros dos discutibles. Lógica la indignación y el enfado monumental de la grada y los jugadores locales. Fue un hurto a gran escala, que lo vio toda Europa. Por fútbol, mejor jugó el Barcelona, por trabajo y legalidad, quien debería estar en Roma es el Chelsea, pero… otro año más la guinda del pastel no la podrán colocar.