Venció el Inter de Milán al Barcelona en las semifinales de la Champions League y viajará a la final de Madrid
Antonio Blanca
Por “h” o por “b”, por designios caprichosos del destino, la palabra Madrid, el Real Madrid, siempre está presente en los conflictos culés. En esta ocasión porque la final de la Copa de Europa se juega el 22 de mayo en su campo, el Santiago Bernabéu, y producía bastante morbo ver jugar a los de Guardiola una final en el campo del eterno rival, producía sarpullido a los madridistas pensar en una hipotética victoria culé, una vuelta de honor con la “orejuda” por su césped, y una posible celebración en la diosa Cibeles. Ayer gran parte de la afición blanca suspiró de alivio cuando se pitó el final del partido.
Presa de la presión, de la ansiedad, el Barça no fue el de las grandes ocasiones, la campaña de remontada, en un principio dirigida con sentido, lo perdió cuando se intentó convertir en una guerra contra José Mourinho, que encontró a su aliado perfecto en Luis Figo, ex del Barcelona, traidor para la masa social blaugrana, blanco de las iras de la afición. La campaña derivó hacia el odio y rencillas personales con “Mou” y Figo, olvidándose de lo importante, remontar el 3-1 de San Siro. Los jugadores de Guardiola asediaron anoche a Julio César, porterazo. Pero no encontraron gol, salvo uno de Piqué en fuera de juego que no debió contar. Fue en los compases finales del choque, agonizando cuando más tiraron a la puerta italiana, y eso que el Inter jugó con un hombre menos durante una hora, por culpa de Motta, que fue expulsado justamente por un error infantil.
Tal vez Mourinho, que le ha ganado en la pizarra a Guardiola tanto en Milán como en Barcelona llevaba razón cuando dijo que el Barça quería más llegar a la final del Bernabéu por ser territorio merengue que por jugar su segunda final de la máxima competición de manera consecutiva. El Inter que realizó un gran partido de ida, ayer tejió una tela de araña infranqueable, recuerdo que el gol no debió ser gol, por mucha maravilla de gol de Piqué fuese. Los defensas italianos se emplearon a fondo, los medios minaron a Xavi y Messi y Eto’o se vacío ante su ex equipo en la presión. Al final del partido buen comportamiento de la afición culé, penoso de la parte institucional, quedando a los ojos del mundo como un equipo que no sabe perder, aguando nunca mejor dicho la celebración del equipo “neoazzurro” enchufando los aspersores del Camp Nou para echarles de allí. Quien orquestó aquello hoy debiera estar de patitas en la calle. No pasará.
Gran planteamiento estratégico de Mourinho, que desgraciadamente renunció a la pelota, se la dio al Barça, rehusó el toque por el músculo. Así son sus equipos, sobre todo su Inter de Milán, fiel al estilo “catenaccio”. Fútbol odioso pero válido, tan válido que 40 años después el Inter de Milán podrá soñar con ganar la Copa de Europa. Le espera el Bayern de Munich. Gran final, para dos históricos, no favoritos al comienzo de la competición pero que se han ganado su pase a la final de manera lícita, sobre el campo y no sobre el papel, como en un principio se pensó el Madrid por jugarse la final en su estadio, como ha llegado también a pensar el Barcelona, dos errores de dos grandes clubes que les han condenado a ver el gran partido del año (a excepción del 11 de julio final del Mundial) por el televisor.
“Mou” engranda su leyenda, eleva la barra de antipatías en la ciudad condal, y eso que estuvo comedido ayer. Es un genio, si el Madrid lo ficha acertará. Un tipo ganador, que juega con lo que tiene. Si tiene un equipo para defender así planteará su esquema. Si tiene un equipo para arrollar, será una apisonadora. Mourinho coge los mimbres y hace la cesta conforme a ellos. Así que de fútbol defensivo para el Real Madrid si lo ficha, en absoluto. El portugués no es Capello. Con Ronaldo, Kaká, Alonso y cia, “Mou” desde luego no jugaría como lo hace con el Inter.
Si Tamudo es héroe del madridismo, Mourinho anoche pasó también a serlo. Si Florentino quiere ver a su Madrid volver a sonreír y a asustar en Europa, lo debe tener claro, y el 22 de mayo echarle el lazo. Es sin duda el mejor entrenador del mundo, y su palmarés hay está.