Aún no se ha jugado y el amistoso de la selección española auspiciado por la Real Federación y Ángel Villar ha levantado muchísima polémica
Antonio Blanca
El
partido amistoso que se jugará en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial (hoy
país, otrora colonia española), el próximo sábado, ha adquirido una importante
notoriedad fuera del ámbito deportivo, tomando tintes políticos que incluso
llegan a salpicar a los internacionales, que evidentemente en este caso son
meros seguidores de las pautas marcadas por la RFEF, la principal culpable de
la polémica surgida al decidir jugar contra Guinea.
El
Guinea-España nunca se tendría que disputar. Organizado a marchas forzadas,
tras el fallos de los dos amistosos previamente concertados, la Federación de
Villar que había recibido bastantes y suculentas ofertas, aceptó finalmente dos
que llevarían a España al continente africano. Uno de estos amistosos se
jugaría en Johannesburgo, la ciudad donde el 11 de julio de 2010, la 'Roja'
ganó su primer mundial. Será como una suerte de homenaje a aquella gesta.
Sudáfrica será el rival.
Antes,
el próximo sábado, España hará escala
en Guinea y lo hará, de manera sorprendente, a coste cero. Es decir, que España
no recibirá ni un sólo euro de este país o su federación de fútbol por disputar
un encuentro que, habitualmente, suele tener un coste cercano a los tres
millones de euros. La RFEF sólo percibirá los ingresos por los
derechos de televisión, cantidad inferior a la que habitualmente recibe.
Así
lo ha confirmado el propio presidente de Guinea, el dictador Teodoro Obiang, en
un comunicado en el que agradece el 'gesto' a la selección. "Es de agradecer
que los campeones del mundo hayan aceptado jugar sin ninguna compensación
económica gracias a las excelentes relaciones culturales de amistad y
cooperación que unen a España con nuestro país".
¿Por
qué ha aceptado España jugar un amistoso frente a Guinea sin recibir
compensación alguna? Según informa el periódico AS la RFEF acabó tragando ante las presiones del Gobierno español,
que pretende establecer lazos de afecto con Guinea, un país en la que reina una
dictadura militar, para recibir
a cambio ciertas posiciones de privilegio en el negocio del petróleo, materia
prima de la que el país goza en cantidades abundantes.
El
viaje, sin embargo, tendrá algunas taras. No todo será tan fácil como se podía
prever en un primer momento. Los futbolistas ya han empezado a mostrar su
malestar y han comunicado a la RFEF que no se harán ninguna foto con Obiang, al
contrario de lo que ha sucedido en actos anteriores, cuando han visitado a
presidentes de otros países como forma de cortés agradecimiento por acoger al
combinado nacional.
Jugar
el partido y poco más. Puede que haya presiones, pero sus colaboradores han
rogado a los jugadores que eviten cualquier acto oficial por el riesgo que
podría suponer para su imagen mundial el aparecer junto a Obiang. El dictador
cuenta con varias denuncias de Amnistía Internacional por violación de los
derechos humanos y aunque Guinea es uno de los países más ricos del mundo y el
más rico de África, más de dos tercios de su población viven con menos de dos
dólares al día.
La
visita de España a Guinea ya ha valido un buen puñado de críticas de organizaciones
políticas y asociaciones pro-derechos humanos en nuestro país, con cartas
remitidas a la RFEF para pedir que se cancele el amistoso por sus connotaciones
de apoyo a un régimen no democrático.
La
RFEF ha decidido no cobrar por el encuentro, contrariamente a su cotizado
caché, en atención a las dificultades de la federación guineana, pero el
régimen del país ha prometido ya una prima de cinco millones de euros a los
futbolistas locales si ganan a la campeona del mundo.
Los
regímenes totalitarios han utilizado al deporte como metáfora de su poder desde
principios del siglo XX, cuando el deporte se incorporó a las vanguardias, a la
cultura de las sociedades occidentales. Los ejemplos son numerosos: la Italia
de Mussolini, la Alemania nazi, la URSS y todo el bloque comunista durante la
Guerra Fría, con la extinta RDA como laboratorio del dopaje de Estado, pero
también la Argentina de Videla, Corea del Norte, la Cuba de Castro o China.
Obiang podrá ofrecer las imágenes de Casillas o Iniesta en Malabo, como antes
divulgó las suyas con todos los presidentes de la democracia española. No sólo
el deporte debe dar explicaciones.