Aún
con el mal mes y pico que lleva el conjunto blanco, Isco sigue demostrando ser
el jugador más valioso de la plantilla con un talento desmesurado
Antonio Blanca
Ahora que la
máxima estrella del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, está sufriendo un bajón en
su estratosférico rendimiento, físico y anímico, la maltrecha rodilla izquierda
junto a la ruptura con la exuberante modelo rusa Irina Shayk, le están
martilleando y parece no dejarle concentrarse cien por cien en su labor. Este momento
gris del portugués coincide con el mal juego del equipo blanco, que en 2015
está empeorando sus números.
Con esto, de
entre el plantel de jugadores de la plantilla del Real Madrid surge una figura,
se eleva entre todas un futbolista descomunal. Francisco Román Alarcón Suárez,
Isco, abran paso y cojan sus plumas los escribas. Por su excelsa calidad, el
andaluz estaba llamado desde un principio a hacer algo grande en Chamartín, y
ya se ha iniciado lo que parece un idilio del malagueño con el Madrid que va
para años. Las diferentes bajas que viene adoleciendo el equipo entrenado por
Ancelotti en el medio del campo (ayudadas posiblemente por una mala
planificación en la parcela físico deportiva, así como en la gestión de los
minutos de juego, responsabilidad del entrenador), convirtieron a Isco en
titular indiscutible. Y el ‘23’ del Madrid ha respondido al órdago sin
achicarse, al contrario, desplegando una dimensión de futbolista total que
hasta él mismo posiblemente desconociera. Ya no solo se suma al ataque, sino
que defiende cuál mosquetero de la corte francesa del siglo XVI.
Un cambio de
rol completo acontecido en apenas año y medio. Isco ha pasado de prácticamente
no tener tiempo más que para dejar detalles, pinceladas de arte, partiendo
desde el banquillo, a adquirir un peso
en el juego del equipo que lo ha convertido en una pieza absolutamente
indispensable dentro de los esquemas del mismo. Quizá esta modificación
de su estatus no se produjo con anterioridad a causa del recelo con que
contempla el técnico la idea de prescindir en su once de gala de algún jugador
cuya contratación supuso al club la realización de una fuerte inversión
económica. ¿Cómo explicar la suplencia de un futbolista de ochenta o noventa
millones de euros? Difícil.
Cuando el de
Benalmádena ha tenido la continuidad precisa para un futbolista de élite, Isco
ha respondido salvando la sensible baja de Modric, haciendo de éste y también
de volante tapón, de organizador, de interior zurdo, de mediapunta, ha hecho de
todas las labores dentro de un campo de fútbol. Un futbolista capaz de pintar
la Capilla Sixtina, de componer una sinfonía y dirigirla y de esculpir un David
como si fuera fácil. Isco por si fuera poco, ha asimilado las exigencias del técnico en lo que respecta a
trabajo, sacrificio y ayuda en labores defensivas por este talentoso
centrocampista ofensivo, produciendo resultados excelentes, a pesar de que
nunca antes, jamás, había participado tan activamente en el desempeño de este
tipo de tareas. A estas alturas de la película, se halla entre los máximos
recuperadores del conjunto de la capital de España en la presente campaña. Es
un todo en uno, cual base de baloncesto en su rol capaz de ponerse el mono de
trabajo y bajar al tatami a batirse el cobre.
El bajón de
Cristiano Ronaldo no debería preocupar por el momento. A principios de 2014, el
crack luso se vio inmerso en una situación similar, y terminó cuajando
una segunda mitad de curso más que destacable. Mientras el CR7 regresa,
Isco ha tirado de personalidad para erigirse en protagonista. Su explosión de blanco ha servido además
para paliar los efectos del descenso de rendimiento sufrido por un Toni Kroos que no ha tenido un
respiro. El medio alemán está sintiendo en sus carnes los efectos negativos que
derivan de ocupar la posición propia de un cinco, a modo de iniciador y canalizador en posesión del
esférico y como comandante y ancla en fase de repliegue. En el Bayern Munich él
siempre había desempeñado funciones principalmente de corte ofensivo, gozaba de
más libertad, por lo que está notando especialmente el desgaste que implica
asumir la mayor porción de responsabilidad en el mantenimiento del equilibrio
del equipo. Y más en el único en toda Europa en el que en múltiples ocasiones
se descarta la presencia de un especialista defensivo en línea medular.
La primera
gran diferencia entre el Isco Alarcón de la pasada temporada y el de esta,
aparte de la cantidad de minutos que está disputando, radica en que ha retrasado su posición unos metros,
ampliando su radio de actuación más allá de los tres cuartos de campo, hacia
atrás, haciendo las veces de interior en una línea medular integrada por tres
componentes o hasta desempeñándose como mediocentro en una formada por cuatro.
El andaluz
ataca desde el lado izquierdo, pero al ser diestro tiende a desplazarse en
diagonal hacia el centro, parcela en la que puede exprimir con mayor facilidad
su desarrollada visión del espacio. No en vano, alcanza ya la nada desdeñable
cifra de nueve asistencias en lo que va de campaña. Escorado al flanco que
ocupan Marcelo y Cristiano
Ronaldo, y añadiendo su conexión con un Benzema
que acostumbra a caer a bandas, se le presentan muy buenas opciones de
combinación. Eso sí, el hecho de quedar situado próximo al carril
defensivamente más débil en el Real Madrid le obliga a realizar un esfuerzo
extra en un sentido menos agradecido y vistoso.
Aunque cada
día progresa en todos los aspectos, el
regate sigue siendo la principal virtud de Isco. Un regate tremendamente
técnico con el que supera a jugadores e incluso líneas enteras. Rara vez
estéril, le permite adquirir ventaja para continuar con la asociación, intentar
un último pase o probar suerte con su habitual golpeo colocado. El peligro, que ahora una pérdida suya
tiene mayor trascendencia.
Isco, batuta
magistral de director de orquesta, midiendo tiempos y entradas, capaz de guiar
un vals, roto en rock y aderezado con pasodoble. Un regalo para los amantes del
fútbol, el genio de la lámpara maravillosa prosigue con su labor artística,
jugar al fútbol.