jueves, 17 de abril de 2008

LA SEPTIMA DEL VALENCIA

Victoria del equipo valencianista en la final de la Copa de se Majestad el Rey por 3-1 ante un Getafe que mereció muchísimo más pero que acabó pagando los nervios del principio

Antonio Blanca

Si como se han venido desarrollando los acontecimientos en los últimos meses, semanas, incluso días, pensamos que el Valencia iba a ser uno de los triunfadores de la temporada, hubiéramos articulado la gran risotada. Una carcajada digna de ser dada por Quique Sánchez Flores (en Mestalla se acuerdan ahora de él). Pero son los caprichos del destino, la bola de cristal del fútbol tiene escritas multitud de sorpresas, como la de anoche en el Vicente Calderón. No es sorprendente el hecho que el Valencia ganara al Getafe, en sí, lo paradójico, lo rematadamente estrambótico se produce por que con una temporada catastrófica, ni que hubiera sido perpetrada por un druida ebrio, el equipo del Turia se haya entorchado el segundo título a nivel nacional. Antes de nada, enhorabuena, a la afición ché, a toda la plantilla (inclusive Ronald Koeman, entrenador que es y está siendo el peor revulsivo en la historia del fútbol español), a la ciudad de Valencia, etc. Y es que pienso, ¿cuantísimo mérito tienen los jugadores del Valencia por haber logrado esta Copa del Rey, a pesar de Bautista Soler y ese extraño inquilino que pulula por el banquillo de Mestalla, Koeman?

En la otra cara de la moneda se encuentra el Getafe, el equipo que a base de fútbol del bueno, de partirse el alma, se ha ganado el corazón de toda la afición española. Por eso duele más que el varapalo, las lágrimas las derramara en la noche de ayer el “Geta”. Tras caer eliminados de la forma más cruel posible en la UEFA ante el odiosos Bayern de Múnich, uno no recuerda un partido tan injusto de todos los que ha visto en su vida, ayer, 16 de abril, y por segundo año consecutivo el “Geta” caía derrotado sin merecerlo en la final de la Copa del Rey. Soy de los que piensa que el fútbol es magnánimo y que más tarde o más temprano le da a cada uno lo que se merece. Y el Getafe, ese pueblo periférico de la Comunidad de Madrid, esas 125000 almas que lo habitan se merecen de una vez por todas, una gran alegría, festejar un triunfo y no el hecho de haber logrado meterse entre los grandes. Es muy duro y desalmado, rayano en lo inhumano lo que a esa plantilla, a esa entidad le está ocurriendo. Ya está bien de tener la miel en los labios y nunca paladearla.

Fue ayer otra noche triste para Getafe, de lágrimas y llanto amargo, en menos de una semana el Getafe ha muerto en dos batallas con las botas puestas, jugando al fútbol mejor que su rival, pero ha caído. Fue noche de contrastes, de la amargura de los madrileños a la alegría valencianista, que evidentemente tuvo ayer su porción de cal, que no de arena, merecida, para una plantilla que está sufriendo lo indecible esta 2007/2008.

Ahora no es el momento de consolar a nadie, porque no es posible. Pero, un día, la justicia divina futbolística, le devolverá al Getafe todo lo que le ha dado este equipo al fútbol. Ejemplo de David en un deporte dominados por Goliats. Cuando se mire con perspectiva hacia el pasado, veremos que a principios del S. XXI hubo un club de fútbol pequeño materialmente pero con un espíritu eterno, que se ganó a la afición de un país sin sembrar enemistades, algo complicadísimo cuando se le discute a los grandes su papel protagonista, siendo el Rey de España el primero de sus fieles, a bien que en un futuro, espero que no muy lejano, éste le entregará al capitán de los “azulones” esa Copa que por dos veces han tenido tan cerca y tan lejos de Getafe, centro de España y de todo el corazón del fútbol. A Valencia y Getafe enhorabuena.