José Antonio Montoya
Sábado, domingo o lunes. Son las tres opciones para que se juegue el Barça-Madrid, el partido que es capaz de paralizar un país. Pero, ¿cuál será la elegida? Depende de tres factores ligados a nombres propios: Montilla, Roures y el papa Benedicto XVI.
Cuando José Montilla anunció que las elecciones catalanas se celebrarían el domingo 28 de noviembre, muchos alzaron la voz preguntando por qué las hacía coincidir con el gran clásico, sobre todo cuando la fecha del Barça - Madrid se conoce desde el mes de julio. Todo tiene su explicación.
La anterior legislatura catalana terminó de una manera más que abrupta cuando el tripartito catalán se disolvió cuando aún faltaba más de año y medio para completar su mandato. Cuando José Montilla ganó las elecciones del 1 de noviembre de 2006, se prometió que agotaría los cuatro años, razón por la que esperó a noviembre de 2010 para convocar la cita electoral.
Sin embargo, no pudo hacerlo en cualquier domingo de ese mes. El Presidente de la Generalitat se había comprometido anteriormente con el Vaticano a que la fecha en la que Benedicto XVI visitaría Barcelona no coincidiría con la campaña electoral. Así, nadie podría hacer un uso electoralista del Papa y de su presencia en la Ciudad Condal. Desechados pues el fin de semana del 7 de noviembre, en el que estará el Papa en Barcelona, y los dos siguientes por los quince días necesarios para la campaña, Montilla se quedó con la única fecha del domingo 28.
Si hasta ahora las motivaciones que rodean al partido eran políticas y socio-religiosas, lo que finalmente decidirá el partido será los intereses económicos. Entra en juego Jaume Roures, presidente de Mediapro, quien tiene los derechos de la Liga y quien determina los horarios de todos los partidos. Roures decidió que el clásico lo emitirá Gol Televisión (y, de paso, Canal + Liga), lo que lleva al siguiente problema:
La intención de Roures es que el partido se juegue el lunes 29, dado que esa semana no hay competición europea ni de Copa del Rey y, por lo tanto, ninguno de los dos equipos tiene problemas de agenda. De paso, el dueño de la plataforma de pago que emite los partidos daría un empujón más que efectivo a esos choques de los lunes que, de momento, están pasando sin pena ni gloria entre la afición.
El problema llega cuando el Real Madrid comunica a Roures que no es nada partidario de jugar un lunes, que no les parece un día 'serio' para jugar al fútbol y que el club de Chamartín, por historia y tradición, juega sábados y domingos. Aunque no se pueden negar a lo que Roures diga, el peso de Florentino Pérez es suficiente para echar atrás la primera idea de Mediapro.
El Madrid desea que el partido se juegue el sábado, pero ahí aparece la negativa del Barcelona. Las razones de los azulgranas son consistentes: juegan Champions el miércoles en Grecia contra el Panathinaikos y dispondrían de un día menos para preparar el partido que su rival (los blancos juegan el martes en Amsterdam contra el Ajax). Total, que sólo nos queda el domingo.
¿Problema del domingo? Que coincida el partido con el horario electoral con los problemas que eso pueda traer, tanto de orden público como de logística.
La solución pasa por llevarse el partido a un horario fuera del que tenga el domingo electoral. Si las urnas se abren entre las 9 de la mañana y las 8 de la tarde, el partido se jugaría a las 9 de la noche... aunque ése es el horario de los partidos de Canal Plus. Otro problema.
¿La solución? Intercambiar los horarios. El partido que elija Canal + se disputaría a las 7 de la tarde, quedando el clásico del Camp Nou a las 9 de la noche para que lo emitan las cámaras de Gol Televisión y C+Liga en directo...
Así están las cosas a un mes del partido. Todo indica que el choque se terminará jugando el domingo 28 en el Camp Nou a las 9 de la noche, pero con Montilla, Roures y el Papa de por medio... afirmarlo sería toda una temeridad.
Sábado, domingo o lunes. Son las tres opciones para que se juegue el Barça-Madrid, el partido que es capaz de paralizar un país. Pero, ¿cuál será la elegida? Depende de tres factores ligados a nombres propios: Montilla, Roures y el papa Benedicto XVI.
Cuando José Montilla anunció que las elecciones catalanas se celebrarían el domingo 28 de noviembre, muchos alzaron la voz preguntando por qué las hacía coincidir con el gran clásico, sobre todo cuando la fecha del Barça - Madrid se conoce desde el mes de julio. Todo tiene su explicación.
La anterior legislatura catalana terminó de una manera más que abrupta cuando el tripartito catalán se disolvió cuando aún faltaba más de año y medio para completar su mandato. Cuando José Montilla ganó las elecciones del 1 de noviembre de 2006, se prometió que agotaría los cuatro años, razón por la que esperó a noviembre de 2010 para convocar la cita electoral.
Sin embargo, no pudo hacerlo en cualquier domingo de ese mes. El Presidente de la Generalitat se había comprometido anteriormente con el Vaticano a que la fecha en la que Benedicto XVI visitaría Barcelona no coincidiría con la campaña electoral. Así, nadie podría hacer un uso electoralista del Papa y de su presencia en la Ciudad Condal. Desechados pues el fin de semana del 7 de noviembre, en el que estará el Papa en Barcelona, y los dos siguientes por los quince días necesarios para la campaña, Montilla se quedó con la única fecha del domingo 28.
Si hasta ahora las motivaciones que rodean al partido eran políticas y socio-religiosas, lo que finalmente decidirá el partido será los intereses económicos. Entra en juego Jaume Roures, presidente de Mediapro, quien tiene los derechos de la Liga y quien determina los horarios de todos los partidos. Roures decidió que el clásico lo emitirá Gol Televisión (y, de paso, Canal + Liga), lo que lleva al siguiente problema:
La intención de Roures es que el partido se juegue el lunes 29, dado que esa semana no hay competición europea ni de Copa del Rey y, por lo tanto, ninguno de los dos equipos tiene problemas de agenda. De paso, el dueño de la plataforma de pago que emite los partidos daría un empujón más que efectivo a esos choques de los lunes que, de momento, están pasando sin pena ni gloria entre la afición.
El problema llega cuando el Real Madrid comunica a Roures que no es nada partidario de jugar un lunes, que no les parece un día 'serio' para jugar al fútbol y que el club de Chamartín, por historia y tradición, juega sábados y domingos. Aunque no se pueden negar a lo que Roures diga, el peso de Florentino Pérez es suficiente para echar atrás la primera idea de Mediapro.
El Madrid desea que el partido se juegue el sábado, pero ahí aparece la negativa del Barcelona. Las razones de los azulgranas son consistentes: juegan Champions el miércoles en Grecia contra el Panathinaikos y dispondrían de un día menos para preparar el partido que su rival (los blancos juegan el martes en Amsterdam contra el Ajax). Total, que sólo nos queda el domingo.
¿Problema del domingo? Que coincida el partido con el horario electoral con los problemas que eso pueda traer, tanto de orden público como de logística.
La solución pasa por llevarse el partido a un horario fuera del que tenga el domingo electoral. Si las urnas se abren entre las 9 de la mañana y las 8 de la tarde, el partido se jugaría a las 9 de la noche... aunque ése es el horario de los partidos de Canal Plus. Otro problema.
¿La solución? Intercambiar los horarios. El partido que elija Canal + se disputaría a las 7 de la tarde, quedando el clásico del Camp Nou a las 9 de la noche para que lo emitan las cámaras de Gol Televisión y C+Liga en directo...
Así están las cosas a un mes del partido. Todo indica que el choque se terminará jugando el domingo 28 en el Camp Nou a las 9 de la noche, pero con Montilla, Roures y el Papa de por medio... afirmarlo sería toda una temeridad.