jueves, 1 de septiembre de 2011

EL "CACHABACHA" DICE ADIOS

Tras casi un lustro en la disciplina del Atlético de Madrid el formidable delantero rubio se marcha al Inter de Milán para apurar sus dos últimos años de fútbol

Antonio Blanca

Hay personas que cuando vienen el mundo tienen su futuro predestinado por los genes que su familia le han impreso en el ADN. Si tu abuelo y tu padre son futbolistas de renombre en tu país, probablemente, acabarás haciendo de un balón tu forma de vida. A Diego Forlán el fútbol le corre por las venas y sabe materializarlo en cada uno de los estadios donde ha servido. Ahora el Calderón pasa a formar parte de su pasado ya que será la afición del Inter de Milán la que disfrute con su fútbol y, sobre todo, con sus goles.

La historia entre el Atlético y Diego empezó hace cuatro años. El uruguayo llegó a la ribera del Manzanares el 30 de junio de 2007 y para aquel entonces ya se había hecho un hueco en el fútbol español a base de goles. En el Villarreal consiguió el trofeo Pichichi y la Bota de Oro europea (que compartió con Henry que entonces militaba en las filas del Arsenal) en la temporada 2004/2005 y con 59 dianas se convirtió en el máximo goleador de la historia en el submarino amarillo. Con estos números llegó al Atlético por 23 millones más las primas correspondientes en función de los objetivos cumplidos.

En su primera campaña con la camiseta rojiblanca, ya avisó de lo que era capaz. Pero su verdadera explosión llegó en la campaña 2008/2009 y llegó a su punto álgido un año después. En su segunda etapa como rojiblanco, Forlán, con sus 32 goles, volvió a hacer un doblete de títulos personales con el Pichichi y la Bota de Oro mientras que al año siguiente se erigió como el estandarte del Atlético de Madrid en la Europa League. El uruguayo anotó cinco de los seis goles que llevaron a su equipo hasta la final de Hamburgo donde gracias a sus dos dianas fue elegido mejor jugador del partido.

La gloria europea siguió ese mismo verano: en agosto el Atleti conquistaba la Supercopa de Europa frente al Inter de Milán y Diego se preparaba para romper datos históricos. En enero de este año jugó su partido 500 y dos meses más tardes entró en el top 10 de máximos goleadores rojiblancos de Primera. El idilio que mantenía con la afición se fue deteriorando poco a poco debido a declaraciones, actitudes y los constantes rumores sobre su continuidad en el Manzanares. Pero nada puede afear el cartel de un hombre dedicado en cuerpo y alma a la salsa del fútbol, el gol.