Jordi Grimau
Primera parte brillante del Barcelona, que arrancó el partido con una
seriedad que daba la impresión de que era el equipo que debía remontar.
Presión asfixiante a la zaga francesa, que apenas sabía qué hacer con
el balón y era incapaz de pasar del mediocampo. Así, con las
recuperaciones, lanzaba contras a la velocidad que marcaran Neymar o
Suárez.
A los 13 minutos, fue Iniesta el que tomó el balón y dio comienzo a
una jugada que recordó los mejores tiempos del manchego. Con una
conducción perfecta, se deshizo de sus marcadores con la elegancia que
le dan sus quiebros de cintura. En el horizonte, Neymar se desmarcaba de
un despistado David Luiz. La jugada era clara para el espectador que lo
veía desde la tele y también para Iniesta, pues sirvió un pase
milimétrico al brasileño para que se quedara solo ante Sirigu, driblara
al portero italiano y marcara el primer tanto de la noche a placer.
Pese a contar con Ibrahimovic y verse con el marcador en contra, el
PSG apenas cambió la dinámica del partido, incapaz de sacarse de encima
el dominio aplastante de los azulgrana. Con ese déficit de
competitividad, fue cuestión de tiempo que llegara el segundo gol de la
noche. Y así pasó a once minutos del descanso.
En una de las múltiples jugadas en las que el Barcelona movía la
pelota de un lado a otro, Alves acabó amagando varias veces con el
centro hasta quedarse al borde del vértice del área, donde se volvió a
repetir el esquema anterior: despiste de David Luiz en su marcaje de
Neymar, que a la espalda veía el hueco justo para llegar y rematar de
cabeza al fondo de la red el envío de Alves. Doblete del brasileño y
fiesta en el Camp Nou. Si Luis Enrique no quería confianzas, sus
jugadores tomaron nota despejando cualquier duda sobre el pase en una
primera parte perfecta.
Tras la exhibición de los locales, la segunda parte sirvió para hacer
control de daños. En el vestuario se quedó Iniesta, que se perdió el
partido contra el Valencia por un golpe en la rodilla en el encuentro de
ida. Su hueco fue ocupado por Xavi. Y como un reloj, diez minutos
después fue Sergi Roberto el que dio relevo a Busquets.
El juego quedó anestesiado por un Barcelona controlador ante un PSG
entregado, que apenas creó peligro con un tiro de Verratti desde el
interior del área en el minuto 58 que mandó fuera y otro chut fuerte
aunque lejano de Ibrahimovic en el 72 que provocó la intervención de Ter
Stegen. Era el primer tiro a puerta del equipo francés.
El mayor interés se centró en saber si Messi sería capaz de anotar,
pues sus compañeros trataron de facilitar el tanto del argentino, que a
puntoestuvo de llegar cuando un tiro suyo fuera dio pie al pitido final.
Quien se llevó la ovación del público fue Luis Suárez. La grada premió
el gran partido del uruguayo en París mientras cedía su puesto a Pedro.
Con este resultado, el Barcelona logra el pase a su octava final de
Liga de Campeones en diez años. El PSG, por su parte, deberá esperar
otro año para cumplir los sueños de grandeza del jeque.