Un
gol del mexicano “Chicharito” Hernández en las postrimerías del partido mete al
Real Madrid en semifinales de Champions
y deja al Atleti con la miel en los labios
Antonio Blanca
Anoche
la estoica y heroica del fútbol quiso tener un guiño con quien desde la humildad
y el trabajo, la constancia y el silencio del profesionalismo, ha venido
trabajando durante toda la temporada, sin pocas ocasiones de poder demostrar su
calidad, y soportando chanzas de aficiones rivales a su llegada, incluso de la
propia. Javier Hernández, “Chicharito” se vistió de héroe, inscribe su nombre
en las noches mágicas europeas del Real Madrid y con un esfuerzo físico durante
los noventa minutos que estuvo en el césped, anotando el gol que suponía el
pase del cuadro merengue a la siguiente ronda. Loas al mexicano, que jamás bajó
los brazos, que casi siempre que ha saltado al campo ha rendido a buen nivel,
que sin tener la confianza de Ancelotti durante todo el año, él ayer le
devolvió al italiano todo lo que éste le ha venido negando. La tarde noche de
ayer quedó palpable que siempre (casi) el trabajo y la humildad se ven
recompensados, si uno muestra esa fe inquebrantable de creer en uno mismo.
Era
de las noches que al madridismo le motivan, le ponen, y como no podía ser de
otro modo, el Bernabéu se engalanó para esos partidos que le han hecho acreedor
de ser la mejor institución deportiva de todos los tiempos. El de anoche era el
derbi más importante de los ocho que esta temporada se han jugado. El balance
era favorable al Atlético, siete resultados positivos por ninguno negativo. Todo
lo contrario que los blancos, que parecían haberse bloqueado ante los de
Simeone, una barrera psicológica que les atenazaba en cada enfrentamiento. El
duelo que decidía el lustre del ejercicio de ambos vestuarios y el grado de
legitimidad de sus entrenadores. La efervescente atmósfera susurraba un
pentagrama similar al único precedente del duelo de enemigos íntimos
capitalinos en la historia de la competición aristócrata europea (salvando el
chispazo de la final de Lisboa). En 1959, el Madrid triple campeón de Europa
sólo arrancó el triunfo al Atlético de Peiró, Vavá y Rivilla en el partido de
desempate, disputado en La Romareda, con goles de Puskas y Di Stéfano. Un nivel
de competitividad análoga que convirtió la elección de la apuesta inicial en movimientos
de ajedrez.
Carlo Ancelotti, que arrastraba las bajas cuatro titulares trascendentales como Modric, Benzema, Bale y Marcelo, buscó en la argucia de la sorpresa el primer peldaño de la victoria. El anuncio de la presencia de Pepe, Varane y Ramos en la alineación multiplicó las variantes tácticas. La inclusión de estos obreros trataba de cimentar la seguridad ante el juego aéreo, la segunda jugada y las transiciones visitantes, liberando, además, a uno de los artistas. Lo que no contemplaba dudas era que el peso creativo recaería en James, Kroos e Isco, elementos de control de la posesión, del tempo y obligados a bregar en el repliegue. Chicharito ocuparía el centro de la delantera con el fin de fijar a los centrales colchoneros y Ronaldo, con libertad, buscaría en la asociación con la medular sus espacios a explotar. El ritmo de la combinación, la eficacia en el juego entre líneas y el equilibrio partían como variables decisivas.
Carlo Ancelotti, que arrastraba las bajas cuatro titulares trascendentales como Modric, Benzema, Bale y Marcelo, buscó en la argucia de la sorpresa el primer peldaño de la victoria. El anuncio de la presencia de Pepe, Varane y Ramos en la alineación multiplicó las variantes tácticas. La inclusión de estos obreros trataba de cimentar la seguridad ante el juego aéreo, la segunda jugada y las transiciones visitantes, liberando, además, a uno de los artistas. Lo que no contemplaba dudas era que el peso creativo recaería en James, Kroos e Isco, elementos de control de la posesión, del tempo y obligados a bregar en el repliegue. Chicharito ocuparía el centro de la delantera con el fin de fijar a los centrales colchoneros y Ronaldo, con libertad, buscaría en la asociación con la medular sus espacios a explotar. El ritmo de la combinación, la eficacia en el juego entre líneas y el equilibrio partían como variables decisivas.
Por su parte el “Cholo”
reaccionó con valentía al movimiento de estabilización táctica de su
homólogo. Parecía que el italiano reconocía la preponderancia del argentino en
los duelos particulares y el argentino respondía colocando en el verde a su
arsenal asociativo. El centro del campo rojiblanco acumuló la sensatez
distributiva de Tiago, la movilidad y llegada de Koke y Saúl y lo
inesperado de Arda. Una propuesta para pelear la posesión y elevar la lucidez
en el lanzamiento de contragolpes. Griezmann, definitorio entre líneas,
figuraba con Mandzukic
en punta. Sólo Gámez, en lugar de Siqueira, compensaba la importancia
otorgada por los de Chamartín al repliegue. La intensidad, concentración para
tapar líneas de pase y seguridad en el manejo de la pelota se destacaban como
aspectos básicos en el guión visitante.
Bajo este duelo de movimientos tácticos arrancó el duelo en el que la altura de la presión, en ambos bandos, esbozaría el criterio a seguir. Y plagiando el esquema de la ida, el Atlético amagó con la intenta de ahogar la salida de pelota rival hasta que la personalidad merengue impuso sus condiciones para dibujar un dominio del cuero que se extendería todo el primer acto.
Kroos abrió fuego, en el primer minuto, desde larga distancia en una acción que denotaba una mayor ambición madridista. Sin embargo, resultó ser un espejismo ya que la conversación iba a quedar fijada hasta la reanudación en el control de daños. La combinación de los pupilos de Ancelotti no superaba la horizontalidad con centro al área desde los laterales, para comodidad colchonera. Tan sólo James leía la situación abriendo huecos entre líneas. El primer aspecto tomó cuerpo con el remate tímido de Chicharito.
El Atlético despertó en lo ofensivo gracias a un saque profundo de banda de Gámez, la única herramienta creativa en los 45 minutos iniciales. El deficiente despeje de Casillas cayó en los pies de Koke. El mediocentro ejecutó una volea que no encontró portería en el 15 de juego, esbozando un intervalo de respiro para los suyos. Adelantó líneas el bloque de Simeone, consiguiendo trompicar la circulación local, y los de la ribera del Manzanares se sacudieron la tensión del encierro. Hasta que se quemara la media hora, el Madrid se nubló en base a las interrupciones que cortaron el ritmo, de por sí bajo, y el balón parado cimentaba el pulso atacante visitante, incapaz de trazar combinaciones o aguantar el cuero. Arda quedó aislado en la intención del juego rasante.
Una falta directa ejecuta por James sin éxito y desde el pico y el disparo lejano de Gámez que blocó Casillas, tras un robo efectuado a James, supusieron el bagaje de este intervalo que daría paso al ascenso de los decibelios madridistas hasta el descanso. El colombiano volvió a encontrar por el centro la posición para centrar y Chicharito no concento el testarazo gracias a la oposición de Juanfran. El lanzamiento de larga distancia de Ronaldo, en falta directa, que Oblak sacó de la cepa del poste mostraba el viraje en el paisaje. El conjunto rojiblanco replegaba ante la incomodidad del Madrid, más allá de la horizontalidad pasiva.
Ganó el Atlético el descanso en plena crisis ofensiva. Por el camino, Saúl perdió ante James y, en vuelo, la pelota cayó en el área para que Ronaldo estrellara su remate centrado en la salida de Oblak. En el 43 de partido mordía el equipo local, confirmando la crisis de solvencia con balón visitante. El postrero cabezazo desviado de Varane cerró un primer acto de dominio merengue: relación de 11 a 2 en remates y 66,7 a 33,3% en posesión. Simeone necesitaba respuestas porque la presencia de Ramos cercenaba la opción del balón aéreo y la hoja de ruta limitaba la acción rojiblanca al repliegue intenso. La apuesta por la calidad no encontró coherencia con la idea de partido.
Reaccionó el Simeone sacando del campo a Saúl -desacertado en ambas fases del juego- para dar entrada a Gabi, un cohesionador capaz de sostener más minutos la pelota. Y consiguió remover la inercia del duelo en el tramo inicial de segundo acto. Empezó a tener más presencia en campo contrario el Atlético, con crecimiento de influencia de Arda y Koke. En plena transición Varane y Ramos cabecearon para probar la seguridad de Oblak, pero las acciones a balón parado para la pizarra de Burgos se multiplicaban en este territorio incierto.
Decidió entonces Simeone sacar del césped a Griezmann (intrascendente por decisión del banquillo) para dar protagonismo a Raúl García, apostando por subir el tono físico del duelo y la frecuencia de los pelotazos a la segunda jugada. Un movimiento que le dio resuello en el Calderón, pero que negaba la combinación a los suyos, esperando imponer la anatomía sobre la calidad. Plegaba su apuesta inicial y el Madrid recuperó el dominio en el cortejo del esférico.
Arda creó de la nada una combinación y centro preciso para el remate de Koke a las manos de Casillas en el 69, la única opción de remate registrada. Acto y seguido un robo de Ronaldo al fallo de Koke confluyó en chut con la zurda del luso para la cómoda atajada de Oblak y sobrevino el punto de inflexión que volvía a mutar la escena: Arda efectuó un plantillazo sobre Sergio Ramos que le costó la segunda amarilla y justa expulsión. A un cuarto de hora del desenlace, el Atlético era presa de las decisiones de su técnico y moriría encerrado, tratando de contemporizar.
Afrontada con mejor sensación merengue la recta final James y un sacrificado Isco en labores defensivas tiraron del equipo. El mexicano peleó cuerpo a cuerpo con Godín una gran asistencia de James Rodríguez. Marró el mano a mano tras otra salida sublime de Oblak. Con el campo inclinado hacia la meta del esloveno, el Madrid aceleraba, haciendo hincapié en la apertura de espacios para encontrar la fisura central. Y apareció, como no podría ser de otro modo, de la zurda del colombiano. Ronaldo desmarcó su avance, el ‘10’ devolvió la pared con caño a Godín y el portugués amagó el chut ante la llegada de Oblak para ceder al remate, a la red, de Chicharito. Al borde del descuento, en el 88, recogía la cosecha el Madrid.
Los pupilos del “Cholo” intentaron la reacción en base al pelotazo automático y Raúl García ejecutó el único intento con llegada a la meta, pero su volea se perdió en las nubes. Agonizó el igualado derbi con más tensión que claridad. Ancelotti ganó, al fin, la batalla táctica a un Simeone que optó por la reversión de su apuesta inicial. Se tornó en ortodoxia defensiva y el Madrid, de nuevo con mucha dificultad, encontró el camino para tumbar a su némesis en el viejo continente. Así, los vigentes campeones de Liga quedaron huérfanos de diseño ofensivo, sin el ardor del juego aéreo por decisión de Carletto. Los madridistas acceden, por quinto año consecutivo, a las semifinales de la Liga de Campeones, con premio para Javier Hernández y James Rodríguez, protagonistas, junto a Sergio Ramos y Oblak, de esta última edición de la leyenda del fútbol madrileño con un despliegue de estrategia táctica para paladares exquisitos.
Bajo este duelo de movimientos tácticos arrancó el duelo en el que la altura de la presión, en ambos bandos, esbozaría el criterio a seguir. Y plagiando el esquema de la ida, el Atlético amagó con la intenta de ahogar la salida de pelota rival hasta que la personalidad merengue impuso sus condiciones para dibujar un dominio del cuero que se extendería todo el primer acto.
Kroos abrió fuego, en el primer minuto, desde larga distancia en una acción que denotaba una mayor ambición madridista. Sin embargo, resultó ser un espejismo ya que la conversación iba a quedar fijada hasta la reanudación en el control de daños. La combinación de los pupilos de Ancelotti no superaba la horizontalidad con centro al área desde los laterales, para comodidad colchonera. Tan sólo James leía la situación abriendo huecos entre líneas. El primer aspecto tomó cuerpo con el remate tímido de Chicharito.
El Atlético despertó en lo ofensivo gracias a un saque profundo de banda de Gámez, la única herramienta creativa en los 45 minutos iniciales. El deficiente despeje de Casillas cayó en los pies de Koke. El mediocentro ejecutó una volea que no encontró portería en el 15 de juego, esbozando un intervalo de respiro para los suyos. Adelantó líneas el bloque de Simeone, consiguiendo trompicar la circulación local, y los de la ribera del Manzanares se sacudieron la tensión del encierro. Hasta que se quemara la media hora, el Madrid se nubló en base a las interrupciones que cortaron el ritmo, de por sí bajo, y el balón parado cimentaba el pulso atacante visitante, incapaz de trazar combinaciones o aguantar el cuero. Arda quedó aislado en la intención del juego rasante.
Una falta directa ejecuta por James sin éxito y desde el pico y el disparo lejano de Gámez que blocó Casillas, tras un robo efectuado a James, supusieron el bagaje de este intervalo que daría paso al ascenso de los decibelios madridistas hasta el descanso. El colombiano volvió a encontrar por el centro la posición para centrar y Chicharito no concento el testarazo gracias a la oposición de Juanfran. El lanzamiento de larga distancia de Ronaldo, en falta directa, que Oblak sacó de la cepa del poste mostraba el viraje en el paisaje. El conjunto rojiblanco replegaba ante la incomodidad del Madrid, más allá de la horizontalidad pasiva.
Ganó el Atlético el descanso en plena crisis ofensiva. Por el camino, Saúl perdió ante James y, en vuelo, la pelota cayó en el área para que Ronaldo estrellara su remate centrado en la salida de Oblak. En el 43 de partido mordía el equipo local, confirmando la crisis de solvencia con balón visitante. El postrero cabezazo desviado de Varane cerró un primer acto de dominio merengue: relación de 11 a 2 en remates y 66,7 a 33,3% en posesión. Simeone necesitaba respuestas porque la presencia de Ramos cercenaba la opción del balón aéreo y la hoja de ruta limitaba la acción rojiblanca al repliegue intenso. La apuesta por la calidad no encontró coherencia con la idea de partido.
Reaccionó el Simeone sacando del campo a Saúl -desacertado en ambas fases del juego- para dar entrada a Gabi, un cohesionador capaz de sostener más minutos la pelota. Y consiguió remover la inercia del duelo en el tramo inicial de segundo acto. Empezó a tener más presencia en campo contrario el Atlético, con crecimiento de influencia de Arda y Koke. En plena transición Varane y Ramos cabecearon para probar la seguridad de Oblak, pero las acciones a balón parado para la pizarra de Burgos se multiplicaban en este territorio incierto.
Decidió entonces Simeone sacar del césped a Griezmann (intrascendente por decisión del banquillo) para dar protagonismo a Raúl García, apostando por subir el tono físico del duelo y la frecuencia de los pelotazos a la segunda jugada. Un movimiento que le dio resuello en el Calderón, pero que negaba la combinación a los suyos, esperando imponer la anatomía sobre la calidad. Plegaba su apuesta inicial y el Madrid recuperó el dominio en el cortejo del esférico.
Arda creó de la nada una combinación y centro preciso para el remate de Koke a las manos de Casillas en el 69, la única opción de remate registrada. Acto y seguido un robo de Ronaldo al fallo de Koke confluyó en chut con la zurda del luso para la cómoda atajada de Oblak y sobrevino el punto de inflexión que volvía a mutar la escena: Arda efectuó un plantillazo sobre Sergio Ramos que le costó la segunda amarilla y justa expulsión. A un cuarto de hora del desenlace, el Atlético era presa de las decisiones de su técnico y moriría encerrado, tratando de contemporizar.
Afrontada con mejor sensación merengue la recta final James y un sacrificado Isco en labores defensivas tiraron del equipo. El mexicano peleó cuerpo a cuerpo con Godín una gran asistencia de James Rodríguez. Marró el mano a mano tras otra salida sublime de Oblak. Con el campo inclinado hacia la meta del esloveno, el Madrid aceleraba, haciendo hincapié en la apertura de espacios para encontrar la fisura central. Y apareció, como no podría ser de otro modo, de la zurda del colombiano. Ronaldo desmarcó su avance, el ‘10’ devolvió la pared con caño a Godín y el portugués amagó el chut ante la llegada de Oblak para ceder al remate, a la red, de Chicharito. Al borde del descuento, en el 88, recogía la cosecha el Madrid.
Los pupilos del “Cholo” intentaron la reacción en base al pelotazo automático y Raúl García ejecutó el único intento con llegada a la meta, pero su volea se perdió en las nubes. Agonizó el igualado derbi con más tensión que claridad. Ancelotti ganó, al fin, la batalla táctica a un Simeone que optó por la reversión de su apuesta inicial. Se tornó en ortodoxia defensiva y el Madrid, de nuevo con mucha dificultad, encontró el camino para tumbar a su némesis en el viejo continente. Así, los vigentes campeones de Liga quedaron huérfanos de diseño ofensivo, sin el ardor del juego aéreo por decisión de Carletto. Los madridistas acceden, por quinto año consecutivo, a las semifinales de la Liga de Campeones, con premio para Javier Hernández y James Rodríguez, protagonistas, junto a Sergio Ramos y Oblak, de esta última edición de la leyenda del fútbol madrileño con un despliegue de estrategia táctica para paladares exquisitos.