Con o sin Mourinho, el equipo de Stamford Bridge sigue sin levantar cabeza en esta temporada
Antonio Blanca
¿De quién es la culpa? ¿A qué o a quién se puede deber la crisis en la que ha entrado el Chelsea? Son varios los interrogantes que se abren esta temporada de 2007/2008 en torno al club londinense. Para empezar la no por sorprendente, esperada marcha del brillante técnico, José Mourinho. El Chelsea ha vivido con el portugués su página más brillante de toda su historia, con dos Premier, FA Cup y dos Copas de la liga. Faltó el colofón de la Champions, el trofeo con el que el magnate ruso dueño del club pierde el sueño. El equipo se quedó varias veces a las puertas de la gran final, pero ante la mala suerte y las jugarretas arbitrales (gol de Luis García para el Liverpool en Anfield Road que no fue), poco pudo hacer Mourinho.
La inversión que Abramovich ha realizado en estas tres temporadas en el Chelsea ha sido brutal, desorbitada, inflando el mercado hasta que tan sólo el Real Madrid ha sido capaz de aguantar el ritmo frenético de despilfarro de euros. Muchos fichajes, estrellas para que el Chelsea fuese un gigante del fútbol europeo, para que el cetro de la "orejuda" fuese a parar a Londres, al aristocrático barrio de la ciudad cosmopolita. No se consiguió tal logro, y el "cappo" ruso decidió cortar el grifo de dinero y traerse a Ballack y Shevchenko sin la petición del técnico luso, alterando la convivencia del vestuario que hasta hace dos semanas remaba al son que marcaba "Mou".
Shevchenko, amigo íntimo de Roman Abramovich y defenestrado por Mourinho, ha sido probablemente la causa principal que propició la ruptura del matrimonio bien avenido y la llegada al banco del entrenador israelí Avram Grant, perfecto para lo que el multimillonario ruso quiere, un monigote que se deje mangonear fácilmente. Una pena, que un proyecto tan fuerte, tan firme, con la mayoría de los jugadores implicados, con toda la afición volcada, se haya visto truncado por las ansias de poder de este aburrido tirano.
Ahora queda ver que ocurre esta temporada, porque el equipo no juega bien. Está incómodo, triste, y cada partido le supone una amarga agonía desde el primer minuto hasta que suena el pitido final. Los Drogba, Terry, Essien, Lampard, Cole y compañía, amigos del gran entrenador Mourinho han quedado destrozados anímicamente, y la desbandada para el curso venidero se prevé masiva. El equipo londinense puede estar dando los útimos retazos de su gran proyecto.
Aún no ha muerto, pero está cerca de ello, el ego de Abramovich ha sido la causa de todos los males. El dinero no da la felicidad querido Roman.
Antonio Blanca
¿De quién es la culpa? ¿A qué o a quién se puede deber la crisis en la que ha entrado el Chelsea? Son varios los interrogantes que se abren esta temporada de 2007/2008 en torno al club londinense. Para empezar la no por sorprendente, esperada marcha del brillante técnico, José Mourinho. El Chelsea ha vivido con el portugués su página más brillante de toda su historia, con dos Premier, FA Cup y dos Copas de la liga. Faltó el colofón de la Champions, el trofeo con el que el magnate ruso dueño del club pierde el sueño. El equipo se quedó varias veces a las puertas de la gran final, pero ante la mala suerte y las jugarretas arbitrales (gol de Luis García para el Liverpool en Anfield Road que no fue), poco pudo hacer Mourinho.
La inversión que Abramovich ha realizado en estas tres temporadas en el Chelsea ha sido brutal, desorbitada, inflando el mercado hasta que tan sólo el Real Madrid ha sido capaz de aguantar el ritmo frenético de despilfarro de euros. Muchos fichajes, estrellas para que el Chelsea fuese un gigante del fútbol europeo, para que el cetro de la "orejuda" fuese a parar a Londres, al aristocrático barrio de la ciudad cosmopolita. No se consiguió tal logro, y el "cappo" ruso decidió cortar el grifo de dinero y traerse a Ballack y Shevchenko sin la petición del técnico luso, alterando la convivencia del vestuario que hasta hace dos semanas remaba al son que marcaba "Mou".
Shevchenko, amigo íntimo de Roman Abramovich y defenestrado por Mourinho, ha sido probablemente la causa principal que propició la ruptura del matrimonio bien avenido y la llegada al banco del entrenador israelí Avram Grant, perfecto para lo que el multimillonario ruso quiere, un monigote que se deje mangonear fácilmente. Una pena, que un proyecto tan fuerte, tan firme, con la mayoría de los jugadores implicados, con toda la afición volcada, se haya visto truncado por las ansias de poder de este aburrido tirano.
Ahora queda ver que ocurre esta temporada, porque el equipo no juega bien. Está incómodo, triste, y cada partido le supone una amarga agonía desde el primer minuto hasta que suena el pitido final. Los Drogba, Terry, Essien, Lampard, Cole y compañía, amigos del gran entrenador Mourinho han quedado destrozados anímicamente, y la desbandada para el curso venidero se prevé masiva. El equipo londinense puede estar dando los útimos retazos de su gran proyecto.
Aún no ha muerto, pero está cerca de ello, el ego de Abramovich ha sido la causa de todos los males. El dinero no da la felicidad querido Roman.
2 comentarios:
Abramovich déspota, mourinho chulo, chelsea patetico. el grande de inglaterra es el liverpool, jajaja
es verda k el xelsea a firmao a ten cate¿? gracia
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