EUROPA LE DEBES UNA

Victoria del Manchester United en la tanda de penaltis en la final de la Copa de Europa ante un Chelsea que mereció muchísimo más que la cruel derrota

Antonio Blanca

Iba a ser el partido de Cristiano Ronaldo, el luso se iba a consagrar como mejor jugador del mundo, expediría certificado de futuro Balón de Oro en diciembre de 2008 (a expensas de lo que ocurra en la Euro), y todos nos redimiríamos ante la descomunal potencia y sobredosis de calidad del ‘7’ del United, pero no fue él el MVP del encuentro, y eso que anotó un gol, no brilló con la luz esperada, es más, apunto estuvo de convertirse en villano para la afición de los “reds devils” cuando marraba el penalti número tres en la fatídica tanda, pero la varita mágica del azar se alió con el portugués, y al final las lágrimas vertidas por Ronaldo fueron las de la alegría por conquistar el trofeo más importante a nivel de clubes, la Copa de Europa, la “orejuda”. Su compañero Van der Sar que trece años después se volvía a proclamar campeón fue el mejor del partido.

Se llevó el gato al agua el Manchester que conquistó así su tercera Champions e hizo justicia con un futbolista excepcional como el galés Ryan Giggs, que tuvo el privilegio y el honor de levantar la Copa de Europa al cielo de Moscú, rondando las dos de la madrugada hora local, para orgullo propio y de toda la marea roja que acompañó a los “Fergie Babes” en la noche de ayer miércoles. Tres Copas de Europa para los ingleses que anoche no merecieron tan grandísimo premio. No han perdido ninguna final, parece que cada cierto tiempo los astros se confabulan en pro de los de Manchester. ¿Quién no recuerda esos 120 segundos del Camp Nou al final del partido para arrebatarle una Champions al Bayern de Munich que ya prendía por media asa? Ayer pasó algo similar, esta vez en la lotería de los penaltis, antes el Chelsea fue muy superior, incluso dio dos palos, pero la diosa fortuna quiso serle esquiva a los “blues”, y el United que tenía todo perdido cuando se iba a lanzar el quinto penalti (por el mencionado fallo de Cristiano Ronaldo), le dio la vuelta a la vida, como le ha pasado a un gran defensa como Terry, su tobillo izquierdo le traicionó bajo el diluvio universal moscovita, se resbaló antes de golpear a la pelota, y su lanzamiento lanzado con buena intención, engañando a Van der Sar salió fuera. ¡Qué manera tan atroz de errar el penalti decisivo! El Manchester no falló más en la muerte súbita, Anelka puso fin al sueño de Abramovich y el Chelsea al lanzar de forma calamitosa el séptimo penal. Severo castigo, cruel e inmerecido, pero el fútbol es así, el Chelsea puso el fútbol, el valor y las ganas, también el llanto desconsolado de la cruda derrota, el Manchester United tuvo la suerte a su lado, y al final se alzó con el ansiado entorchado, puso las sonrisas y los cantos de “We are the Champions”.

Cuatro años tardó el Chelsea en presentarse en una final de Champions, tras tres intentos en semifinales, y sendas caídas en el último paso. En esta edición de 2008 sí lograron meterse en el postrimer partido previo a entrar en la historia, a disfrutar de la gloria. Lo merecía el Chelsea. Por juego, por inversión, por afición, por el equipo, un sueño tan buscado que debía hacerse realidad, pero que no pudo ser anoche. Soy de los que cree en la máxima justicia y divina futbolística, y como el fútbol le debe una Copa del Rey al Getafe, anoche puso en su lista de cuentas pendientes una Copa de Europa para el Chelsea, que no pudo llegar antes con Mourinho y que anoche sin él en el banco se le escapó cuando sólo le bastaba un tiro acertado desde los once metros.

Los noventa minutos reglamentarios estuvieron plagados de emoción, de pelea dura y deportiva, alto voltaje. El United de Ferguson dominó treinta minutos el partido, en el 26 anotó Ronaldo de cabeza, e incluso pudieron matar la final en esos compases iniciales los restantes sesenta minutos así como la primera parte de la prórroga fueron del Chelsea. Rozando el descanso anotó Lampard el gol del empate. La suerte esquiva en toda la noche con el Chelsea, larguero de Lampard, palo de Droga (el costa marfileño no estuvo a la altura esperada), dos penaltis no pitados por Lubos Michel, expulsión inventada de Drogba en la segunda parte de la prórroga a cuatro minutos del final del choque (¿qué hubiera ocurrido en la tanda de penaltis si el ‘11’ hubiese lanzado?). Hipótesis, pero con algo de certeza que esconde un desenlace distinto al acaecido.

Moralmente el Chelsea debe estar muy satisfecho con el esfuerzo derrochado sobre el verde de Moscú, merecieron ser los vencedores, pero al final lo que cuenta es no quien debió ser el ganador, sino quién ganó y ese fue el Manchester United. Europa le debes una a los de azul.