De
nuestros cuatro equipos españoles en Copa de Europa, Valencia y Málaga ganaron,
el Madrid empató in extremis y el Barcelona sucumbió en
Glasgow
Antonio Blanca
Con
acento andaluz está viniendo esta edición de la Liga de Campeones. Aroma a
espeto de La Victoria, a boquerones adobados, a vino dulce, a verdiales, a
Málaga pura, que ya no solo se conoce por ser la capital de la Costa del Sol,
su equipo de fútbol está de moda en el viejo continente, el Málaga de
Pellegrini está siendo un ejemplo, no cobra, le prometen pagos que no llegan y
sus jugadores con una actitud loable y profesional está dando toda una lección.
Que nadie venga a acusar a ningún jugador de la plantilla malacitana de
mercenario, porque son jugadores de fútbol como la copa de un pino. El jeque “dueño”
del club es el punto oscuro, el lado negativo que pone la inestabilidad en el
plano económico, porque Pellegrini recuerda al chileno avispado que sedujo a
todos los aficionados con el Villarreal, muy distante de ese hombre melancólico
que parecía no saber de fútbol al sentarse en el Santiago Bernabéu, puede ser
que el Madrid le viniera ancho en ese instante, porque el club merengue quema y
mucho, más que ningún otro, tanto que hasta el tizón Mourinho lo pasa mal
muchas veces.
Viajó
el Málaga a Milan, para salir a jugarle de tú a tú al siete veces campeón de
Europa, ahora en horas bajas, pero sigue siendo el Milan. Isco, Iturra,
Saviola, Eliseu… menudo partidazo. Si en el primer tiempo hubieran estado
acertados el empate final a uno no hubiera sido tal, sino que los de Pellegrini
que ya están en octavos de final, siendo el primer equipo en lograrlo esta
campaña, a los que les falta un solo punto para ser matemáticamente primeros,
hubieran dado un punto más de caché a una clasificación histórica llevándose
los tres puntos de San Siro. En la segunda parte el Milan sacó su orgullo y el
Málaga lo pasó mal durante veinte minutos, en los que Pato empató el choque. Reparto
de puntos y a otra cosa, en Copa de Europa los deberes están hechos y con
sobresaliente.
El
Madrid de este año carece de ese instinto asesino que lo llevó el año pasado a
arrasar a sus rivales (salvo la ida en las semifinales en Múnich). El Borussia
de Dortmund y en dos partidos ha sido mejor que el Mou’s eleven. Si hubiera sido una ronda eliminatoria los blancos
estarían apeados de la Champions. La defensa
el martes hizo aguas, una vez más, y se está constatando que sin Ramos en
compañía de Pepe, el portugués pierde la cabeza en no pocas ocasiones. Varane
que para su envergadura es un rayo, le echó un capote en tres lances que
pudieron ser decisivos. Jugaron Modric y Alonso y se creó el mismo fútbol que
si hubieran sido alienados Essien y Khedira. Por cierto, cuando saltó Michael
Essien el Madrid palmaba y el ghanés le dio un equilibrio que el equipo no tenía
hasta ese momento. Modric no es buen futbolista, es muy bueno, pero se le han
dado unos galones que no se ha ganado aún. Todavía no se ha adaptado al Real
Madrid, tiempo, de momento sus 36 millones se antojan caros. Tendrá que
demostrar que vale para jugar en el Real. Ronaldo anduvo cansino, intentándolo
pero con la pólvora mojada y el equipo de Mourinho nota y mucho cuando el
portugués no ve puerta. Higuaín fiel a sí mismo estuvo nulo, y Arbeloa que no
es lateral izquierdo se comió uno de los dos goles, Casillas ayudó no atajando
el zapatazo de Reus. El segundo gol, el de Goetze no debió subir al marcador,
el alemán se ayudó con el brazo. En la segunda parte el Madrid tiró de casta y corazón,
buscando las noches mágicas europeas del Bernabéu, y esa magia apareció en el
minuto 90, cuando Ronaldo le cedió a Ozil un lanzamiento de falta. El alemán me
parece que ha tirado dos faltas y ha marcado las dos. 100% de efectividad, no
como el portugués que no dudo que ensaye los tiros de falta, pero que debe ir
retirándose de esta suerte. Ozil sacó su lámpara y con la zurda elevó el cuero
para sobrepasar la barrera, que la pelota besara la cepa del poste y se colara.
Alivio máximo para el Madrid que con ese gol evitaba una derrota que le habría
puesto en un cara o cruz en los dos partidos que restan. Ahora pueden ser
incluso primeros de grupo.
Ayer
miércoles el Barcelona salió en Glasgow ante el Celtic confiado. Los compases
iniciales del partido invitaban a pensar en goleada a domicilio, pero Foster,
el portero del equipo escocés, sacaba manos cual pulpo. Una, otra y otra
parada, colosal la actuación del cancerbero. Se adelantaron los de las islas
con un cabezazo de Wanyama. El Barça de Vilanova no supo meter mano al Celtic. Careciente
de plan B fue un monólogo de posesión sin peligro. Los del Celtic se dedicaron
a defender y muy bien, en plan Chelsea. Alguna ocasión hubo, dos postes, uno de
Messi y otro de Alexis. Villa que también dispuso de minutos tuvo un nuevo encontronazo
con el astro argentino, lo que viene a evidenciar que las cosas al asturiano no
le van bien en Barcelona, al no reírle las gracias a Messi, David se ve
defenestrado. El Celtic marcó el 2-0 en una contra en la que toda la defensa
naufragó, Xavi también y Watt dio la puntilla. Ya en el descuento Messi
aprovechó el rechace de un paradón de Foster y marcó el tanto culé que no valió
más que para dedicárselo a su hijo nacido hace pocos días.
El
Valencia de Pellegrino venció y bien al BATE Borisov, 4-2. Jonás, Soldado y
Feghouli con dos goles fueron los autores más significativos de la fiesta de
Mestalla. Los bielorrusos se vinieron abajo pronto y el partido discurrió con
tranquilidad para el Valencia salvo susto final. Soldado sacó una actitud
macarra al agredir a Bordachev, debió ser expulsado por el puñetazo que le
propinó al jugador del BATE, pero el árbitro no lo vio, pero habrá que estar
atentos por si la UEFA entra de oficio. Fue un lance desafortunado que nunca
debió llevar a cabo un jugador de la talla del ‘9’ che. Victoria que pone al Valencia
muy cerca de los octavos y con la primera plaza a tiro de piedra.