Jordi Grimau
El Barcelona se verá las caras con el Real
Madrid en las semifinales de la Copa del Rey después de reinar en la
batalla vivida este jueves en La Rosaleda, donde los culés derrotaron
(2-4) a un gran Málaga, en la vuelta de los cuartos de final, a base de
constancia y goles, a los cuales no sucumbieron los de Pellegrini hasta
los últimos minutos.
Los de Tito Vilanova, ausente por un nuevo viaje a Nueva York para
tratar su enfermedad, se agarraron a la Copa para defender su título y
citarse además con los de José Mourinho la próxima semana. El Barça
recuperó la sonrisa tras la derrota liguera en Anoeta y el agrio empate
(2-2) en la ida de estos cuartos. Todo ello, en medio de un ejercicio de
técnica y eficacia, que no tembló pese a las continuas respuestas
locales que vendieron caro el billete a 'semis'.
La primera mitad, una auténtica batalla. El Málaga comenzó
presionando pero el Barça tocaba con criterio y sin aparentes prisas,
aunque pronto llegaron las combinaciones cerca del área de Kameni. En la
segunda, llegó el primero de la noche para los blaugranas. Xavi abrió a
la banda de Alves y el brasileño encontró a Pedro en el área para que
el canario pusiera el (0-1) de cabeza.
El Málaga, a la altura del choque, respondió inmediatamente. Una
buena jugada de los locales fue culminada como un auténtico 'killer' por
el infatigable Joaquín, que puso el 1-1 en el minuto 12, apenas tres
después del tanto visitante. Pese al mal estado del campo, ambos equipos
no renunciaban a tocar el balón y el partido se convirtió en un intento
continuo por alcanzar la portería rival.
A pesar de la tensión en cada jugada, las ocasiones no volvieron
hasta el minuto 25, cuando Messi perdonó en un mano a mano con Kameni, y
en una recta final trepidante. Los últimos minutos de la primera mitad
dejaron un nuevo zafarrancho de tentativas en ambas porterías. Primero
el Málaga, con un balón a la espalda de la zaga culé que Santa Cruz
apunto estuvo de definir. Después el Barça, con un larguerazo de Iniesta
después de quedarse solo ante el meta rival tras una pared con Messi.
Ya en la segunda mitad, el Barça volvió a golpear primero. Apenas
cuatro minutos de la reanudación, Piqué pudo celebrar su recién
estrenada paternidad con un gol vital para los suyos (1-2). El genio de
Fuentealbilla asistió al central en el área y éste, ganando la espalda a
Weligton, controló de forma exquisita para batir al meta camerunés del
Málaga.
A partir de ahí, y tal y como pedía Jordi Roura desde el
banquillo, el conjunto culé trató de calmar el partido, dominar el balón
y así las ocasiones. El esfuerzo de la primera mitad comenzó a
desactivar alguno de los puntales de Pellegrini lo cual trajo el primer
cambio en la filas andaluzas: Duda por Portillo. Antes, Weligton pudo en
parte enmendar su error cortando un pase de la muerte de Alba a Messi.
Pese a la superioridad del Barça, el Málaga estaba metido en la
eliminatoria ya que un gol local forzaba la prórroga. Fiel al trepidante
guión, el Barcelona no sentenció y el empate llegó para el delirio de
La Rosaleda. Aprovechando las protestas en ataque de los culés, que se
quedaron parados tras un pisotón de Weligton a Cesc, el Málaga montó la
contra y Santa Cruz batió de disparo cruzado a Pinto (2-2).
La respuesta del Málaga fue encomiable y el partido empezaba de
nuevo a falta de 20 minutos para el final, pero entonces llegó el golpe
definitivo del campeón. Cesc e Iniesta fabricaron el tercero, obra del
manchego (2-3), y dos minutos después, Messi, que no podía faltar a la
cita, sentenció (2-4) de cabeza esta 'final' anticipada en enero, tras
una asistencia del mejor Alves. Luchó el Málaga, pero el Barça impuso su
superioridad para verse las caras con el eterno rival en semifinales.