jueves, 10 de octubre de 2013

EN LA MENTE DE TODOS



Tanto detractores como fans del técnico portugués José Mourinho lo añoran para bien o para mal, sobre todo con este inicio titubeante del Madrid

Antonio Blanca

José Mourinho se fue del Real Madrid tras una campaña abyecta y jamás vista anteriormente en España. El portugués fue acusado de tantas cosas que resulta incluso sorprendente no verlo tildado como máximo culpable de la crisis económica que azota a medio mundo.

Se dijo que intentaba cargarse a la selección, que su fútbol era rácano y defensivo (121 goles marcó el equipo en la Liga de los récords), que armó un clan portugués y que estaba intentando dañar la carrera de un Iker Casillas que se pasó los primeros meses de 2013 en el banquillo. Que se partiera la mano y estuviera lesionado tres meses era lo de menos.

Cierta ‘prensa’ acudió también al trillado argumento de los valores y el señorío, palabras que, curiosamente, gritan los mismos que años atrás taparon los escándalos de Ramón Calderón para así tener la palmadita del ex presidente blanco cada día. Un sujeto ahora imputado y que llenó al Madrid de caos y corrupción.

Hace meses tuvo lugar el sonado adiós. El madridismo, ilusionado desde junio, esperaba celebrar la Décima en septiembre, una nueva Liga en noviembre y la Copa del Rey en enero. Sin embargo, se ha encontrado con un equipo anárquico y roto. El Real Madrid 'Pre Mou' en la era 'Post Mou'.

Alguno podría esgrimir que por donde “Mou” pasa se quema toda la hierba. Eso es del todo falso, una falacia como la Catedral de Sevilla de grande (que es la de mayor extensión de Europa). Cuando Mourinho salió del Oporto dejó a un equipo campeón de Europa y de Liga portuguesa. Cuando Abravomich  lo echó (posteriormente se arrepintió) del Chelsea londinense ese año el equipo disputó la final de la Champions. En el Inter de Milan aún lloran su salida, puesto que casi con la misma plantilla con la que conquistó la Copa de Europa, el año siguiente Benítez se despeñó.

Carlo Ancelotti, su sucesor en el Real Madrid prometió espectáculo, buen juego y victorias. De las dos primeras promesas no hay ni rastro. De la tercera, a medias. El italiano pensaba que venía al mejor club del mundo, pero la realidad lo ha situado en la entidad más viciada del planeta.

En el Real Madrid mandan cuatro niños caprichosos, crecidos gracias a los aplausos de un amplio sector de la prensa. Es como el niño que se dedica a hacer gamberradas en clase y va cada vez a más espoleado por las cómplices risas de sus compañeros de aula.

Mourinho intentó evitar eso. Quiso hermetizar el equipo. Se cargó un falso señorío para intentar reconstruir un club de fútbol. Defendió la institución hasta la saciedad (¿quién la defiende ahora cuando se la atacan desde otros clubes o instituciones?). No lo consiguió. Lo único que encontró fue una herejía basada en el ataque personal, el insulto fácil y una lluvia exagerada de falacias. Aparte de una vergonzosa intromisión en su vida íntima y persecución a su familia (para mí la gran causa por la que se ha ido).

Ahora, con octubre en el horizonte, el madridismo se pregunta qué está fallando en un equipo que no encuentra el rumbo pese a contar con una de las mejores plantillas que se recuerdan. Quizá haya que olvidarse del cuerpo técnico y centrar las miradas en una serie de futbolistas que se cargaron un proyecto ambicioso y van camino de hacer un daño irreparable.

Puede que muchos deban quitarse la venda de los ojos y buscar la verdad en lugar de esquivarla. Eso, o pedirle a alguien que dé la cara y asuma galones. Por ejemplo, al capitán, que parece invisible desde que descubrió que Ancelotti prefiere a Diego López en el arco. ¿Imagináis que Iker Casillas se olvida de su situación personal y sus amistades externas al club e intenta construir unidad dentro del Real Madrid? Tiene que retornar ese Iker maduro y serio. Por su bien y el del club.