Carlos de Blas
El Real Madrid busca su primer Mundial de Clubes, el único título que
falta en sus abarrotadas vitrinas, y poner el broche de oro al año en
el que conquistó su ansiada décima Copa de Europa, para lo que tendrá
que superar la pasión del San Lorenzo argentino, que disputará el
partido de su vida.
Solamente el poder de la ilusión puede recortar la abismal diferencia
de calidad que separa al Real Madrid del San Lorenzo. El presente marca
una distancia futbolística abismal entre clubes millonarios y un
fútbol, el argentino, obligado a exportar cada vez más jóvenes a sus
estrellas. Aunque el fútbol está repleto de gestas de equipos menores y
el equipo del Papa Francisco sueña con protagonizar una en el Gran
Estadio de Marrakech.
Un presupuesto de 500 millones de euros ante otro que no llega a los
10. Aunque en el pasado no lo fue todo y en su única aparición hasta
ahora en el Mundial de Clubes, el Real Madrid dejó una imagen que debe
ser borrada. Fue en el año 2000, cuando acabó cuarto, y perdió la final
de consolación ante el Necaxa mexicano en los penaltis tras jugar con
nueve futbolistas por las expulsiones de Roberto Carlos y Guti.
En plena racha histórica de triunfos, 21, y récord de goles de un equipo español, el Real Madrid quiere cerrar 2014 a lo grande.
El defensa español sufrió una sobrecarga en semifinales y todo indica
que nadie le moverá de su sitio en el centro de la zaga. El colombiano
está recuperado de su lesión en un gemelo, pero el técnico italiano debe
decidir entre arriesgar en un partido que se perfila duro o dar
continuidad a Illarramendi, que ha dado un paso adelante y supera al
alemán Khedira en la lucha por un puesto en la medular.
Mucho tendrá que cambiar la imagen el San Lorenzo. En semifinales
estuvo a punto de ser eliminado por un equipo semiprofesional como el
Auckland City. En la grada golearán los cánticos argentinos. Se esperan 11.000 seguidores del San Lorenzo.