domingo, 21 de diciembre de 2014

EL MUNDO ES BLANCO

Carlos de Blas

Otra vez la cabeza de Sergio Ramos lanzó al Madrid a la conquista del Mundial de clubes. El equipo de Ancelotti cerró su brillante 2014, en el que ha ganado cuatro títulos, proclamandose campeón de esta competición por primera vez. Venció en la final a un dimitido en términos ofensivos San Lorenzo de Almagro, que aguantó hasta que la cabeza del central desmontó un andamiaje que le había dado a los argentinos para encharcar el partido y convertirlo en un batiburrillo de faltas, montoneras y protestas. Abotargado en la trampa del Ciclón, fue de nuevo un testarazo de Ramos, igual que en Lisboa, Munich o la semifinal del Mundialito lo que cambió la historia para el Madrid. Sentenció Bale en una segunda mitad en la que los sudamericanos no pudieron meter una marcha más para girar su destino.

Asumida la inferioridad, San Lorenzo se asomó a la final con las intenciones claras. Minar el centro del campo, vencer en todas las guerrillas soterradas, rascar las espinilleras de los rivales y desactivar a los volantes y delanteros del Madrid. Hasta el gol de Ramos, el plan diseñado por Bauza salió a la perfección. Aprovechó todo el conjunto de Boedo para enmarañar la contienda y alejarla del fútbol. Cancheros por ADN, su actitud hacia el árbitro guatemalteco fue la que tiene una clase de secundaria cuando llega un profesor sustituto. Cada encontronazo lo convirtió San Lorenzo en una revuelta.

Sin juego, ni cadencia, ni siquiera tuvo el campeón de Europa las nítidas ocasiones que siempre genera el aplastamiento de sus delanteros, que necesitan de poca elaboración a sus espaldas para amenazar a los porteros. Apenas un par de escaramuzas desde fuera del área de Cristiano Ronaldo y otro de Benzema fue el único tajo de Torrico.

Limitado a la destrucción, que ejecutó con disciplina, no hubo noticias de San Lorenzo del Almagro cerca de Casillas, completamente inédito hasta el minuto 65, cuando la contienda ya estaba alejada del azar tras el gol de Bale. Con mayor o menor influencia en el juego, el galés es un hombre de finales. Dio la victoria al Madrid en la Copa ante el Barcelona, desniveló la prórroga en Lisboa y volvió a cantar bingo en esta final. Antes había vuelvo a avistar la tierra prometida Ramos. Qué manera de cerrar el año para un futbolista que definitivamente se ha subrayado en la historia del club. Héroe ante el Atlético, tumbó la resistencia de San Lorenzo con un remate inapelable, aprovechando un centro de Kroos al corazón del área.

Fue esclarecedora la actitud de San Lorenzo incluso con dos tantos de desventaja. No se estiró el equipo argentino buscando una remontada imposible que hubiera conducido a una probable goleada. Entendió y compró el Madrid este armisticio y se limitó a gestionar un botín a todas luces suficiente. Las únicas ocasiones ciertamente peligrosas de San lorenzo llegaron en los últimos minutos con sendos disparos de fuera del área bien repelido por el portero, uno de los ganadores de Marruecos.

Dos partidos marcados por la suficiencia y el control de esfuerzos y riesgos marcaron la ruta del Madrid por un torneo en el que la diferencia respecto a sus competidores era sideral. En la final del Mundial de clubes, el Ciclón fue el Madrid. El Ciclón fue Sergio Ramos, duda hasta el último minuto, certeza para la eternidad blanca.