Antonio Blanca
Arrogante, chulo, mal perdedor, llorón, egocéntrico y muchos más adjetivos
peyorativos para definir a Cristiano Ronaldo. Tal vez su ambición desmedida,
ser uno de los mejores jugadores del mundo y no avergonzarse de ello, sino
estar orgulloso 100% de sus logros obtenidos a base de esfuerzo y tesón sin que
nadie se los regale, no esté bien visto en la sociedad políticamente correcta
que nos rodea, en la que se prefiere la mediocridad colectiva basada en una
igualdad anulativa de los valores individuales de cada uno (trabajo,
sacrificio, lucha, querer ser el mejor…). Lo dijo ya Sloterdijk, el orgullo no es un mal valor, no se tiene
que tener vergüenza de hacer gala de él, es el alrededor el que no lo desvirtúa.
Ronaldo tiene salidas de pata de banco. Comete errores
como todo el mundo. Estar en el foco permanente, ser el centro del ojo del
huracán, en ocasiones te glorifica y en otras te martiriza. En Córdoba se vio
la imagen B de Ronaldo. Se equivocó con la patada al contrario que
merecidamente le costó la expulsión. Hecho grave, explosión por su mal partido
y por la impotencia del equipo (todos estuvieron mal). Lo pagó con un rival,
muy mal. Ahora sanción, reflexión y a volver mejor.
Pero el hecho que más controversia genera es que
se retire del campo tocándose el escudo de mejor equipo del mundo. ¿Gesto desafiante,
humillante, de poca clase a la afición rival? Con las pulsaciones a mil, tras
una acción muy desagradable con un rival, Ronaldo reaccionó así. Pudo equivocarse,
sí (mejor hubiera sido hacerlo ante otro rival, no un modesto que les dio un
baño de fútbol), pero tampoco merece ese martilleo y lapidación social a la que
ahora se le quiere someter. Es lo que tiene estar entre los más grandes, los
envidiosos están ahítos de una metedura pata para vociferarla a los cuatro
vientos.
Un jugador al que insultaban constantemente en
todos los campos llamándole “ese portugués, que hijo puta es” (ayer no recibió
ni un solo insulto), al que dan patadas sin ton ni son (no en este partido), al
que le pueden abrir el pómulo y no pitar ni falta. Cuándo pega se ve. Debe controlarse
aún más, aunque es muy humano estallar de vez en cuando, incluso tras un
desamor, ¡que ojo!, no es excusa.
El portugués se equivocó. Lo sabe. Pidió perdón
a los minutos siguientes. El jugador (Edimar) con el que tuvo el lance le
perdonó. Otro rival (Bebé) habló de su grandeza humana. Les honra también a
ellos.
Vivimos en una sociedad en la que gestos así son considerados una blasfemia
casi mortífera, aunque el autor pida perdón momentos después, y luego se alaba
sin ton ni son a quiénes nos roban defraudando a hacienda (¿ha pedido perdón
alguno por ello?), o malversando fondos públicos o se ve con total normalidad
que asesinos campen a sus anchas por las calles, y casi nadie arrastra bilis y
pide crucifixión en plaza pública.
Ronaldo se equivocó en la agresión, pagará por ello (Competición entrará de
oficio casi seguro al ser el portugués, aunque el colegiado en el acta no
reflejara agresión. Ya lo hizo cuando lo expulsaron en Bilbao interpretando el
acta arbitral). El gesto del escudo, arma arrojadiza. Porque, nadie ve provocación
cuándo algún futbolista se lo besa al marcar un gol, o se quita el brazalete de
capitán con la Senyera en el estadio
del máximo rival y lo besa mirando a la grada tras correr hacia ella. Eso no es
provocación, en absoluto, es desahogo, salvo que lo haga Cristiano.
Un hombre cuyas acciones y ayudas a favor de la sociedad no tienen el eco
merecido, la repercusión que se le da a sus errores, todos en el césped,
ninguno fuera de él. Ronaldo no está imputado judicialmente, Ronaldo no ha sido
multado por la policía, Ronaldo no ha estado relacionado con asuntos de
prostitución, Ronaldo no se ha visto involucrado en peleas en discotecas,
Ronaldo no está relacionado en asuntos de estafa, Ronaldo está limpio
socialmente, guste o no.
Ronaldo, un
hombre que ayudó a Erik, un niño con displasia cortical (sufría 30 ataques de
epilepsia al día), donando sus botas y camiseta primero y luego pagándole el
tratamiento completo.
También ayudó a un niño canario, Nuhazet hasta que
la vida le acompañó. Un niño que tenía metástasis en la columna vertebral desde
los dos años. Corrió con todos los gastos de su tratamiento en Estados Unidos,
y lo llevó a su palco del Santiago Bernabéu en varias ocasiones.
Ronaldo que tiene por costumbre visitar de vez en cuando algunos hospitales
de la ciudad de Madrid sin llamar a los medios de comunicación, anónimamente. Pasa
por la planta infantil y departe con los más pequeños, contando sus aventuras
futbolísticas. El objetivo, conseguir que los niños olviden su estancia en el hospital
durante unos instantes. Incluso, en alguna ocasión que ha acudido a pasar pruebas
médicas por culpa de lesiones propias del fútbol, el portugués ha tenido gestos
con pacientes ingresados, especialmente en la clínica La Moraleja de Sanitas.
A todos los niños de la planta de oncología de Montepríncipe se los llevó a
la final de Lisboa, corriendo él con todos los gastos. Estas cosas no se
publican, primero porque él no quiere, segundo porque gusta más decir que el
portugués ha dilapidado un pastizal regalándole a sus compañeros relojes
valorados en más de 6000 euros. Me pregunto, ¿no puede hacer cada uno lo que
quiera con su dinero?
Otro
gesto más. En 2010, la isla de Madeira sufrió un temporal
que le generó importantísimos daños. Ronaldo no dio la espalda a los suyos,
aportó dinero y jugó un partido benéfico con los dos equipos de la Primera
portuguesa de la región. Ronaldo también ha donado dinero al terremoto de
Lorca, Bali e Indonesia.
Un gesto que cautivó a muchos y que sorprendió a otros fue cuando en plena
batalla de Iberia
con sus empleados y en los momentos en los que el futuro de la compañía corría
peligro, el portugués no dudó en apoyar a los trabajadores
defendiendo el futuro de la compañía aérea española.
Tal vez muchos se queden con otros gestos o simples frases del jugador
portugués (está triste, es guapo, es rico, le tienen envidia…)
Cristiano Ronaldo es donante activo de sangre, plasma y médula ósea. No lleva
tatuajes en su piel porque eso le impediría serlo.
Ya por no comentar su ejemplo de profesionalidad. Dedicación extra en el
gimnasio, puntualidad, sacrificio, compromiso. Dieta máximamente cuidada, sin
probar el alcohol…
Ronaldo subastó su bota de Oro de 2011 y donó el dinero a los afectados de
Gaza, del mismo modo que participa en las campañas organizadas por Save the children, y cada año dona
100.000 € a la Cruz Roja.
Este es Cristiano Ronaldo, para lo bueno y para lo malo. Sinceramente,
desde mi óptica personal, desde mis valores y principios, prefiero gente así,
que siempre vaya de frente, que pueda cometer errores (los admita y se
disculpe), pero que sean un ejemplo con mayúsculas para la sociedad.