Carlos de Blas
Dos golazos de Cristiano Ronaldo y Marcos Asensio pusieron
un broche de oro al triunfo del Real Madrid en el Camp Nou en el partido de ida
de la Supercopa de España. El 1-3 definitivo estuvo salpimentado por Piqué, que
abrió el marcador con un gol en propia meta, y por un sobrepasado De Burgos
Bengoetxea a los mandos del pito arbitral.
No fue un triunfo fácil para los blancos, pues tras una
primera parte marcada por el respeto de ambos y el rigor táctico, la segunda
mitad del partido se convirtió en un carrusel de ida y vuelta tras el gol en
propia puerta de Piqué al tratar de cortar un centro raso de Marcelo en el
minuto 50. En medio de la locura, el árbitro puso de su parte al caer en la
trampa de Suárez pitando su simulada caída en un corte con Navas en la línea de
fondo a poco menos de un cuarto de hora para el final. Cinco minutos después,
expulsaba a Cristiano Ronaldo tras enseñarle la segunda amarilla por simular
una caída en su duelo con Umtiti dentro del área. Aún así, el Real Madrid,
respondió al empate logrado por Messi de pena máxima con dos contraataques
finiquitados con el balón en el fondo de la red. Primero fue Ronaldo en el
minuto 82, donde vio la primera de sus amarillas por quitarse la camiseta, y
luego Asensio en el 90, dejando encarrilado el segundo trofeo de la temporada
con el 1-3 del electrónico.
Antes, el guión del partido quedó dispuesto para que ambos
partidos lucieran sus mejores galas en sus onces iniciales, descontando la baja
de Modric por sanción y el banquillo para Ronaldo por falta de ritmo. Kovacic
fue el encargado de sustituir a su compatriota croata en una alineación calcada
a la de Skopje. Por el lado del Barcelona, Deulofeu fue el elegido por Valverde
para ocupar el hueco dejado por Neymar en el tridente de ataque azulgrana.
El cambio de Kovacic por Modric no fue un simple intercambio
de nombres sino que ZIdane modificó la misión del centrocampista. El croata se
olvidaría de crear y su primera orden era convertirse en la sombra de Messi.
Kovacic cumplió más que de sobra y no sólo ahogó la creación del Barcelona,
enfocada ahora más que nunca si cabe a la inspiración del argentino, sino que
de su destrucción nacían muchas de las jugadas de peligro blancas.
Esa pérdida de desequilibrio por acción -el marcaje de
Kovacic sobre Messi- y por omisión -ausencia de Modric-, deparó que el duelo
por hacerse con el control de la pelota en el centro del campo protagonizara la
primera mitad. Había acercamientos y combinaciones por parte de los dos
equipos, pero todo acababa en la línea de tres cuartos, sin apenas
oportunidades que probaran las habilidades de Ter Stegen o Navas.
Lo más cerca de llegar a un gol en la primera mitad estuvo
en la inspiración de Isco. Primero en el minuto 18, cuando en una internada en
el área por la izquierda abusó de balón ante el mareo al que sometió a Alba,
disparando sin demasiada fortuna fuera. Luego ya en el minuto 37, cuando en la
misma situación optó por cader la pelota al corazón del área donde Bale, de
primeras, probó los reflejos de Ter Stegen.
Ya en la segunda mitad, con los mismos protagonistas sobre
el césped, el paradigma cambió a los cinco minutos. El motivo, el tanto en
propia puerta de Piqué al desviar un centro raso de Marcelo al fondo de la red
cuando se lanzó al suelo para cazar el esférico. Con el 0-1, el Barcelona se
vio obligado a tomar más riesgos, llevando el partido a un ida y vuelta
frenético que a punto estuvo de volverse en su contra si no llega a ser por una
providencial intervención de Jordi Alba. El lateral salvó sobre la línea de gol
un remate a bocajarro de Carvajal tras recibir una ssitencia de Benzema tras
una fenomenal jugada del francés a base de bicicletas.
Influenciados por la presión alta de ambos equipos en la
primera mitad y que apenas está terminada la pretemporada, Valverde y Zidane
reaccionaron al unísono para meter los primeros cambios. Y es aquí donde
saltaron las costuras para el Barcelona. Si bien el francés mandaba a la banda
a calentar a Asensio y Cristiano Ronaldo, el técnico vasco hacía lo propio con
Denis Suárez y Paco Alcácer. Valverde puede poner un once inicial de garantías
para un equipo con el Barcelona; sin embargo, las aspiraciones de los azulgrana
para una temporada de éxito no tienen un banquillo de garantías al que
aferrarse para acomenter los pertinentes revulsivos a los que se pueda ver
abocado a lo largo de la temporada.
Así, primero en el minuto 58 y luego en el 68, abandonaron
el campo Deulofeu e Iniesta para dar entrada a Denis Suárez y Sergi Roberto por
parte del Barcelona: y Benzema y Kovacic para dar paso a Ronaldo y Asensio por
el lado blanco.
Lo cierto es que el Madrid acabó por acomodarse a la mínima
ventaja y el Barcelona aprovechó para repetir llegadas una y otra vez, saldadas
en su mayoría con un córner a su favor. El Madrid buscó la reacción
aprovechándose de dos pérdidas culés en tres cuartos, acabando una de ellas en
gol anulado a Ronaldo por fuera de juego. A su vez, Busquets fallaba lo
infallable cuando se encontró con tiro franco ante la portería vacía después de
cazar un balón dividido dentro del área.
Con el partido desatado, entró en acción la picaresca
uruguaya. Suárez aprovechó un encontronazo con Navas en la línea de fondo para
inventarse una caída en la que picó De Burgos Bengoetxea. El costarricense no
tocó al delantero, pero éste acabó dolorido en el suelo víctima de un fantasmal
toque. Messi no desaprovechó el regalo e igualó el partido desde el punto de penalti.
Pero bastaron tres minutos para que llegara la respuesta
blanca. Y lo hizo en forma de golazo. En un contraataque fulminante, Isco mandó
la pelota en largo al desmarque de Ronaldo por la izquierda. El portugués
recibió la pelota quedándose en un mano a mano con Piqué, alq ue recortó hacia
el interior desde la frontal para mandar un zapatazo al palo largo inapelable
para Ter Stegen. Con la adrenalina por todo lo alto, el portugués pensó que las
amarillas en la Supercopa carecen de valor y optó por presumir de musculatura
del tren superior quitándose la camiseta y enseñándola a la grada al
"estilo Messi".
La boutade de Ronaldo acabó degenerando en expulsión cuando
instantes después el colegiado le mostraba la segunda por simular una caída
dentro del área. El calentón del 7 blanco degeneró en un empujón a De Burgos
antes de abandonar el terreno de juego, por lo que al final esa inocente
amarilla autoimpuesta minutos antes puede acabar en un largo período fuera de
los terrenos de juego.
Envalentonado por lo sucedido, sus compañeros no se
amilanaron y buscaron con empeño hurgar en la herida culé. Y como calco del 1-2
llegó el tercero. Esta vez fue Asensio el que recibió en el mismo punto,
también con Piqué enfrente, pero el balear no se lo pensó y apuntó a la
mismísima escuadra defendida por Ter Stegen en el primer palo. Con una
colocación milimétrica, la pelota entró saludando a la escuadra para besar las
mallas en el interior de la portería. Con esta obra de arte, el joven Asensio
sellaba con otro gol su pasaporte de debuts en todas las competiciones que ha
disputado con la camiseta blanca: Liga, Copa, Mundial de clubes, Liga de
Campeones, Supercopa de Europa y Supercopa de España.