jueves, 17 de agosto de 2017

EL MADRID HUMILLA A LA PAR QUE INDULTA AL BARCELONA

Carlos de Blas

Avisó en el partido de ida y sentenció en la vuelta en el Santiago Bernabéu. El Real Madrid no tuvo piedad del Barcelona y conquistó la Supercopa de España tras imponerse al Barcelona por 2 a 0. Un parcial final de 5-1 a favor de los blancos que va más allá de un traspié de pretemporada para sus rivales. La exhibición de buen juego y despliegue de toda su plantilla deja a los blancos como referencia indiscutible del fútbol español, europeo y mundial. Al otro lado, la salida de Neymar ha quedado como la puntilla definitiva a un equipo que agiganta la grieta entre plantilla y directiva a pasos agigantados. Un Barcelona que necesita refuerzos a menos de quince días del cierre de mercado.

Con el 1-3 quedaba la duda de si el Barcelona saldría al césped a demostrar que quizás fue un accidente lo visto en el Camp Nou. Valverde apostó por revolucionar su plantilla táctica lanzándose con un 3-5-2 sobre el papel con tres centrales y Alba y Sergi Roberto como carrileros adelantados. 3-5-2 sobre el papel porque al final lo que se acabó viendo fue un 5-3-2 al quedar acorralados por la presión alta del Real Madrid.

El equipo que salió con hambre y con ganas de demostrar cosas volvió a ser el conjunto blanco. La presión la situaba casi desde la línea de fondo del área de Ter Stegen. Modric volvió a la titularidad mientras que la ida de Asensio y Kovacic fue premiada con un puesto en la formación inicial. El otro cambio, Lucas Vázquez por Bale para acompañar a Benzema y Asensio.

Espoleados por la expulsión a Cristiano Ronaldo, sus compañeros no quisieron dejar pasar la oportunidad de hurgar en la herida de su rival histórico. Así, desde el primer momento, el dominio local se volvió asfixiante.No hubo que esperar mucho para ver el primer golpe. En el minuto 4, Asensio recogió un balón suelto tras un saque de banda a unos 35 metros de distancia de la portería. Con la inusitada decisión de aquel que no duda del enorme talento que atesora, se propuso emular el golazo de la ida con otro portento de su calibre. Sin pensárselo dos veces, levantó la cabeza, apuntó y mandó un cañonazo al fondo de la red. No habían pasado ni cinco minutos y el Bernabéu ya entraba en éxtasis.

El primer cuarto de hora valió para poner sobre la mesa tres nombres propios. Asensio, para dejar claro que pensar en Mbappé no es ninguna urgencia; Kovacic, reivindicando su progresión a centrocampista total y Varane para atestiguar que su relevo a Pepe como central titular es un hecho consumado sin dejar hueco para la duda. Coutinho y Demeblé son los nombre que suenan a la vez que sus clubes se niegan a la venta. Pocos días y muy largos esperan en las oficinas del club.

Al otro lado, lo que también iba quedando claro es que la reconstrucción del proyecto azulgrana va a ser hecha deprisa y corriendo. A falta de ver quién acompañará a Paulinho en el ticket de compra de los 222 millones, queda claro que ya Messi no es suficiente para mantener las intenciones de ganar títulos en todos los frentes posibles.

Esta noche, el argentino fue el único que puso luz en la creación azulgrana. Con la baja de Iniesta y Sergi Roberto anclado en la banda, Rakitic y André Gomes no llegaban al mínimo admisible para dominar el juego. Tan sólo cuando el Madrid retrasaba su presión, el Barcelona lograba acercarse al área de Navas.

Con ese pasito atrás, los blancos se acomodaron a un juego que tienen bien entrenado. Los contraataques se sucedieron y el segundo gol se rozaba. Un chut a la madera de Lucas Vázquez fue el aviso más claro, tras varios intentos de Kroos y Asensio dentro del área no del todo acertados.

Saboreando las mieles del gol, el Madrid volvió a dar un paso adelante y con ello, a anular a su rival. Anclados en su área, incapaz de robar la pelota, los azulgranas asistían con apatía al ensañamiento al que su histórico rival le estaba sometiendo. Olés del público a la vez que los jugadores se iban pasando la pelota con sucesivos taconazos uno detrás de otro. Pases, combinaciones e intentos de pases imposibles aprovechándose de un equipo de zombis vestidos de azulgrana.

Otro robo más, uno de los 17 que el Madrid logró en campo contrario en la primera parte, propició el segundo tanto local. Marcelo recibió la pelota por la izquierda y su centro acabó en los pies de Benzema, que de espaldas a Umtiti se dio la media vuelta en el área pequeña para batir a Ter Stegen sin problemas.

El 2-0 de los primeros 45 minutos se antojaba como recompensa insuficiente al dominio exhibido en el césped. La imagen de los culés era de derrota, alicaídos y sin ganas siquiera de meter la pierna en los duelos duros.

Por fortuna para ellos, la segunda mitad no fue más que un desfile hacia la entrega del trofeo. Pudo lograr el tanto el Barcelona, pero no fue más que porque los blancos ya sentían que el trabajo estaba hecho, no sin falta de razón. Valverde aprovechó los cambios para ir rectificando su esquema sobre el césped mientras que Zidane los hacía para que la afición premiara con ovaciones a los mejores de la Supercopa. Entraba Casemiro por Kovacic, Theo por Asensio y Ceballos por Kroos.


El partido que empezó en miércoles y acabó en jueves concluyó con un 2-0 que se sumaba para el 5-1 del global. Una diferencia amplia que refleja el hambre blanca y las necesidades azulgranas.