Carlos de Blas
Avisó en el partido de ida y sentenció en la vuelta en el
Santiago Bernabéu. El Real Madrid no tuvo piedad del Barcelona y conquistó la
Supercopa de España tras imponerse al Barcelona por 2 a 0. Un parcial final de
5-1 a favor de los blancos que va más allá de un traspié de pretemporada para
sus rivales. La exhibición de buen juego y despliegue de toda su plantilla deja
a los blancos como referencia indiscutible del fútbol español, europeo y mundial. Al otro lado, la
salida de Neymar ha quedado como la puntilla definitiva a un equipo que
agiganta la grieta entre plantilla y directiva a pasos agigantados. Un
Barcelona que necesita refuerzos a menos de quince días del cierre de mercado.
Con el 1-3 quedaba la duda de si el Barcelona saldría al
césped a demostrar que quizás fue un accidente lo visto en el Camp Nou.
Valverde apostó por revolucionar su plantilla táctica lanzándose con un 3-5-2
sobre el papel con tres centrales y Alba y Sergi Roberto como carrileros
adelantados. 3-5-2 sobre el papel porque al final lo que se acabó viendo fue un
5-3-2 al quedar acorralados por la presión alta del Real Madrid.
El equipo que salió con hambre y con ganas de demostrar
cosas volvió a ser el conjunto blanco. La presión la situaba casi desde la
línea de fondo del área de Ter Stegen. Modric volvió a la titularidad mientras
que la ida de Asensio y Kovacic fue premiada con un puesto en la formación
inicial. El otro cambio, Lucas Vázquez por Bale para acompañar a Benzema y
Asensio.
Espoleados por la expulsión a Cristiano Ronaldo, sus
compañeros no quisieron dejar pasar la oportunidad de hurgar en la herida de su
rival histórico. Así, desde el primer momento, el dominio local se volvió
asfixiante.No hubo que esperar mucho para ver el primer golpe. En el minuto 4,
Asensio recogió un balón suelto tras un saque de banda a unos 35 metros de
distancia de la portería. Con la inusitada decisión de aquel que no duda del
enorme talento que atesora, se propuso emular el golazo de la ida con otro
portento de su calibre. Sin pensárselo dos veces, levantó la cabeza, apuntó y
mandó un cañonazo al fondo de la red. No habían pasado ni cinco minutos y el
Bernabéu ya entraba en éxtasis.
El primer cuarto de hora valió para poner sobre la mesa tres
nombres propios. Asensio, para dejar claro que pensar en Mbappé no es ninguna
urgencia; Kovacic, reivindicando su progresión a centrocampista total y Varane
para atestiguar que su relevo a Pepe como central titular es un hecho consumado
sin dejar hueco para la duda. Coutinho y Demeblé son los nombre que suenan a la
vez que sus clubes se niegan a la venta. Pocos días y muy largos esperan en las
oficinas del club.
Al otro lado, lo que también iba quedando claro es que la
reconstrucción del proyecto azulgrana va a ser hecha deprisa y corriendo. A
falta de ver quién acompañará a Paulinho en el ticket de compra de los 222
millones, queda claro que ya Messi no es suficiente para mantener las
intenciones de ganar títulos en todos los frentes posibles.
Esta noche, el argentino fue el único que puso luz en la
creación azulgrana. Con la baja de Iniesta y Sergi Roberto anclado en la banda,
Rakitic y André Gomes no llegaban al mínimo admisible para dominar el juego.
Tan sólo cuando el Madrid retrasaba su presión, el Barcelona lograba acercarse
al área de Navas.
Con ese pasito atrás, los blancos se acomodaron a un juego
que tienen bien entrenado. Los contraataques se sucedieron y el segundo gol se
rozaba. Un chut a la madera de Lucas Vázquez fue el aviso más claro, tras
varios intentos de Kroos y Asensio dentro del área no del todo acertados.
Saboreando las mieles del gol, el Madrid volvió a dar un
paso adelante y con ello, a anular a su rival. Anclados en su área, incapaz de
robar la pelota, los azulgranas asistían con apatía al ensañamiento al que su
histórico rival le estaba sometiendo. Olés del público a la vez que los
jugadores se iban pasando la pelota con sucesivos taconazos uno detrás de otro.
Pases, combinaciones e intentos de pases imposibles aprovechándose de un equipo
de zombis vestidos de azulgrana.
Otro robo más, uno de los 17 que el Madrid logró en campo
contrario en la primera parte, propició el segundo tanto local. Marcelo recibió
la pelota por la izquierda y su centro acabó en los pies de Benzema, que de
espaldas a Umtiti se dio la media vuelta en el área pequeña para batir a Ter
Stegen sin problemas.
El 2-0 de los primeros 45 minutos se antojaba como
recompensa insuficiente al dominio exhibido en el césped. La imagen de los
culés era de derrota, alicaídos y sin ganas siquiera de meter la pierna en los
duelos duros.
Por fortuna para ellos, la segunda mitad no fue más que un
desfile hacia la entrega del trofeo. Pudo lograr el tanto el Barcelona, pero no
fue más que porque los blancos ya sentían que el trabajo estaba hecho, no sin
falta de razón. Valverde aprovechó los cambios para ir rectificando su esquema
sobre el césped mientras que Zidane los hacía para que la afición premiara con
ovaciones a los mejores de la Supercopa. Entraba Casemiro por Kovacic, Theo por
Asensio y Ceballos por Kroos.
El partido que empezó en miércoles y acabó en jueves
concluyó con un 2-0 que se sumaba para el 5-1 del global. Una diferencia amplia
que refleja el hambre blanca y las necesidades azulgranas.