Carlos de Blas
A España le bastaba con empatar ante Inglaterra para sellar
su acceso a la fase final de la Liga de Naciones, que guarda un puesto para la
Eurocopa de 2020. La victoria en Londres y la goleada ante Croacia diseñaron un
colchón que bien podría tender a la especulación nacional. Pero Luis Enrique
ordenó mantener la identidad atacante, más vertical que en la pasada década,
para afrontar lo que se desnudaría como un severo examen a la precisión y el
rigor táctico.
El asturiano reprodujo el 4-3-3 pero colocó a Nacho
-central-, Jonny -por Carvajal- y Marcos Alonso -lateral zurdo- en la renovada
zaga. Busquets se verían flanqueado por Saúl y Thiago, con Asensio e Iago Aspas
en e rol de extremo y Rodrigo en punta. Prosiguió con las rotaciones el
entrenador del conjunto local ante un bloque británico mejorado, que prescindió
definitivamernte de los tres zagueros. Plagió el dibujo rival Gareth Southgate
y suplió a Henderson y Stones -sancionados- con Dier y Gomez. Winks y Barkley
batallarían para que el tridente -Kane, Sterling y Rashford- resolviera en
vuelo. El duelo de estilos estaba servido.
Los favoritos saltaron al verde con la pretensión de herir a
los visitantes y marcar el territorio. Al galope de una circulación rápida en
los cinco minutos iniciales se encadenarían llegadas sobre el arco defendido
por Pickford. Thiago abrió el fuego al rematar, lamiendo el poste, una jugada
de estrategia fraguada entre Asensio e Iago Aspas. A continuación el meta del
Everton salvaría a los suyos con una suertura parada a la volea de Marcos
Alonso -en córner botado por el balear madridista-. Y una pérdida de Trippier,
presa de la presión española, se tradujo e la conducción de Asensio. Un
punterazo débil atrapado por el portero clausuraría el fogonazo.
También dio paso al equilibrio de fuerzas que reinaría
desde entonces. Los británicos evidenciaron competitividad y personalidad y
pasaron de replegar en cancha propia a alternar subidas de líneas que
trompicarían la placidez en la asociación española. Sin juego entre líneas,
Thiago, Saúl y Busquets naufragarían en la distribución, obligando a avanzar en
horizontal y estático. Mas, la anhelada superioridad por banda se vería
contrarrestada por las ayudas de Sterling y Rashford. Asensio y Aspas perdieron
influencia y Jonny y Marcos Alonso no sumarían en ataque y flaquearían en el
achique. Pasado el primer cuarto de hora el libreto de Southgate planteó un
nudo que congeló a los locales.
España sufriría impotencia en los lances individuales -a los
que quedó abocado ante la superioridad energética de la medular isleña- y, lo
peor de todo, padecería una desequilibrio táctico que acabó por desnudar a
'Lucho' las carencias por las que la selección patria ha abandonado los grandes
torneos precedentes antes de lo previsto. El creciente ardor inglés en fase
defensiva contaminó de dudas a sus contrincantes, y la otrora concatenación
segura y fluida de pases se tornó en una montonera de imprecisiones y fallos
técnicos. Perdido el ecuador del campo, restaba aferrarse a la concentración en
las coberturas. Pero ésta no despertaría.
Tras varios avisos de la amenaza latente que concernía
perder el cuero y ofrecer a los visitantes un contraataque, Inglaterra
sacudiría su frescura física con severidad. Sobre el característico fundamento
de la velocidad de transición y la primacía de la potencia anatómica dañaron de
forma sistemática a un equipo nacional partido. Saúl, Thiago y Busquets
navegaron sin rumbo en la ocupación de espacios y Harry Kane resplandeció en la
venenosa lectura de juego. El delantero del Tottenham, criticado por su mala
racha anotadora, se erigió en el mejor creador de futbol. De sus botas nació y
germinó la afrenta que devino en goleada antes del descanso.
Comenzó su estilosa maniobra de derribo, en el compás
vertiginoso del contragolpe, penalizando la apatía de Busquets en la marca. Le
llegó la redonda y puso en ignición a Rashfond. El jugador del United desbordó
en banda y centró para que Sterling batiera a De Gea con un cañonazo cruzado
-minuto 17-; localizaría una hectárea a su alrededor Kane en otro envío largo
que captó con clase y trazó una serie de amagos que nubló a tres peones
españoles. Todo ello para asistir al 0-2, autografiado por Rashford -minuto
30-; y en el 38 puso la guinda a su exhibición al alimentarse de los brazos
bajados de la retaguardia local al recibir un pase aéreo de Barkley y regalar a
Sterling el 0-3. Este último tanto retrataría la profunda desconexión a la que
fue empujada una España abatida. Los fantasmas del envés del pasteoreo de la
iniciativa habían regresado con un pelaje impío.
La peor cara colectiva rimaría con el desatino en el golpeo
a portería de elementos que debían trascender. Asensio reaccionaría al tanto
que mutó el envite en el correcalles deseado por los británicos con un
derechazo desde el pico del área y a las nubes. Y Saúl probaría, sin éxito, a
Pickford en un acción de pizarra, resultando el zurdazo al cielo de Marcos
Alonso el colofón atacante de unos 45 minutos calamitosos. La asimetría en la
actividad tras pérdida, en la atención a la cohesión esquemática, en el
derroche y compromiso, y en la convicción en el plan repartió los puntos y puso
a Luis Enrique en situación después de su dorado estreno en el banquillo
nacional. La posesión había rozado el 70%, pero la actitud defensiva y los
tiros a puerta se definieron como desfavorables (dos a tres).
La reanudación se desplegaría sin mayor interés que medir el
orgullo de unos y las ganas de reivindicación de otros. Saúl y Asensio
chutarían temprano -sin desafiar a Pickford- y los visitantes contemporizarían
con y sin el cuero. Repitieron el abrazo engañoso del modelo de achique y
contra, al tiempo que Jonny rozaba un penalti sobre Sterling, los creativos
patrios seguían desacertados en su relación con la redonda y Ceballos y Alcácer
sentaron a Saúl y Aspas -minuto 57-. Y el delantero levantino enviaría su
primer conectado con esférico a la red: cabezazo angulado maravilloso al córner
propuesto por Asensio -minuto 59-. La inyección pensada por 'Lucho' premiaba la
mejor actitud puesta en escena en el segundo tiempo.
El quemar del minutaje susurró metamorfosis. Los ingleses
cedieron metros y empezaron a sembrar pérdidas de tiempo. Un regate sobrado de
confianza de Pickford a Rodrigo le salió mal al arquero, que salvó la papeleta
agarrando al valencianista y despejando a córner. El ascenso español en la
agresividad redirigió la dirección del peligro y el portero del Leicester se
vio inquietado con continuidad. Ceballos tomó las riendas en la mediapunta y el
movimiento trasnformador del escenario se completó. Morata fue incluido a falta
de 20 minutos -se fue Rodrigo-, cuando Marcos Alonso mandó por encima del
larguero una falta en la frontal.
Southgate recuperó la zaga de tres defensas -cinco en esta
tesitura-, metiendo a Walker por Barkley, y confirmó el intento de poner el
candado al triunfo desde el catenaccio. Por tanto, una España volcada se
enfrentaba a una contrarreloj que pondría nota a su capacidad de inventiva ante
un muro de diez obreros. Sin embargo, sólo un centro-chut de Alcácer se
acercaría al objetivo -Pickford hubo de estirarse-. La presión a cancha
completa funcionaría, atrincherando a los británicos, y Thiago, Asensio, Morata
y Alcácer dispararían fuera de la diana. Marcos Alonso remataría al poste y
Ramos hizo el 2-3 en el descuento. Pero el respingo en todos los parámetros de
los jugadores nacionales no arribó a la orilla. La versión rocosa de los
semifinalistas del Mundial 2018 les bastaría para celebrar un clinic
inesperado. Luis Enrique tiene trabajo, si bien sigue siendo líder del grupo
(por dos puntos).