La cita de esta noche es mucho más que histórica para el Atlético de Madrid. La centenaria vida de este club, único representante español en competición europea (que nadie lo olvide), necesita seguir escribiendo páginas de gloria para acrecentar su grandeza y no tener que recurrir a la memoria histórica para recordar que no hace tanto era un coloso. Veinticuatro años sin disputar una final continental y otros 14 sin levantar un título son tiempo más que suficiente para finalizar un ciclo de excesiva sequía. Hamburgo representa la primera vía para abandonar esa terrible y profunda oscuridad; luego llegará Barcelona, pero la Europa League manda y los sueños de miles de rojiblancos están inmersos en la cita de esta noche con el Fulham.
La hipnótica y excesiva dicotomía Barça-Madrid imperante debe dejar paso al Atlético, que ha alcanzado la meta que muchos ansían, pero que sólo los elegidos disputan. Sólo el caprichoso volcán islandés ha irrumpido en escena para influir de tal manera que privará a muchos seguidores de presenciar una cita irrepetible en el caso colchonero.
El Fulham impone y es respetado desde las privilegiadas líneas rojiblancas que pretenden, sin suerte, descolgarse el cartel de favoritos. Quique Flores aseguró tener buen feeling en las horas previas a un choque en el que ya nada falta y sobra todo. El Atlético cuenta con todo su arsenal para descabezar al duro equipo inglés, pero nadie se fía de un irregular conjunto en la Premier y sobresaliente en la Europa League. Vidas paralelas, como bien acertó en señalar en la previa el astuto Roy Hodgson.
El sueño que persigue el Atlético es el de miles de almas rojiblancas, que empujarán en persona y espíritu. La ensoñación colchonera es más fuerte que la inglesa, pero la realidad debe plasmarse sobre el terreno de juego. Y ahí han de aparecer los héroes de un equipo que, otrora, fueron cuestionados y vilipendiados, y que en este trance serán llevados a los altarse si la Copa cae finalmente de su lado. De Gea, Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López, Assunçao, Raúl García, Simao, Reyes, Agüero y Forlán conforman el once para la gloria o el fracaso. Pero hoy, en el Atlético, nadie hace caso del tremendismo y el derrotismo que antaño afligió a un equipo dispuesto a volver a ser grande.