Las
semifinales de la Copa de Europa de la presente edición vienen marcadas por la
presencia de equipos de la Bundesliga y la BBVA
Antonio Blanca
¿Final
española? O por el contrario, ¿final alemana? O ni la una ni la otra, final
hispano teutona. Son las tres posibilidades que el sorteo del próximo viernes
nos arrojará para saber quién será el 25 de mayo en Wembley (Londres) el nuevo campeón de la Champions League. Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich y Borussia Dortmund han sido los clasificados, los supervivientes de esos 32
equipos que allá por el pasado septiembre de 2012 se ponían en liza. Solo
cuatro, dos por país, España y Alemania, ahora será el bombo de Nyon el que determine si tendremos
clásico en semifinales, o si el Madrid tendrá posible vendetta ante los dos alemanes, el Bayern por los penaltis del año pasado, o el Borussia que esta temporada y por dos veces le pintó la cara al Mou’s eleven.
Es
una verdadera lástima que el Málaga no esté entre los cuatro mejores equipos de
Europa esta campaña, porque se lo ha ganado con creces. Muy cruel la manera de
quedar apeada el equipo de Pellegrini en su primera incursión en la gran
competición del viejo continente. Un gol en fuera de juego en el minuto 94 en Dortmund les rompió el corazón a los
malacitanos y de paso a todos los que íbamos con el conjunto andaluz. Dicha
eliminación me recordó a la del Getafe hace unos años contra el Bayern de Munich. No creo que haya
complot contra el Málaga por parte de la UEFA, y no seré yo quien venga a
defender a este corrupto organismo, en absoluto. Pero si de verdad se hubiera
conspirado para dejar fuera al Málaga no se le hubiera permitido llegar tan
lejos, y menos tener vida, estar a dos minutos de colarse en las semis. Los
fallos arbitrales hubieran llegado antes, no dando por válidos algunos goles
por ejemplo, o anulando el ilegal de Eliseu que hay que recordar fue marcado en
fuera de juego.
El
Málaga con un excelso Joaquín y un colosal Cavallero tuvo la clasificación en
su mano, solo el maldito descuento y uno de los mayores errores arbitrales que
yo he visto le privaron de ello. Del 1-2 del minuto 83, se pasó al 3-2 en el
minuto 94. El tercer gol del Borussia jamás tuvo que subir al marcador. Cuatro
hombres alemanes en fuera de juego y ni el linier, ni el colegiado, ni el juez
de área lo vieron. Vaya vergüenza, y que injusto. Tener las mieles del triunfo
y que te lo arrebaten así duele. El Málaga cayó con la cabeza muy alta, murió
con honor y no sé en qué manera, la justicia futbolística se lo devolverá.
El
Madrid estaba casi clasificado con el resultado logrado en la ida. Más aún con
el tempranero gol de Ronaldo. Los de “Mou” se pusieron 0-1, los turcos necesitaban
cinco goles, empresa harto complicada, hasta que se alcanzó el minuto 75,
cuando la remota posibilidad de ridículo, una remontada del Galatasaray tomó
forma. El Madrid desde el tanto de Cristiano hasta el tercer gol de Drogba que
ponía el 3-1, se borró del partido, mostrando una falta de compromiso de los
futbolistas enorme. Una cosa es contemporizar, tener la pelota para no sufrir
sustos y otra es irse literalmente, como si no hubiera rival, y el Galatasaray
espoleado por su afición creyó en una machada histórica. No llegó porque el
Madrid reaccionó, mantuvo de nuevo el cuero y el miedo fue pasando. Ronaldo, el
de siempre, volvió a marcar, 3-2, disipadas todas las dudas, el momento pájara
pasó y los blancos entraban en semis según lo
previsto. Tercera semifinal consecutiva, tercer año de José Mourinho al
frente del buque merengue, imagino que es casualidad y que el grandísimo
entrenador portugués nada tiene que ver en ello.
Durante
25 minutos el Barcelona estuvo apeado de la Copa de Europa, el tiempo que
transcurre del gol de Pastore (minuto 50) al tanto de Pedro (minuto 75). El
Barcelona traía de París la ventaja de un empate a goles a domicilio. El PSG estuvo
combativo y creando peligro a la contra, poniendo contra las cuerdas a los
culés, pensando en la remontada de la eliminatoria. En estas, el Barça hubo de
recurrir a Leo Messi, para variar. El argentino, entre algodones, cambió el
signo del encuentro, de sus botas nació la jugada del gol de Pedro, el que
ponía el empate a uno definitivo, el tanto que daba paso a la sexta semifinal
consecutiva para los blaugranas.