Hace
una semana que el Bernabéu pudo rendir homenaje a quién junto con Alfredo di
Stéfano es el máximo baluarte de la historia del Real Madrid
Antonio Blanca
Tres
años han tenido que transcurrir desde que aquel 27 de julio de 2010 el hasta
entonces ‘7’ blanco y capitán del Madrid saliera del club de sus amores, de
forma poco merecida, casi a escondidas, sin llevarse el inmenso abrazo de toda
su afición, la que tanto le admira y quiere. Fue un día triste para él y para
todo el madridismo. El mayor símbolo de los últimos cincuenta años del club de
la capital de España no merecía ese trato, esa despedida rozando lo furtivo,
una simple rueda de prensa y una mera palmadita en la espalda. Craso error del
hoy también presidente Florentino Pérez. Raúl por fin tuvo su merecido tributo,
su Santiago Bernabéu vibró con él, se emocionó a la par y le demostró cuanto le
quiere y que ya es eterno, mito del mejor club del Siglo XX.
Un
futbolista de cuyos valores se podría trazar un decálogo para colocarlo en la
entrada de cualquier vestuario, para que los chavales de la cantera se lo
aprendan de memoria desde la primera a la última letra, para que lo lleven
efecto.
1.
Mentalidad ganadora:
es de esa clase de tipos que no admite otro resultado que no sea la victoria.
En cierta ocasión decía: “Sólo me doy un diez en ganas de ganar”. Toda la gente
que marca diferencias son personas muy competitivas. Si hay algo que les
produce alergia y no soportan es la derrota.
2. Ambición: cada reto conseguido necesita renovarlo por otro nuevo. Cada cota la convierte inmediatamente en el valle de la siguiente cima. Tiene hambre. Y es que nadie vuela demasiado alto siendo excesivamente conformista. A lo largo de su carrera ha ido sucesivamente batiendo récords. Debutó con tan sólo 17 años; fue el más joven en llegar a los 100 goles en el Real Madrid; máximo goleador en la historia madridista; máximo goleador de la Liga de Campeones y máximo goleador de la historia en competiciones europeas.
3. Tolerancia a la presión: Jorge Valdano, que le hizo debutar el 29 de octubre de 1994, escribía de él: “Se siente cómodo en los momentos cruciales. Donde al común de los mortales le entran dudas, él tiene certezas; donde todos tiemblan, él disfruta. Resulta increíble lo poco que le cuesta lograr cosas difíciles”. Di Stéfano sentenció: “Raúl consigue lo que muy pocos se animan a hacer: entrar a un estadio con cien mil personas y jugar como si estuviera en el barrio”. Así son los ganadores, gente a la que la adversidad les sirve de acicate e incluso les divierte.
4. Convicción: tiene tal confianza en sí mismo que cualquier cosa que intenta parece estar predestinada a tener un desenlace positivo. Valdano también dijo de él: “Si una jugada tiene diez respuestas posibles, puede que Raúl no elija la mejor, pero su decisión tiene tal carga de fe, que terminará convenciéndonos”. Mucha gente se queda en el camino por no creer demasiado en ellos mismos. La autoestima es determinante en la consecución de objetivos.
5. Inteligencia: en los inicios de su carrera profesional tuvo un desliz con la noche. Pecados de juventud. Al inteligente no se le mide por cometer o no errores (todos fallamos) sino por su habilidad para aprender de ellos. No volvió a tropezar en la misma piedra. Gracias a su madurez precoz, él mismo se dio cuenta que lo que había hecho no estaba bien, entonó el mea culpa, enderezó el rumbo y siguiendo sumando partidos, goles, títulos y premios.
6. Valentía: Sin riesgo no hay evolución ni crecimiento. Como afirmaba Sun Tzu: “Donde hay grandes recompensas hubo hombres valientes”. La seguridad no es una virtud que defina a los que descubren nuevos mundos, a los que dejan atrás records históricos, a los que cambian las reglas... Cuentan que cuando fue a Zaragoza a jugar su primer partido oficial, en el vestuario, rodeado de veteranos, mientras todos calentaban, se hizo un rondo y se atrevió a hacerle un caño al capitán, Manolo Sanchís.
7. Humildad y generosidad: en el debate nacional sobre si debía o no ir a la selección para la Eurocopa 2008 de Austria y Suiza adaptó una postura discreta digna de elogio. Sabía que los intereses colectivos estaban por encima de los individuales. No buscó generar polémicas desestabilizadoras aunque le fuesen beneficiosas, es más convocó aquella rueda de prensa con Luis Aragonés para salvarle el trasero a quién no fue honrado con el capitán blanco. En cualquier equipo (deportivo y empresarial) la estabilidad y la unión son el primer requisito para conseguir cosas grandes. Los egos, los personalismos, las individualidades son demoledores para los equipos de trabajo.
8. Resistencia: como todos, Raúl ha pasado por momentos difíciles, pero su fortaleza emocional le ha permitido aguantar los sinsabores con madurez. Hay personas que suben y luego caen. Él ha sabido mantenerse sin dejarse dominar por la depresión del momento. Ninguna biografía (ni en lo personal ni en lo profesional) es una línea recta. Periodos mejores y peores se alternan, por ello, saber resistir es un sello distintivo de las personalidades más valiosas.
9. Trabajo: cuando llegó al primer equipo la pierna derecha la tenía de adorno, era un enclenque con cara de niño y se pasaba el partido corriendo. A base de trabajo, poco a poco fue ganando habilidad con la diestra, su musculatura fue tomando forma, fue dosificando su energía en el terreno de juego y demostrando a todo el mundo que haría historia en el balompié. Quien piense que llegar arriba es cuestión de suerte, además de un ingenuo es un envidioso. Detrás de cualquier éxito hay mucha reciedumbre y capacidad de sacrificio.
10. Deportividad: o fair play o ética. En un ganador, la destreza técnica debe ir acompañada de la calidad humana. No vale cualquier cosa con tal de conseguir resultados. Un dato: su currículum está limpio de tarjetas rojas.
2. Ambición: cada reto conseguido necesita renovarlo por otro nuevo. Cada cota la convierte inmediatamente en el valle de la siguiente cima. Tiene hambre. Y es que nadie vuela demasiado alto siendo excesivamente conformista. A lo largo de su carrera ha ido sucesivamente batiendo récords. Debutó con tan sólo 17 años; fue el más joven en llegar a los 100 goles en el Real Madrid; máximo goleador en la historia madridista; máximo goleador de la Liga de Campeones y máximo goleador de la historia en competiciones europeas.
3. Tolerancia a la presión: Jorge Valdano, que le hizo debutar el 29 de octubre de 1994, escribía de él: “Se siente cómodo en los momentos cruciales. Donde al común de los mortales le entran dudas, él tiene certezas; donde todos tiemblan, él disfruta. Resulta increíble lo poco que le cuesta lograr cosas difíciles”. Di Stéfano sentenció: “Raúl consigue lo que muy pocos se animan a hacer: entrar a un estadio con cien mil personas y jugar como si estuviera en el barrio”. Así son los ganadores, gente a la que la adversidad les sirve de acicate e incluso les divierte.
4. Convicción: tiene tal confianza en sí mismo que cualquier cosa que intenta parece estar predestinada a tener un desenlace positivo. Valdano también dijo de él: “Si una jugada tiene diez respuestas posibles, puede que Raúl no elija la mejor, pero su decisión tiene tal carga de fe, que terminará convenciéndonos”. Mucha gente se queda en el camino por no creer demasiado en ellos mismos. La autoestima es determinante en la consecución de objetivos.
5. Inteligencia: en los inicios de su carrera profesional tuvo un desliz con la noche. Pecados de juventud. Al inteligente no se le mide por cometer o no errores (todos fallamos) sino por su habilidad para aprender de ellos. No volvió a tropezar en la misma piedra. Gracias a su madurez precoz, él mismo se dio cuenta que lo que había hecho no estaba bien, entonó el mea culpa, enderezó el rumbo y siguiendo sumando partidos, goles, títulos y premios.
6. Valentía: Sin riesgo no hay evolución ni crecimiento. Como afirmaba Sun Tzu: “Donde hay grandes recompensas hubo hombres valientes”. La seguridad no es una virtud que defina a los que descubren nuevos mundos, a los que dejan atrás records históricos, a los que cambian las reglas... Cuentan que cuando fue a Zaragoza a jugar su primer partido oficial, en el vestuario, rodeado de veteranos, mientras todos calentaban, se hizo un rondo y se atrevió a hacerle un caño al capitán, Manolo Sanchís.
7. Humildad y generosidad: en el debate nacional sobre si debía o no ir a la selección para la Eurocopa 2008 de Austria y Suiza adaptó una postura discreta digna de elogio. Sabía que los intereses colectivos estaban por encima de los individuales. No buscó generar polémicas desestabilizadoras aunque le fuesen beneficiosas, es más convocó aquella rueda de prensa con Luis Aragonés para salvarle el trasero a quién no fue honrado con el capitán blanco. En cualquier equipo (deportivo y empresarial) la estabilidad y la unión son el primer requisito para conseguir cosas grandes. Los egos, los personalismos, las individualidades son demoledores para los equipos de trabajo.
8. Resistencia: como todos, Raúl ha pasado por momentos difíciles, pero su fortaleza emocional le ha permitido aguantar los sinsabores con madurez. Hay personas que suben y luego caen. Él ha sabido mantenerse sin dejarse dominar por la depresión del momento. Ninguna biografía (ni en lo personal ni en lo profesional) es una línea recta. Periodos mejores y peores se alternan, por ello, saber resistir es un sello distintivo de las personalidades más valiosas.
9. Trabajo: cuando llegó al primer equipo la pierna derecha la tenía de adorno, era un enclenque con cara de niño y se pasaba el partido corriendo. A base de trabajo, poco a poco fue ganando habilidad con la diestra, su musculatura fue tomando forma, fue dosificando su energía en el terreno de juego y demostrando a todo el mundo que haría historia en el balompié. Quien piense que llegar arriba es cuestión de suerte, además de un ingenuo es un envidioso. Detrás de cualquier éxito hay mucha reciedumbre y capacidad de sacrificio.
10. Deportividad: o fair play o ética. En un ganador, la destreza técnica debe ir acompañada de la calidad humana. No vale cualquier cosa con tal de conseguir resultados. Un dato: su currículum está limpio de tarjetas rojas.
Que
el homenaje llegó tarde, muy a destiempo, lo sabe cualquiera, es del todo
innegable, aunque tal vez dicho retraso haya servido para mirar con
perspectiva, 17 años atrás o veinte inclusive y comprobar la talla de tan
inigualable jugador, de lo que verdaderamente simboliza Raúl, el ‘7’, para el
Real Madrid y para su gente. La espera mereció la pena.
La
noche del pasado jueves 22 de agosto fue para saborear, para deleitarse, para vivirla
allí, en el campo, el lugar donde Raúl se convirtió en leyenda. Cada detalle de
lo que rodeó al partido tuvo un poco de simbolismo. Madrid fue tomada por miles
de camisetas con el ‘7’ a la espalda. Desde aquella primera que vistió Raúl con
17 años a la última que lució en el club de sus amores para un partido amistoso
dedicado completamente a su figura. Se coreó su nombre en el estadio una y otra
vez, los video marcadores recordaron por qué Raúl tiene el cariño de la afición
blanca. No es sólo por ser el máximo goleador de la historia del Real Madrid (323 goles),
ni por ser el futbolista que más veces ha vestido la elástica merengue (741 partidos).
Cifras que solo un mago del balón podría conseguir. Pero esto no es todo. En
competición internacional Raúl, es el máximo goleador de la historia de la
Champions League con 71 tantos, por delante de su ex compañero Ruud Van
Nistelrooy con 56. De la misma forma, es el jugador con más partidos disputados
en la historia de la Copa de Europa, junto con Ryan Giggs.
Raúl no es sólo una cifra a batir. Raúl es
muchas más cosas para los suyos.
El “eterno capitán” representa el
carisma que aprecia la parroquia blanca, el espíritu de superación, de dejarse la piel para
ser el mejor, aun sabiendo que hay muchos mejores. Pero no tan grandes. Porque
el Bernabéu
se enrojeció las palmas de las manos en cada carrera, en cada balón recuperado,
cada vez que inquietaba al portero rival o permanecía atento a un posible
descuido de la zaga contraria. Porque sigue siendo el más listo de la clase
diluyéndose entre rivales para aparecer donde nadie lo espera. Porque sigue
teniendo ese olfato goleador y abrió la cuenta madridista, produciendo la
locura, el éxtasis en plena Castellana. Todos sus compañeros actuales y los del
Madrid estaban asombrados con la figura del capitán. Raúl está dejando parte de
lo que fue, de lo que es, a otros futbolistas. Un maestro.
Fueron
16 temporadas dignificando un
escudo que lleva grabado a fuego, desde aquel año en que la miopía de Jesús Gil
le hizo cerrar la cantera del Atlético y dejar escapar al mayor talento del
fútbol español. Y su afición lo sabe. Por eso regresó en varias ocasiones del
amistoso aquella cantinela del ‘Raúl, selección‘. Y, obviamente, no fue para
pedir a Del Bosque que le
incluya en sus convocatorias (el salmantino ya ha faltado a su palabra no
dándole la despedida que le prometió). Es, simplemente, una reivindicación a su
trayectoria. Su salida del combinado nacional fue traumática. Injusta en cierta
manera. Hay quienes, con mucho menos, regresaron para vestir la camiseta de
España. Con él las cosas fueron distintas. Y esa espinita no sólo le queda a
él, también la llevan clavada sus miles de seguidores. Madridistas o no. Porque Raúl es patrimonio de todos, no sólo
del madridismo.
Muchísimas
anécdotas, goles, gestos, triunfos, derrotas que también las hubo para recordar
en la extensa larga historia de Raúl con la camiseta merengue. Siempre dejándose
el alma desde su primer gol hasta el último, el gol “del cojo”. Siempre luchando
sin bajar los brazos, cargado en la convicción que da creer en uno mismo,
muestra de una fe inquebrantable que le ha hecho ser parte de la historia no
pasar solo por ella.
Así
que como no podía ser de otro modo, su noche también tuvo esas acciones que se
quedan para la posteridad. El capitán fue manteado, recogió el capote en el
fondo norte para dar unos pases de pecho, lloró, hizo llorar, salió al césped
entre un pasillo hacia los trofeos conquistados como madridista, recogió una placa conmemorativa de manos del Rey,
dio la vuelta al ruedo y se fue al centro del estadio. Se arrodilló y besó el césped de un estadio que es su templo, y
que le dio el homenaje que merecía; aunque, seguramente, todavía se haya
quedado pequeño para tanto cuanto ha dado a su afición. “¡Presidente!”,
le gritaban. Lo mejor de esto es que Raúl siempre vuelve. Y al Bernabéu volverá, convertido en
presidente o en lo que él quiera. Se lo ha ganado. Gracias, Raúl.
*
Palmarés: 6 Ligas (1995, 1997, 2001,
2003, 2007 y 2008), 3 Copas de Europa (1998, 2000 y 2002), 2 Copas
Intercontinentales (1998 y 2002), 1 Supercopa de Europa (2002), 4 Supercopas de
España (1997, 2001, 2003 y 2008).