El
jugador malagueño se vuelve a convertir en pieza comodín para Carlo Ancelotti
tras la grave lesión de Luka Modric
Antonio Blanca
El
“virus FIFA” le ha traído al Real Madrid un contratiempo tan grave como
inesperado. El mediocampista croata Modric
va a estar apartado de los terrenos de juego tres meses aproximadamente. Tal
lesión obligará a Ancelotti a
rearmar su centro del campo. El técnico italiano cuenta con diferentes opciones
para ello. La gran duda es si se decantará por aplicar una solución natural al problema o, como ha hecho en otras
ocasiones, además con acierto, improvisará,
esta vez con el objetivo de dar continuidad al marcadamente ofensivo estilo de
juego de que ha dotado a su equipo desde que diera inicio la temporada.
Las
principales alternativas al de Zadar son tres: Asier Illarramendi, Sami
Khedira e Isco Alarcón.
De perfiles diferentes, la inclusión de cada uno en el once, ya fuera como pareja de baile de Toni Kroos o integrando una línea medular
a modo de “trivote”, con un
mediocentro y dos interiores, afectaría de manera distinta al conjunto.
Las
de Illarramendi y Khedira se presentan como posibilidades que irían de la mano
de la lógica del fútbol. El equilibrio
táctico del Real Madrid no correría peligro con ninguno de los dos sobre el
césped, si bien es cierto que la entrada del vasco en el campo quizá
permitiría a Kroos ampliar su zona de influencia unos metros hacia delante. No
sucedería así en caso de contar el ex del Bayern Munich con la compañía de su
compatriota; posiblemente permanecería entonces en la ubicación que ha venido
ocupando en los últimos tiempos y desde donde ha asumido el rol de iniciador
del juego, así como la dirección de la canalización del mismo.
En
lo que respecta al ataque, la aportación de Illarramendi resultaría
prácticamente nula, mientras que Khedira, como buen box to box,
brindaría al equipo llegada desde segunda línea. Ya lo hizo en el pasado el
germano de origen tunecino, especialmente durante la etapa de José Mourinho al frente de la nave
blanca. De sobra es conocida su capacidad para abarcar terreno, una virtud
aprovechable no solo en un sentido defensivo sino también ofensivo.
Ancelotti
ha demostrado ser un extraordinario gestor de capacidades. En su día halló la
forma de transformar en interior izquierdo a Ángel Di María, acostumbrado a desempeñarse como extremo derecho a
pierna cambiada, sin que por ello el rendimiento del argentino registrara
descenso alguno. Todo lo contrario. El Fideo incluso incrementó sus
prestaciones, ofreciendo un trabajo, un sacrificio por el colectivo, con el que
contribuyó generosamente al mantenimiento del equilibrio dentro de los esquemas
empleados habitualmente por el técnico italiano en el Real Madrid. Esta decisión marcó profundamente el devenir merengue
en la campaña 2013-14.
Una
fórmula similar en lo esencial ha aplicado el entrenador natural de Reggiolo
con James Rodríguez e Isco en el
presente curso. Les ha hecho comprender que debían añadir una mayor dosis de esfuerzo a su
estilo de juego, en el caso de ambos netamente ofensivo, depuradamente técnico
y tremendamente vistoso. Los dos son ahora jugadores mucho más completos. Por
esta razón, y partiendo de la premisa de que el colombiano parece indiscutible
en los onces, todo apunta a que será el
malagueño quien sustituirá con regularidad al ausente Modric en el centro del
campo blanco, y no Illarramendi o Khedira. Y lo hará en una medular
integrada exclusivamente por piezas de talento, en la que cada una de ellas,
sin excepción, habrá de a implicarse en la realización de tareas menos
agradecidas.
Ancelotti
lo tiene muy claro: apostará al máximo por la calidad mientras esté acompañada
de compromiso defensivo. De lo contrario, es consciente, su dibujo de virtuosos
perdería toda viabilidad futbolística.