jueves, 27 de noviembre de 2014

ISCO TODOTERRENO


La exigencia constante a la que Ancelotti viene sometiendo a Isco está convirtiendo al malagueño en un futbolista total, al que se añaden unas desconocidas facultades defensivas hasta ahora

Antonio Blanca

La búsqueda de un enriquecimiento de las prestaciones individuales con el objetivo de satisfacer necesidades colectivas concretas. Así, al dictado de esta filosofía trabaja Carlo Ancelotti en el Real Madrid, con todo de cara o ante la adversidad. La transformación futbolística experimentada bajo su dictado por Francisco Román Alarcón Suárez, Isco, en los últimos tiempos ejemplifica a la perfección dicha forma de proceder.

El talentoso centrocampista ofensivo andaluz viene realizando de un tiempo a esta parte un tremendo esfuerzo por mejorar su aportación en los planos defensivo y táctico. En proceso de aprendizaje progresivo de tales labores se hallaba cuando Luka Modric cayó lesionado en un partido con su selección. Ahora, habrá de asumir un mayor protagonismo en ambos apartados si lo que desea es gozar de la continuidad que todo jugador anhela.

Ancelotti pretende mantener a Isco en la titularidad de manera habitual. Porque confía plenamente en su capacidad para adaptarse al desarrollo de tareas que no encajaban en un principio con su perfil y porque el de Benalmádena se lo ha ganado con creces. El italiano quiere que sus hombres continúen empleando el estilo profundamente ofensivo que los ha caracterizado desde que diera comienzo la presente temporada. 
Para ello, se antoja vital que todo virtuoso aporte un plus de sacrificio, y en el caso del malagueño, teniendo en cuenta el rol que parece reservársele con vistas a hacer frente a las actuales circunstancias que rodean al equipo, de forma más significativa si cabe.

Isco ha cambiado en el Real Madrid. Pronto comprendió que la calidad no era suficiente para triunfar en Chamartín, donde en mayor o menor grado todos la poseen. Probablemente se dio cuenta de ello cuando después de firmar un fulgurante inicio vestido de blanco en el curso de su llegada, fue perdiendo presencia poco a poco. Hoy es otro: presiona y recupera el sitio rápidamente, interviene con acierto en la destrucción y corre tanto como el que más. Todo con el objetivo de encajar, ganar minutos y ajustarse a las exigencias que demanda de él su entrenador. No hay duda de que ha seguido sus consejos, ni de que, en parte, su metamorfosis se ha producido en virtud de ello.

Ha ampliado también su registro táctico. De actuar únicamente con la premisa de ejercer influencia en zona de tres cuartos de campo, como interior o mediapunta, a poder hacerlo en la medular pura, integrando junto a un compañero la composición de un doble pivote, a modo de medio mixto interviniente en similar medida tanto en fase de creación como de repliegue. Debe corregir ciertos vicios en este sentido, pero es cuestión de tiempo y adaptación al puesto que lo logre. Tenedor de un magnífico regate en parado y conducción, le convendría seguir el ejemplo de Modric; utilizarlo con vistas a desestabilizar toda una línea oponente, sin olvidar jamás que una pérdida de esférico en la parcela que ahora ocupa derivaría irremediablemente en una situación de máximo riesgo para su zaga.

Retrasar la posición de Isco sobre el campo implica limitar sus prestaciones en ataque, y en el Real Madrid lo saben. Aun así, Ancelotti lo asume con la tranquilidad que le otorga el saber que puede contar con el compromiso defensivo del español y del resto de finos estilistas que pueblan el centro del campo y los tres cuartos merengues. El técnico italiano quiere ganar controlando los partidos, llevando el peso del juego, y está dispuesto a arriesgar con tal de no traicionarse a sí mismo. De momento, le está dando resultado. Otro invento suyo que funciona a añadir a la colección.