En la mediodía de ayer por medio de una solitario rueda de prensa, Iker Casillas, un mito del Real Madrid puso su punto y aparte con el equipo de sus amores
Antonio Blanca
Llegó
ese día, el día en el que un emblema eterno escribía con lágrimas su
probablemente penúltima página en la historia del Real Madrid.
Tras
tantos años ocupando la meta madridista, portando la capitanía del Real, ayer y
hoy el llanto del madridista ha retumbado por el mundo, ya que el recuerdo de
aquella época del portero único y “para imposibles” será imborrable. Recordar
lo bueno es un ejercicio que premia lo que Casillas ha dado por el club pero el
oro a veces también puede oxidarse.
El
número 1 merengue decidió marcharse como buen portero, solo, sin nadie en su
rueda de prensa, sin admitir preguntas. Leyó su comunicado, se emocionó, como
otras tantas veces. Que el odio y las malas ganas no cieguen, Iker decidió de motu
proprio salir al ruedo en solitario, así que no maten a Florentino por esto,
aunque lo deseen. Es más, Casillas tendrá esta mediodía ese adiós que tanto
clamaron ayer, y que con toda justicia se merece.
Un mito dentro de una institución de leyenda. Después de Iker Casillas el Real Madrid continuará. Nadie debe dudar en rendir homenaje y pleitesía a aquel Casillas que se olvidaba de su ego y se dedicaba a ganar partidos o por lo menos a provocar que no se perdieran. Esos milagros, ese Madrid de Ronaldo e Iker, el mejor portero del mundo desde 2002 a 2011. Unos años donde el mostoleño grabó para siempre su nombre en la Historia del Real Madrid y de España. Cuantísimo te admiré, cuantísimo te quise.
No
deja de ser menos cierto que resumir una trayectoria por tres años malos es más
que injusto, deplorable, ni valorar una carrera solo por lo negativo, aunque
desgraciadamente también cuente.
Con
la llegada de Mourinho se empezó a escribir el principio del fin, porque el
tiempo pasa para todos, también para Iker. No gustó en su momento al portero
que nadie modificara su rol acomodado en la portería. No soportó la exigencia y
jamás supo acatar órdenes de alguien que mandaba más que él. Mientras su nivel
se mantuvo, fue titular, luego su desidia y la lesión en la mano terminaron por
truncar la relación portugués-Casillas de ese período.
Independientemente de la valorable relación personal entre ambos y que constituyó el detonante del cisma, quizás podríamos aceptar que en las empresas mandan los jefes y en un equipo de fútbol el entrenador. Casillas ya no era el mejor y en el Madrid deben jugar los mejores, su suplencia dio origen en su interior a un cúmulo de malos deseos e hizo crecer de una manera tan pronunciada un ego que le llevó a pensar que su trabajo estaba fuera del campo y no dentro.
Fue
muy mal aconsejado, la prensa amiga perniciosamente no le ayudó y se empezó a
pedir que jugara por decreto, con el famoso “con lo que nos ha dado”. Permitió
que sus intereses estuvieran por encima de los del equipo y actuó con
indiferencia a pesar de ser conocedor de los perjuicios que podían suscitar. Su
amistad estaba en la prensa y no en el balón, en ocasiones importantes no
ejerció de capitán y no defendió al equipo como era de esperar de alguien que
porta el brazalete del Madrid.
Casillas
no mejoró su rendimiento y Ancelotti a su llegada constato que Mou no estaba
loco, que sin estar enfadado con nadie consideraba que no era el mejor. Lo que también
le costó al italiano una campaña de desprestigio por la prensa afín.
Casillas
ha estado lastrado por algo tan simple como innegable, el final de su carrera.
La edad y el físico nos hacen prisioneros. El fin definitivo se firmó en Lisboa
cuando se vio que su nivel pudo dejar sin la Décima al equipo y después cuando en el ojo del huracán, quizás a
veces de manera injusta, cada partido era una odisea para él y una continua
temblequera cada vez que el balón volaba por el aire.
El
fútbol es hoy, el pasado es para las leyendas y hace varios años Casillas empezó
a ser tomado como leyenda y no como portero de fútbol. El Madrid debe tener al
mejor en cada puesto y Casillas ya había perdido la corona hace tiempo.
En
este final se han contado muchas versiones y la única verdad incontestable es
que Casillas va a ganar más dinero que si se quedara y que el Madrid va a pagar
a un jugador que puede enfrentarse a él en la próxima Champions. El Oporto no ha pagado traspaso y Casillas cobrará su
contrato, como es lícito.
Una
salida que ha costado lágrimas, recuerdos imborrables, que pone fin a
veinticinco años en una casa, y el fin de una era. Una salida beneficiosa para
el Real Madrid y para Iker Casillas.
Gracias
y muchísima suerte. En un futuro Casillas regresará al Madrid.