Carlos de Blas
¿Qué
no se ha dicho ya sobre cómo jugaba el futbolista más elegante de los últimos
25 años? De Zinedine Zidane, en cambio, se recuerda menos su orgullo. Poco
antes del Mundial 2006, cuando comunicó su retirada de los campos, renunció a
un sueldo anual de seis millones de euros. “Estoy en una edad en la que cada
vez es más difícil”, dijo sin reparos. “No quiero volver a hacer un año como
los anteriores". Dos meses después, un insulto del italiano Materazzi
hacia su hermana le llevó a autoexpulsarse de la final del Mundial de Alemania,
el último partido de su vida, y autoexcluirse del panteón que ocupan Di
Stéfano, Pelé, Maradona y Messi.
Le
ha costado a Florentino Pérez convencer al francés para que suba del Castilla
al primer equipo, a mitad de temporada, para encargarse de una plantilla desgastada,
diseñada sin su intervención, eliminada de la Copa del Rey y tercera en la
Liga. Reverenciado como jugador (fue campeón del mundo y de Europa con su
selección y de la Copa de Europa con el Real Madrid), su trayectoria como
técnico es corta y accidentada. Un hipotético fracaso esta temporada podría
suponer un golpe descomunal a su carrera.
Pero
quién es capaz de decir ‘no’ al sueño de su vida. Zidane era el elegido para
suceder a Benítez desde que éste llegó a Valdebebas, hace seis meses. “Será un
gran entrenador y será entrenador del Real Madrid”, aseguró Florentino Pérez
hace un par de semanas, cuando la vida del ya ex entrenador blanco era un
rosario de match balls.
La
gran desventaja del francés comparado con Benítez es su inexperiencia. A favor,
en principio, tiene todo lo demás: Zidane entiende el juego a la perfección y
cree en el fútbol vistoso y ofensivo tradicionalmente exigido en el club más
rico del mundo. Pero, sobre todo, cuenta con el respeto del vestuario y conoce
su lenguaje. No necesita ganarse el respeto de la plantilla. Además de haber
sido Zizou, fue el segundo entrenador de Ancelotti cuando el Madrid conquistó
la Copa de Europa en mayo de 2014.
Benítez
era llamado despectivamente El 10 por sus jugadores, fastidiados por la
obsesión futbolística del técnico e irrespetuosos ante su discreta carrera como
jugador. La directiva acaba de colocarles frente a un ‘10’ auténtico,
ciertamente novicio como técnico, pero con más carácter y autoridad que
cualquiera de sus futbolistas (incluso los endiosados). “En mi opinión sería
muy fácil llevar a un grupo así”, afirmó en una entrevista con El Confidencial
semanas después de que el club consiguiese la ‘Décima’.
La
experiencia de Zidane al frente del Castilla es poco alentadora, a pesar de que
nunca abandonó el fútbol y quiso sacarse el carnet de entrenador pronto. El
francés se ha asesorado periódicamente con entrenadores de primera fila: Guy
Lacombe (el entrenador que le hizo futbolista en las filas juveniles del AS
Cannes), Marcelo Lippi, Carlo Ancelotti, Marcelo Bielsa, Vicente del Bosque,
Aimé Jacquet o Pep Guardiola.
Su
balance, no obstante, son dos temporadas bastante irregulares. En la 2013-2014
perdió cinco de sus primeros seis partidos y fue castigado después con tres
meses de suspensión por entrenar sin un carné convalidado en España. Completó
la campaña, pero sin cumplir su objetivo de ascender a la Liga Adelante. En
esta última temporada iba segundo en el Grupo II de Segunda B, a cuatro puntos
del Barakaldo; su último partido con el filial fue un empate a dos ante La
Roda.
El
próximo será el sábado, en el Bernabéu, contra el Deportivo de La Coruña. “Voy
a dar todo el corazón que tengo para este club”, dijo Zidane en su presentación
oficial, rodeado de su familia. Tiene ante sí un panorama feo, pero no
horroroso: disputará los octavos de final de la Champions contra un equipo
asequible, la Roma, y dispondría de dos meses antes de la ronda de cuartos,
donde el enfrentamiento puede ser contra un coloso de Europa (Barcelona,
Bayern, City, etc.). Está a cuatro puntos del líder en la Liga y tiene ante sí
dos meses con un calendario francamente amable. Se espera, además, que el
Bernabéu muestre mayor paciencia con el francés que con Benítez. Y que las
expectativas estén más controladas.
El
día de su despedida como jugador blanco, el 7 de mayo de 2006, Juan Román
Riquelme dijo de él: “Cada vez que el francés toma el balón, yo miro y
aprendo”. Han pasado casi nueve años y Zizou cumple el sueño su vida, el mismo
que tenía Rafa Benítez y que ha terminado por convertirse en una larga
pesadilla. Ganó la ‘Novena’ como jugador y contribuyó a la 'Décima’ como
segundo entrenador. Es la bala de plata que le queda a Florentino Pérez. Como
decía un tuitero madridista en la tarde del lunes: “En fin. Zidane. Vuelvo a mi
infancia querida, al Madrid que brilla en la oscuridad. Sólo me agarro al mito.
Que sea lo que Dios quiera”.