Partido
colosal del Celta de Vigo que contra pronóstico bailó y goleó al Atlético de
Madrid del “Cholo” Simeone que acabó siendo pitado por primera vez por su
afición
Antonio Blanca
El
Celta jugará las semifinales de la Copa del Rey después de quince años,
conducido por su formidable segunda parte en el Vicente Calderón, por los goles
del chileno Pablo 'Tucu' Hernández y el sueco John Guidetti y por una victoria
rotunda frente al Atlético de Madrid, noqueado a la vuelta de los vestuarios
(2-3).
Un
formidable y merecido premio para la valentía del equipo celeste, que salió a
ganar y ganó al conjunto rojiblanco en su estadio, sin especular ni un solo
minuto ni con el 0-0 ni con el posterior 1-1, en un ejercicio ambicioso, de
buen fútbol, fuerza y pegada en ataque con el que desdibujó al Atlético en su
casa.
Le
hizo tres goles al conjunto rojiblanco, que solo había encajado trece en los 32
encuentros anteriores de esta temporada, uno de ellos precioso de Guidetti, y
le doblegó sin matices, primero desde un partido trepidante en el primer
tiempo, cerrado con un 1-1, y después desde un segundo tiempo que fue suyo de
principio a fin.
Nadie
se reservó nada desde el inicio del encuentro. Ni desde el once, ni desde la
presión, ni desde su intención de ganar el partido. Ni el Atlético ni el Celta,
enfrentados en una pugna de tremenda intensidad, con ambición, con la batalla
por cada balón y cada posesión como si fuera la última, la definitiva de la
eliminatoria.
No
permitía otra situación el 0-0 de la ida en Balaídos ni la clasificación para
las semifinales ni una competición que provoca encuentros así, a todo o nada,
como el que disputaron este miércoles los dos equipos en el Vicente Calderón,
dispuestos a golpear sobre la portería rival, entre mucha tensión,
concentración y fricción.
Lo
hizo primero el Celta, justo cuando mejor se sentía el Atlético en el inicio
del duelo, liderado por la potencia descomunal de Saúl Ñíguez. Era el minuto
21, cuando, en una acción de estrategia, puso en juego el balón el danés Daniel
Wass, lo esperó en la esquina del área el chileno Orellana y culminó la jugada
con su envergadura y un certero cabezazo su compatriota Pablo 'Tucu' Hernández
(0-1).
Y
siete minutos después, cuando parecía que el conjunto local tardaría mucho más
en asumir el gol en contra, cuando más controlado parecía el choque para el
Celta, respondió el Atlético y el francés Antoine Griezmann, imparable ante la
meta contraria y atento a un rechace de Rubén Blanco a un disparo del belga
Yannick Carrasco.
Empate,
igual como empezó el partido, pero con matices, porque ya no había opción de
prórroga, porque ya cualquier igualada favorecía al Celta, porque ya habían
pasado 45 minutos de enfrentamiento con mucho movimiento físico y un par de
ocasiones por bando, y porque la responsabilidad ya recaía sí o sí en el
Atlético. Necesitaba un gol.
No
se acercó apenas a él ni en el último cuarto de hora del primer tiempo ni en
buena parte del segundo, superado por el Celta, que nunca jugó con el reloj ni
con el empate, que vino al Calderón a ganar y lo consiguió. Sin ninguna duda. Menos
aún desde la vuelta al vestuario, por encima desde entonces de un Atlético
desdibujado.
Y
rematado por el conjunto celeste desde las botas del sueco John Guidetti, del
chileno Pablo Hernández, de su presión y de un funcionamiento colectivo casi
perfecto. Primero no marcó por centímetros, los que le faltaron a Guidetti para
superar a Moyá y para que no saliera la pelota en su pase a Pablo Hernández.
Después,
sí. Dos veces más. La primera en la enésima pérdida de balón del Atlético en
medio campo, entre Saúl que la conducía y Gabi que no supo si intervenir o
dejar el camino a su compañero, la pelota fue para Guidetti, que sacó un
derechazo potente, en parábola, estupendo al fondo de la portería defendida por
Moyá.
Era
el minuto 55. En el 63, de un saque de banda surgió el 1-3 de Pablo Hernández,
otra vez imponente en su cabezazo dentro del área, solo para rematar un
servicio desde la derecha de Hugo Mallo. Entre medias, el argentino Ángel
Correa había estrellado el 2-2 en el larguero. En ocho minutos quedaron
cerrados duelo y eliminatoria.
Por
mucho tiempo que hubiera por delante y por mucho que el Atlético, desanimado
con el 1-3, marcara el 2-3 por medio de Correa a diez minutos del final, porque
la clasificación, incontestable, era del Celta, de nuevo en unas semifinales de
Copa 15 años después.