Julio Candela
Que la aclimatación de Pep Guardiola a las ancestrales dinámicas
futbolísticas y extradeportivas del balompié inglés está resultando
especialmente particular se comprueba en cada expresión pública del técnico
catalán. Sus ruedas de prensa han virado hacia una discusión, prácticamente
perenne, entre dos concepciones de este deporte enfrentadas. El entrenador
asegura que no cambiará su forma combinativa y técnica de entender este deporte
y los periodistas le reprenden por no adaptarse al pelotazo, a las segundas
jugadas y a pegar patadas.
Pues bien, fuera de la dialéctica meramente relativa al
verde, Pep se ha encontrado este miércoles con una sorpresa desagradable que,
probablemente, desencadenará otra de las vertientes punzantes de las islas en
relación con el juego que inventaron en el siglo XIX. Luis Suárez entre otros
muchos conoce bien cómo sienta ser sujeto pasivo del amarillismo de los
rotativos ingleses dedicados al fútbol, y la Federación Inglesa de Fútbol (FA)
ha añadido hoy un buen puñado de carnaza a dichas afiladas plumas con Guardiola
como receptor y diana inesperado.
La FA publicó ayer miércoles que denuncia al Manchester
City por incumplir sus normas antidopaje, susurrando que traslada los tenebrosos
nubarrones de esas sucias prácticas a la entidad representada por Pep.
"Manchester City ha sido acusado en relación con las normas antidopaje de
la FA. Presuntamente, la información que proporcionó el club sobre la
localización no era totalmente correcta, contrariamente al artículo 14(d) de la
normativa", declaró la federación.
En concreto, el organismo dirigido por Greg Clarke señaló
que hubo un error relativo a la exactitud de la comunicación de algunos datos
que requieren, tales como el seguimiento de las fechas de los entrenamientos,
ubicación o direcciones de sus futbolistas. Queda abierta la veda, pues, para
que el técnico termine de paladear lo poliédrico de la mística del fútbol
inglés y de por concluido su aterrizaje.