Un
calendario más que apretado, un temporal de viento y lluvia en Galicia y una
omisión del Reglamento federativo arrojan las deficiencias de la que se piensa
la mejor liga del mundo
Antonio Blanca
Prevenir
un temporal merced a las predicciones meteorológicas en la segunda década del
siglo XXI no debería ser una hazaña harto complicada. Prevenir que diversos
estadios, caso de Riazor o Balaídos, ambos en Galicia puedan sufrir daños de
diverso calado devenidos de condiciones climatológicas adversas tampoco. Dos estadios
antiguos, en España hay más, que pasan de soslayo los controles, no deberían
obtener los vistos buenos para albergar a personas y en importante cantidad si
no se dan las condiciones mínimas de seguridad. No imagino ocurriendo tal
bufonada en Inglaterra, Alemania o nuestro vecino Portugal, ligas que no
tendrán tanto lustre deportivo, pero que en cuanto a organización bañan a la
española. Liga la nuestra que se ve colapsada por diversos factores de
calendario, ida y vuelta de Copa del Rey, veinte equipos, vacaciones navideñas
de tres semanas incluso más dependiendo de los caprichos del calendario… Con
todos estos ingredientes surge el cóctel del despropósito, y de pasarse por el “arco
del triunfo” el Reglamento de la Real Federación Española de Fútbol, que miren
las cosas, recoge en el artículo 205 esta casuística derivado de adversidades
de la naturaleza que exigen otro campo para jugarse. Es tal caos organizativo,
que si ni Celta de Vigo, ni Real Madrid fuesen eliminados en competición
europea, el partido no podría disputarse hasta mediados de mayo, arrastrando el
equipo de Zidane un choque menos por la desidia, torpeza y poca previsión de la
Liga y la Federación. Evidentemente si existe un informe que aconseja no jugar
por motivos de seguridad, no debe jugarse a todas luces. Ahora bien,
¿suspenderse? Teniendo más de treinta y seis horas por delante para poder
solucionar y no colapsar más las semanas competitivas de ambos equipos era lo
que tenía que haber acaecido. No que ahora es tal desorganización que no se
conoce la fecha exacta y tardará al menos un menos en saberse. Manos a la obra
tiene que ponerse Tebas y compañía para revertir y evitar estas situaciones,
empezando por aumentar las exigencias en las infraestructuras de los estadios,
insisto, no es de recibo tener estadios lejos de toda garantía de seguridad.
Así
las cosas, la jornada 21 de La Liga se abrió con un aviso de lo venidero. La
ventisca desatada con virulencia en Galicia dio el traste con el inaugural
partido entre el Deportivo y el Betis. Parte de la deteriorada cubierta de
Riazor se resintió de manera explícita y la inseguridad consiguiente obligó a
aplazar dicho partido. Pues bien, dentro de los límites de la comunidad gallega
aconteció un episodio similar pero de diferentes consecuencias. Una porción de
la techumbre de Balaídos cedió ante las inclemencias atmosféricas y la visita
del líder a Vigo hubo de posponerse. Lo complicado del calendario, la
perspectiva de convivir con la presión de ver a tus perseguidores arrimarse y
la obligatoriedad consecuente de ganar los dos partidos en suspenso que acumula
el equipo de Zidane llevó a la cúpula de Chamartín a presionar para que la
pelota rodara. Sin embargo, informes técnicos condujeron a la gestora liguera a
congelar la celebración del envite sine díe.
Sin
los puntos en disputa sumando en el casillero del puntero clasificatorio, los
perseguidores se lanzaron a cosechar en tal tesitura. Sin embargo, sólo
Barcelona y Atlético lograrían su propósito. Los catalanes recibieron a un
voluntarioso Athletic en el Camp Nou y arrancaron los valiosos tres puntos a
pesar de su juego. Lució el sistema de Luis Enrique una de sus versiones menos
coloridas hasta el punto de verse dominado por los rojiblancos en amplias fases
del duelo. Pero la calidad floreció a tiempo para amortizar los errores del
digno visitante y colocar a los culés a un punto del liderato. Navegando sobre
la irregular lucidez de Neymar, un remate de Alcácer y una pillería de Messi
bastaron para desanimar a los leones. El segundo tanto (de falta directa
angulada lanzada desde el córner por el argentino y patrocinada por una cantada
de Irazoz) sentenció el pulso competitivo y Vidal cerraría la goleada que dejó
a los locales con una sonrisa complaciente -ganaron con lo mínimo y pensando en
la Copa- y a los vizcaínos desmoralizados (tiraron más que el gigante y lo
dometicaron pero su falta de puntería les devolvió goleados a Bilbao).
Los
colchoneros aprovecharon su oportunidad de aferrarse a las plazas de aceso a
Liga de Campeones con un triunfo industrial ante un Leganés batallador. Con
Fernando Torres como ejecutor (anotó os dos tantos del enfrentamiento), el
sistema de Simeone recobró el equilibrio, orden e intensidad que casi le llevó
a cazar un empate en la ida de semifinales coperas. Sin embargo,la despedida
del Calderón al conjunto pepinero también asistió a un apagón atlético que Moyá
sostuvo con eficacia. Con el triunfo de aspecto pragmático en el bolsillo
-minuto 55-, el vestuario descendió su nivel de concentración y se focalizó en
gestionar la ventaja reservando cuerpo y mente para la guerra que se desplegará
en Can Barça el próximo martes. Se trata de llenar el granero de puntos -como
sea- y esperar turno.
Y
la jugada le salió redonda a los capitalinos, pues Sevilla -tercero- y Villarreal
-quinto- se enfrentaban este domingo. El duelo, de altura, confirmó el estatus
de dos equipos de los equipos más y mejor trabajados de Primera. Sin embargo,
tan exigente es el rigor de sus técnicos que el espectáculo pronosticado se
redujo a un ajedrez tacticista que condujo a un empate a cero que no convenció
a ninguno de los comparecientes. Dispuso más de la pelota el conjunto de
Sampaoli pero le costó superar al mejor cierre español. Ni siquiera lo
consiguió en el penalti lanzado por Nasri que detuvo Asenjo. Le salió bien el
plan a Escribá, aunque los suyos se fueron del Pizjuán sin saborear una contra
clara y con la sombra de la Real Sociedad al acecho.
En
efecto, los donostiarras cerraban la jornada dominical acogiendo al urgido
Osasuna en lo que parecía un trámite. Por el contrario, los rojillos se
adelantaron en el marcador y retorcieron a los guipuzcoanos hasta provocar que
la anarquía dominara el choque. Y, en ese escenario, la calidad manda. Con la
cota de espectáculo por las nubes Navas y Vela dieron la vuelta en la segunda
parte el tanto inical de Kodro y Juanmi sentenció el envite (3-1) hasta que
Pedro León recortó distancias. Todavía se estrellaría con la madera un conjunto
navarro que gana sensaciones pero pierde en lo estadístico. En lo prioritario.
Con esta victoria se sitúan quintos los pupilos de Eusebio, a un punto del
Atlético y a cinco del Sevilla.
Sporting,
Leganés, Valencia y Málaga, todos ellos inmersos -en mayor y menor grado- en la
lucha por la permanenecia, sufrieron la tensión de su situación y no lograron
añadir un solo punto a su necesitada mochila. Los asturianos, decimoctavos y a
cinco puntos de la salvación, fueron sonrojados (2-4) en su estadio por un
Alavés repleto de suplentes pero rebosante de confianza ante lo que le llega
(la vuelta de as semis coperas ante el Celta). La contratación de Rubí no
parece mejorar a Abelardo y los asturianos se conforman con que su horizonte no
se alejó por demérito de sus oponentes. Y es que el Valencia alzó la
temperatura de su caída con una goleada casera (0-4 frente a un Éibar con
aspiraciones continentales y que está a un partido de la Liga Europa) y los
malacitanos no pudieron sacar la cabeza ante un Espanyol muy compacto (0-1).
Así
pues, Las Palmas y Granada jugarán este lunes pero la segunda fecha de la
segunda vuelta no qudará resuelta hasta que el fútbol nacional localiza un
hueco para el Deportivo-Betis y el Celta-Real Madrid.