Intenso
y atractivo choque el ofrecido en el Santiago Bernabéu por el Madrid y el
Nápoles que a expensas de lo que ocurra el 7 de marzo próximo en la vuelta
acerca a los de Zidane a la siguiente ronda
Antonio Blanca
Llegó
de nuevo la competición por antonomasia en la casa blanca: la Liga de
Campeones. El vigente campeón recibía en casa a un Nápoles que por segunda vez
se veía en octavos de final, que con la ilusión de alcanzar los cuartos por
primera vez se trajo consigo a 10.000 hinchas y contó con la bendición de
Maradona desde el palco. Pero el Real Madrid no estaba esta noche para dejar
volar los sueños de su rival y con un triunfo más corto de lo demostrado en el
terreno de juego (3-1), dejó bien encarrilado el pase a la siguiente ronda.
En
un comienzo frenético, con ambos equipos queriendo llegar al área ajena por vía
rápida, el primer susto lo dieron los locales a los 22 segundos del pitido
inicial con un remate de Benzema en el corazón del área que forzó a Reina a
sacar el puño. Si bien el primer aviso fue blanco, la sorpresa saltó en el
minuto 8 cuando Insigne aprovechó la posición adelantada y descolocada de Navas
para mandar un pase a la red desde 40 metros de distancia.
A
pesar el tanto, el frenesí desbocado de ambos conjuntos se mantuvo hasta que el
Madrid logró imponer orden gracias al tanto del empate, que llegó en el minto
18. El centro magnífico de Carvajal con el exterior del pie desde el pico del
área derecha sólo pedía el mínimo contacto para que fuera gol. Y así el salto
de Benzema obtuvo la recompensa del empate.
La
igualada en el marcador trajo consigo la templanza y el orden. Y en esa
situación Modric se hizo con los mandos del partido, para beneficio del Madrid.
Con un Nápoles que no entrañaba peligro alguno -desposeído del balón y apenas
generando algún contraataque que era disuelto antes de llegar al área-,
Cristiano Ronaldo y Karim Benzema aprovecharon para acallar críticas mostrando
su mejor versión de la temporada.
En
el caso del francés, anotando un gol que supone su tanto número 51 en Liga de
Campeones, cifra que le vale para superar a su compatriota Henry y que le deja
por detrás de los insignes Van Nistelrooy, Raúl, Messi y Cristiano Ronaldo en
la lista de máximos goleadores de la competición. Por el lado del portugués,
volviendo a mostrar una solidaridad pocas veces vista en él en los últimos
tiempos, asociándose y marchándose de sus marcadores. Le faltó el gol, pero la
imagen ofrecida por Cristiano invita al optimismo de cara al tramo final de
temporada en caso de que logre mantenerla.
Marcando
el tempo del partido y generando peligro, las ocasiones no pararon de
sucederse, con Cristiano mandando alto un balón fanco dentro del área y Benzema
forzando otra gran intervención de Reina para desviar al poste forzando el
amago de cantar el gol en sendas ocasiones.
El
descanso, que contó con arenga de Diego Armando Maradona en el vestuario
italiano, sirvió para que los visitantes salieran en la reanudación tratando de
emular el comienzo de partido. Sin embargo, apareció Cristiano Ronaldo para
destrozar las intenciones del equipo de Sarri.
Con
una jugada en banda derecha, marchándose de su marcador como hacía tiempo que
no se le veía, llegó a línea de fondo con espacio suficiente para dar a la
tecla de pausa en lugar de la habitual aceleración, y con la vista puesta en la
llegada de Kroos a la frontal, allí mandó el balón para que el alemán, con un
certero tiro colocado al lado de la cepa del poste, lograra adelantar por
primera vez al Real Madrid.
El
acierto que no tuvo en la primera mitad llegó en este comienzo de la segunda,
pues Casemiro transformó un intento de despeje que se fue alto en todo un
golazo al empalmar la pelota sin que cayera al suelo mandándola al fondo de la
portería de Reina en forma de misil.
Era
el minuto 54 de partido y con el 3-1 y el viento a favor, el Real Madrid se
tomó cierta tranquilidad en su juego que dejó al Nápoles con más balón pero que
seguía sin inquietar el área de Navas.
Pudo
marcar Mertens en el 68 con un balón franco dejado por Callejón dentro del
área. Y el propio español anotó un gol en el minuto 73 que luego fue anulado
por posición ilegal justificada. Pero más allá de esas dos situaciones, el
Nápoles no inquietó. Encerrado atrás, estaba en manos de la voluntad del equipo
de Zidane, ya más centrado en los cambios. James, apareciendo en el once
inicial en lugar del ya habitual Lucas Vázquez, cedió su espacio al gallego no
sin antes despedirse con una oportunidad fallada tan sólo por la gracia de
Reina con sus reflejos.
El
reloj siguió corriendo y el Madrid, pese al dominio, no aumentó las diferencias
en el marcador. Con una imagen de contundencia, demostrada por el MVP de la
UEFA a Casemiro, y con las mejores versiones de Benzema y Cristiano a la vista,
el Real Madrid podrá viajar a San Paolo con un ojo puesto ya en el sorteo de
cuartos de final.