Ni
Real Madrid ni Barcelona fallaron en sus complicados compromisos de la jornada
en la que el Atlético descabalgó al Sevilla de la carrera por el título
definitivamente
Antonio Blanca
La
última jornada antes del parón de selecciones nacionales ha deparado duelos
trascendentales de cara al desenlace de La Liga, por prematuro que parezca. El
caso es que este fin de semana afrontaba el Real Madrid la salida más
complicada que le marca el calendario. Aterrizó en San Mamés, un estadio en el
que sólo había perdido una vez el Athletic este curso (al inicio del ejercicio
contra el Barça), y se remangó, ofreciendo una de sus versiones más
trabajadoras (de todas sus piezas) para arrancar los tres puntos a los
vizcaínos y solidificar su liderato, todavía con un partido menos con respecto
a los perseguidores.
Apostó
Zidane por un término medio: dio la titularidad a la BBC pero incluyó a Bale en
la responsabilidad del extremo diestro del 4-4-2 que equilibró su dibujo hasta
conducirlo hacia la victoria. Sin embargo, tardaría en empastar el equipo de
Chamartín la intensidad vasca y la tormenta de centros laterales no tardó en
arreciar sobre Navas. Con Raúl García como referente, el Madrid era encerrado
en su área hasta que Benzema emergió para retener la pelota y amenazar al
engrandecido rival. Terminó el galo por hacer el 0-1 en una contra al galope de
Ronaldo. Con ese resultado y el crecimiento de sensaciones colectivas merengues
se decretó el descanso y la reanudación.
El
segundo acto comenzó como el inicio, con una divergencia de ritmo y energía
entre los púgiles. Ese hecho y el cambio de Zidane (Lucas Vázquez por Modric,
vaciando el centro del campo) entregaron la pelota y las ocasiones a un bloque
de Valverde que haría caja con Williams como jefe y Aduriz como goleador. El
empate hizo justicia antes de que el balón parado volviera a emerger para salvar
al entrenador francés. Casemiro hizo el 1-2 final en un córner embarullado y
Zizou desharía el desaguisado dando entrada a Isco para recobrar la consistencia.
Navas y la comprometida (esta vez sí) red de ayudas cerraron el valioso
resultado que refuerza la confianza de los capitalinos.
Todo
lo contrario, con respecto a las sensaciones, que no a lo estadístico, ocurrió
en el Camp Nou. Allí ganó el Barça, respondiendo a la presión del puntero
(volvió a fijar la desventaja en dos puntos), pero lo hizo penando a nivel
táctico y de compromiso ante un Valencia contragolpeador y que jugó con uno
menos 45 minutos. Mangala, que anotó el gol inicial, fue expulsado tras cometer
penalti. Messi transformaría el 2-1 (Suárez había empatado en una pillería
culminada con categoría rematadora) en el descuento del primer acto. Pero, lo
que parecía destaparse como un paseo (superioridad numérica y resultado
favorable) se fracturó en la siguiente jugada. Un apagón de concentración
soberano de los locales patrocinó el pase en profundidad que cazó Gayá para que
Munir empatara, a placer, en la última acción de un primer tiempo volcánico. A
partir de ese punto los pupilos de Luis Enrique aceleraron el asedio, con
Neymar como protagonista resplandeciente, y el Valencia trató, y consiguió, de
mantener el marcador ajustado, con Diego Alves como paraguas en plena ventisca.
No
pudo el brasileño tapar el 3-2 anotado por Messi en otra perla individual
salvadora -minuto 53- ni tampoco logró evitar a sentencia que la complacencia
blaugrana postergó hasta el minuto 88, cuando Neymar exhibió potencia y calidad
para regalar a Andre Gomes un 4-2 que certifica la reacción estadística a la
resaca del PSG. Pero la imagen guadianesca dejada no puede tranquilizar a nadie
en la Ciudad Condal, pues ese es el dibujo de rendimiento que ha establecido el
coloso catalán antes y después de la apnea legendaria continental.
El
partido grande de la jornada se vivió en el Calderón. Se medían Atlético y
Sevilla en pos de la tercera plaza y sobrevino la versión jerárquica de los de
Simeone. Los rojiblancos impusieron su soga táctica a Sampaoli y Griezmann
decidiría en un examen mutuo de exigencia superlativa. El galo sacó la falta
que cabeceó Godín en la inauguración del marcador y anotó el 2-0 con un
lanzamiento de falta sublime. Con Carrasco como punzón en la mediapunta, los
sevillanos se vieron despojados de su identidad colorida y ardiente. Cansados,
todavía golpeados por la desilusión europea y liguera, todavía cederían un
tanto, de Koke. El gol final de Correa autografió una lección futbolística que
recalcó la superioridad del estatus colchonero sobre el andaluz.
Por
detrás se abre una brecha ya considerable, pues Villarreal y Real Sociedad
pincharon. Los primeros lo hicieron en el partido que abría la fecha (1-0 ante
Las Palmas, obra de Boateng) y los donostiarras sucumbieron al embrujo de
Mendizorroza (1-0, tanto de Deyverson). La pugna por las plazas europeas se
completa con el empate del Eibar (que está a tres puntos de la séptima plaza,
ocupada por los leones) en casa y ante el pegajoso Espantol (1-1, goles de Kike
García y Jurado).
De
la guerra por la permanencia salió reforzado esta ve el Sporting. Lo hizo por
el cauce de lo inesperado, de la explosión anotadora. Se enfrentaba al Granada
en un duelo directo de urgencias y hubo de remontar el gol inicial de Ingason.
Se la jugó Rubi a un esquema ultraofensivo, dando entrada a Traore, y el
africano le entregó la razón de inmediato, abriendo un lapso goleador de cinco
minutos en el primer balón que tocó. Babin y Carmona clausuraron el envite con
otros dos tantos que hunden a los nazaríes y entregan oxígeno a los gijoneses
(suben al decimoctavo puesto, a cinco puntos de un Leganés que empató a nada
con su pareja de baile, el Málaga). Osasuna, farolillo rojo incidió en tal
consideración al caer, sin bagaje, ante un Betis en ascenso (2-0, goles de
Navarro y Rubén Castro).
El
derbi gallego cerró el interés con un duelo intenso, como es menester, en el
que el Deportivo superó la salida primorosa del Celta para estrujar a unos
vigueses cansados después de la batalla rusa del jueves. Sin embargo, Iago
Aspas decidiría el choque (0-1) en el tramo final, rematando una jugada de
desborde de Beauvue y anotando, por primera vez, en Riazor.