lunes, 20 de marzo de 2017

SALVANDO LAS DIFICULTADES

Ni Real Madrid ni Barcelona fallaron en sus complicados compromisos de la jornada en la que el Atlético descabalgó al Sevilla de la carrera por el título definitivamente

Antonio Blanca

La última jornada antes del parón de selecciones nacionales ha deparado duelos trascendentales de cara al desenlace de La Liga, por prematuro que parezca. El caso es que este fin de semana afrontaba el Real Madrid la salida más complicada que le marca el calendario. Aterrizó en San Mamés, un estadio en el que sólo había perdido una vez el Athletic este curso (al inicio del ejercicio contra el Barça), y se remangó, ofreciendo una de sus versiones más trabajadoras (de todas sus piezas) para arrancar los tres puntos a los vizcaínos y solidificar su liderato, todavía con un partido menos con respecto a los perseguidores.

Apostó Zidane por un término medio: dio la titularidad a la BBC pero incluyó a Bale en la responsabilidad del extremo diestro del 4-4-2 que equilibró su dibujo hasta conducirlo hacia la victoria. Sin embargo, tardaría en empastar el equipo de Chamartín la intensidad vasca y la tormenta de centros laterales no tardó en arreciar sobre Navas. Con Raúl García como referente, el Madrid era encerrado en su área hasta que Benzema emergió para retener la pelota y amenazar al engrandecido rival. Terminó el galo por hacer el 0-1 en una contra al galope de Ronaldo. Con ese resultado y el crecimiento de sensaciones colectivas merengues se decretó el descanso y la reanudación.

El segundo acto comenzó como el inicio, con una divergencia de ritmo y energía entre los púgiles. Ese hecho y el cambio de Zidane (Lucas Vázquez por Modric, vaciando el centro del campo) entregaron la pelota y las ocasiones a un bloque de Valverde que haría caja con Williams como jefe y Aduriz como goleador. El empate hizo justicia antes de que el balón parado volviera a emerger para salvar al entrenador francés. Casemiro hizo el 1-2 final en un córner embarullado y Zizou desharía el desaguisado dando entrada a Isco para recobrar la consistencia. Navas y la comprometida (esta vez sí) red de ayudas cerraron el valioso resultado que refuerza la confianza de los capitalinos.

Todo lo contrario, con respecto a las sensaciones, que no a lo estadístico, ocurrió en el Camp Nou. Allí ganó el Barça, respondiendo a la presión del puntero (volvió a fijar la desventaja en dos puntos), pero lo hizo penando a nivel táctico y de compromiso ante un Valencia contragolpeador y que jugó con uno menos 45 minutos. Mangala, que anotó el gol inicial, fue expulsado tras cometer penalti. Messi transformaría el 2-1 (Suárez había empatado en una pillería culminada con categoría rematadora) en el descuento del primer acto. Pero, lo que parecía destaparse como un paseo (superioridad numérica y resultado favorable) se fracturó en la siguiente jugada. Un apagón de concentración soberano de los locales patrocinó el pase en profundidad que cazó Gayá para que Munir empatara, a placer, en la última acción de un primer tiempo volcánico. A partir de ese punto los pupilos de Luis Enrique aceleraron el asedio, con Neymar como protagonista resplandeciente, y el Valencia trató, y consiguió, de mantener el marcador ajustado, con Diego Alves como paraguas en plena ventisca.

No pudo el brasileño tapar el 3-2 anotado por Messi en otra perla individual salvadora -minuto 53- ni tampoco logró evitar a sentencia que la complacencia blaugrana postergó hasta el minuto 88, cuando Neymar exhibió potencia y calidad para regalar a Andre Gomes un 4-2 que certifica la reacción estadística a la resaca del PSG. Pero la imagen guadianesca dejada no puede tranquilizar a nadie en la Ciudad Condal, pues ese es el dibujo de rendimiento que ha establecido el coloso catalán antes y después de la apnea legendaria continental.

El partido grande de la jornada se vivió en el Calderón. Se medían Atlético y Sevilla en pos de la tercera plaza y sobrevino la versión jerárquica de los de Simeone. Los rojiblancos impusieron su soga táctica a Sampaoli y Griezmann decidiría en un examen mutuo de exigencia superlativa. El galo sacó la falta que cabeceó Godín en la inauguración del marcador y anotó el 2-0 con un lanzamiento de falta sublime. Con Carrasco como punzón en la mediapunta, los sevillanos se vieron despojados de su identidad colorida y ardiente. Cansados, todavía golpeados por la desilusión europea y liguera, todavía cederían un tanto, de Koke. El gol final de Correa autografió una lección futbolística que recalcó la superioridad del estatus colchonero sobre el andaluz.

Por detrás se abre una brecha ya considerable, pues Villarreal y Real Sociedad pincharon. Los primeros lo hicieron en el partido que abría la fecha (1-0 ante Las Palmas, obra de Boateng) y los donostiarras sucumbieron al embrujo de Mendizorroza (1-0, tanto de Deyverson). La pugna por las plazas europeas se completa con el empate del Eibar (que está a tres puntos de la séptima plaza, ocupada por los leones) en casa y ante el pegajoso Espantol (1-1, goles de Kike García y Jurado).

De la guerra por la permanencia salió reforzado esta ve el Sporting. Lo hizo por el cauce de lo inesperado, de la explosión anotadora. Se enfrentaba al Granada en un duelo directo de urgencias y hubo de remontar el gol inicial de Ingason. Se la jugó Rubi a un esquema ultraofensivo, dando entrada a Traore, y el africano le entregó la razón de inmediato, abriendo un lapso goleador de cinco minutos en el primer balón que tocó. Babin y Carmona clausuraron el envite con otros dos tantos que hunden a los nazaríes y entregan oxígeno a los gijoneses (suben al decimoctavo puesto, a cinco puntos de un Leganés que empató a nada con su pareja de baile, el Málaga). Osasuna, farolillo rojo incidió en tal consideración al caer, sin bagaje, ante un Betis en ascenso (2-0, goles de Navarro y Rubén Castro).

El derbi gallego cerró el interés con un duelo intenso, como es menester, en el que el Deportivo superó la salida primorosa del Celta para estrujar a unos vigueses cansados después de la batalla rusa del jueves. Sin embargo, Iago Aspas decidiría el choque (0-1) en el tramo final, rematando una jugada de desborde de Beauvue y anotando, por primera vez, en Riazor.