lunes, 27 de marzo de 2017

TIEMPOS MALOS

El City de Pep Guardiola vive una situación delicada tras los problemas que arrastra en la Premier League y la eliminación de la Copa de Europa

Antonio Blanca

Marzo de 2017 no quedará inscrito entre los mejores meses en la historia del Manchester City, definitivamente. La entidad radicada en el Eithad Stadium no ha parado de concatenar reveses en las últimas semanas. Y es que los nubarrones no sólo se han constreñido al ámbito del dubitativo devenir del equipo en el verde, sino que el propio club, en su multiplicidad de esferas y estratos, se ha visto involucrado en incidentes extracurriculares que en nada han ayudado a revertir la marejada que aflige a los citizens en un tramo de curso en el que parece haberse esfumado cualquier tipo de esperanza por circundar la gloria en el primer año del proyecto Guardiola.

Si Pep ocupó buena parte de sus ruedas de prensa hasta enero de 2017 en evidenciar y verbalizar lo rudo y feo de la lógica del estilo futbolístico británico, y su incapacidad (o dificultad extrema, si se quiere) para adaptar su libreto al susodicho ("Yo no entreno cómo dar una patada o hacer entradas. Yo entreno para jugar al fútbol", llegó a decir en la cúspide de la discusión), el exitoso entrenador catalán ha ido dando su brazo a torcer en estos temas relativos a la adaptación a medida que su equipo ha ganado en consistencia, si bien el golpe monegasco ha terminado por mermar la energía del resignado preparador que hizo historia en Can Barça.

La improbable eliminación en octavos de final de Liga de Campeones, tras haber cosechado un 5-3 en la ida, uniformada como cataclismo en las islas -carnaza para la prensa amarilla y desasosiego para la nación citizen-, ha resultado la inauguración de unas decenas de días en las que el City se ha visto desprovisto de su fuelle en la Premier (producto de las lesiones de piezas nucleares como Gabriel Jesús y de la reiterada falta de puntería en ambas áreas), fuera de su mayor ambición y epígrafe subrayado en los objetivos que firmó el nuevo entrenador, y envuelto en dos acontecimientos que lindan con lo ilegal.

Al tiempo que la Premier nominaba como mejor técnico del mes a Craig Shakespeare (en un giro sublime de la fortuna que mantiene al Leicester como único representante inglés en la máxima competición continental a pesar del cuadro pintado en febrero), que ha ganado tres partidos ligueros y el que le enfrentó al Sevilla en un pleno inmaculado, y se dejaba fuera de la lista a Guardiola (al galardón optan Conte, Klopp, Pochettino, Howe, del Bournemouth, y Allardyce, del Crystal Palace), la UEFA multaba al City por los incidentes acaecidos el 21 de febrero en la ida ante el club del Principado. La Comisión de Control, Ética y Disciplina del organismo decidió sancionar con 18.000 euros al club por incumplir los artículos 11 (2) y 16 (2) de su Código Disciplinario, que hacen referencia al inicio retrasado de un partido y al lanzamiento de objetos al césped, así como de una invasión del campo por parte de aficionados.

Además, y de vuelta a las islas, la BBC publicaba este sábado que el equipo dirigido por el catalán ha sido multado por la FA (federación inglesa de fútbol) con motivo de sus reiteradas omisiones del cumplimiento de las normas de la lucha antidopaje que rigen en el balompié inglés. El monto de 35.000 libras, que escenifica de forma monetaria la gravedad de la falta, tiene por objeto sancionar tres infracciones cometidas en un periodo inferior a cinco meses.

La Asociación de Fútbol acusa y penaliza al Manchester City porque el 12 de julio no informó a la FA de una práctica no prevista, el 1 de septiembre se registró que un futbolista no completó el control antidopaje porque la información del hotel facilitada era errónea y porque el 7 de diciembre hasta seis jugadores no se sometieron los análisis sorpresa porque el club no había informado a la federación de que todos ellos estaban disfrutando de un día libre. El problema reside en que estos fallos programáticos (todos los profesionales que compiten en la Premier han de ofrecer de manera específica los horarios de cualquier actividad y el paradero de sus futbolistas) cubren de sospecha a un equipo que aumentó su rendimiento en febrero, cuando Guardiola fue designado el mejor preparador de la Liga.