Antonio Blanca
Alemania dio una clarísima lección esta noche de por qué siempre hay que tenerla en cuenta. Es una selección que aunque parezca que no haga nada te abrasa con su pausa agresiva, porque tiene una pegada bestial y por mucho que su propuesta futbolística pueda no resultar a priori atractiva, conjugar el verbo ganar es lo que mejor se le da. Contra Polonia venció sin forzar la máquina, sin despeinarse, aprovechándose de la inocencia de sus vecinos, que dieron sobradas evidencias de que no saben tirar el fuera de juego. Primero perdonó Mario Gómez pero Podolski no les dio opción en la segunda oportunidad. A partir de ese momento aguantó el envite, desesperó al conjunto de Beenhakker y lo sentenció cuando los polacos se habían lanzado definitivamente al ataque, con otro tanto de Podolski.
El choque de esta noche dejó bien claro la categoría de ambas selecciones. Polonia se entregó al máximo, jugó bien, quedando patente que es un conjunto trabajado, salvo en la defensa. Sin embargo nunca inquietó a Lehmann mientras que Alemania incluso pudo golear. Alemania tiene lo que nunca tendrán la mayoría de selecciones, entre las que incluyo a España, carácter netamente ganador. No necesita jugar bien para vencer, simplemente vence. Por eso siempre está ahí.
Hay poco más decir. Partido muy serio de la zaga germana, colosal Frings como siempre, Ballack en la línea intermitente de las últimas temporadas y un tridente ofensivo en el que Podolski brilló con luz propia y Mario Gómez erró dos goles cantados. En cuanto a Polonia, gran partido de todo el equipo, desde el portero Boruc hasta Smolarek, con un enorme Lewandowsi, que demostró su empaque en el doble pivote de la medular. Hay que subrayar también el trabajo de Guerreiro, brasileño nacionalizado polaco, que salió tras el descanso por un inexistente Zurawski. Guerreiro le dio un punto más de profundidad a su equipo, aunque nunca suficiente para hacerle daño a la siempre certera y dura Alemania. Polonia, como dije en el post donde analizaba a esta selección, es una "Cenicienta", con muy buenas intenciones, que ha tenido la mala suerte de caer en el grupo equivocado con dos monstruos, sobre todo el alemán, que no se andan con rodeos.
Yo creo que Alemania nunca cambia, que es un conjunto que independiente de los nombres que atesore, puede presumir de personalidad propia, que tiene una condicción innata que le incita a ganar; una condición que persiste de generación en generación sin que el paso inexorable del tiempo altere las cosas. Alemania siempre es Alemania y un torneo más vuelve a ser favorita.