Si Bill Shankly y Sir Matt Busby pudieran presenciarlo, sin duda estarían orgullosos de ver que su espíritu perdura con el tiempo. El duelo entre el Liverpool y el Manchester United sigue siendo uno de los acontecimientos más importantes del curso futbolístico mundial. Este domingo, los dos clubes más laureados del fútbol inglés vuelven a medirse en un duelo que se presenta con más alicientes que nunca.
Todo comenzó hace 114 años en el mismo escenario que esta mediodía albergará el gran encuentro. El 12 de octubre de 1895, Anfield presenció un partido de la Segunda División inglesa entre el recién descendido Liverpool y un Manchester United que estrenaba denominación tras los problemas financieros de su anterior etapa como Newton Heath. El 7-1 final hizo honor al favoritismo de los locales, pero pronto se vería que estos duelos depararían grandes encuentros, con el sorprendente 5-2 para el United en el choque de la segunda vuelta.
Once años después, ambos equipos disputarían su primer partido en la máxima categoría del fútbol inglés. El desaparecido estadio de Bank Street (terreno que actualmente ocupa el prestigioso velódromo de Manchester) albergó un duelo que con el tiempo se convertiría en un clásico de la antigua First Division. El partido terminaría sin goles. Pero eso es lo de menos. Una gran historia comenzaba a escribirse.
En la prehistoria del fútbol inglés, la igualdad de esta Liga, sin un dominador claro, provocó que las rivalidades fuesen más locales. El Liverpool se enfrentaba a sus vecinos del Everton, mientras el United se disputaba la supremacía de la ciudad contra el City. Confrontaciones que han perdurado, pero viendo crecer con el paso del tiempo a la gran rivalidad nacional.
Tras la II Guerra Mundial todo cambió. Y gran parte de la culpa la tuvieron dos hombres. El primero de ellos, Sir Matt Busby (ex jugador del Liverpool) había llegado al banquillo del United en 1945, y permaneció anclado a él durante dos décadas y media. Entre sus méritos, cinco Ligas, dos Copas... y sobre todo, la capacidad de construir dos de las generaciones más gloriosas del Manchester United, la anterior y la posterior al trágico accidente aéreo de Múnich. La primera, con Duncan Edwards como estrella y decenas de sueños truncados, y la segunda, con el 'superviviente' Bobby Charlton y una gloriosa Copa de Europa en sus bolsillos.
Y mientras Busby hacía grande al United, otro mito de los banquillos llegaba a Anfield para hacer historia. Bill Shankly se hizo con el timón de los 'reds' a finales de los 50, y en los 15 años en los que permaneció al mando construyó un equipo capaz de ganarlo todo. Con él, el Liverpool se hizo un nombre en el panorama internacional. Conquistó su primer título europeo (la UEFA de 1973) y dejó una herencia inmejorable para que su sucesor, Bob Paisley lograra conjuntar a uno de los equipos más laureados de todos los tiempos. Tres Copas de Europa y seis Ligas fueron lo más relevante de su bagaje. El espíritu ganador, su mayor legado para la historia.
Pero Shankly y Busby no sólo aportaron los títulos. La rivalidad entre dos de los equipos más grandes de Europa empezaba a crecer. La siempre disputada Liga inglesa atisbaba el inicio de sus dos dominadores, a la par que el crecimiento industrial acrecentaba el choque social entre dos poblaciones que se disputaban la hegemonía comercial del noroeste de Inglaterra.
Cierto es que los 70 y 80 no fueron buenos años para el United. La marcha de Busby dejó huérfano a un club que necesitó casi dos décadas para encontrar a su salvador. Mientras tanto, el Liverpool iba sumando títulos a sus vitrinas de la mano de hombres como Keegan, Dalglish o Souness, hasta llegar a un total de 18 Ligas con la conquistada en 1990.
Para entonces, Alex Ferguson ya había llegado a Old Trafford. Y con él, un nuevo espíritu habitaba la grada de Stretford End, aunque pocos imaginaban todo lo que el escocés lograría con el paso del tiempo.
Poco después, el fútbol inglés ingresaría en la 'era Premier', una nueva etapa en la que la competición se adaptó a los tiempos modernos, con una nueva concepción del marketing y un mayor mimo de todo lo extradeportivo. El United adoptó a la perfección este modelo, con figuras como las de Eric Cantona o Peter Schmeichel, y pronto se vieron los resultados.
Así, Ferguson condujo al club a su época más gloriosa. En los nueve primeros años de esta 'era Premier', siete títulos para los 'red devils' les acercaron a los registros históricos del Liverpool. Y además llegó la histórica Champions del 99, con aquel final de infarto ante el Bayern en el Camp Nou. Entonces, Alex Ferguson se convirtió en 'Sir'. Pero la distancia con el Liverpool en la competición doméstica aún era amplia. Cuatro Ligas separaban a ambos equipos. Y el Liverpool empezaba a despertar de estos años de letargo con el técnico francés Gerrard Houllier.
La concepción del fútbol de Houllier puede ser discutida, así como algunos de sus fichajes, pero nadie puede dudar que introdujo al Liverpool en el fútbol del siglo XXI. El 'treble' del año 2001 (FA Cup, Copa de la Liga y la histórica final de la UEFA ganada ante el Alavés), con un jovencísimo Steven Gerrard como estandarte, fue el hito principal de la resurrección de los 'reds', y se redondeó al conquistar la siguiente Community Shield, precisamente al Manchester United, y la Supercopa de Europa pocos días después.
Sin embargo, se le resistía la Premier a Houllier. Mientras Ferguson sumaba títulos, una losa pesaba sobre la cabeza del francés, que finalmente tuvo que ceder en 2004 y dejar paso a una nueva era. Entonces llegó la 'Rafalution' de Benítez. El técnico madrileño llegó a Anfield, españolizó el equipo y pronto se ganó la confianza de 'The Kop'. La conquista de la Champions en su primer año fue crucial en su buena acogida dentro del club.
Pero el problema de Benítez ha sido el mismo que el de su predecesor. Durante su estancia en Anfield, el United ha sumado tres títulos consecutivos en la Premier y ha logrado lo que pocos creían posible, igualar a su máximo rival en número de campeonatos domésticos.
Y para añadir más leña al fuego, el pique entre Benítez y Ferguson ha sido constante en estos cinco años. Los choques entre ambos equipos han estado casi siempre precedidos de polémica entre ambos. Y hasta la pasada campaña, parecía que el escocés había derrotado moralmente a Benítez. O así lo decían los resultados.
Pero el año pasado cambiaron las tornas. En el mejor momento del United, el Liverpool se hizo con la victoria en los dos partidos ligueros. 2-1 en Anfield y un sorprendente 1-4 en Old Trafford, con remontadas en ambos partidos, metieron a Benítez en la historia de estos grandes clásicos. Eso sí, el duelo final por la Premier se lo volvió a llevar Sir Alex.
Y esta temporada se llega al primer 'match' con una enorme novedad, la presencia de Michael Owen con la camiseta del United. El mercado de jugadores entre ambos equipos ha sido casi inexistente a lo largo de toda la historia. Desde 1964 ningún jugador cambia directamente un club por otro, y muy pocos lo han hecho con estancia intermedia en otros equipos. Pero este verano saltó la sorpresa. El séptimo máximo goleador de la historia de los 'reds' (y único Balón de Oro del club) era reclutado por Ferguson para reconducir su trayectoria, tras su año en el Real Madrid y su frustrante paso por el Newcastle. Mañana es su día. Anfield le espera y él se quiere reivindicar. Saltarán chispas.
Pero no será Owen el único atractivo del partido. Sir Alex necesita demostrar que lo del año pasado fue sólo un accidente. Y Benítez es consciente de que su cargo pende de un hilo por los malos resultados cosechados en lo que lleva de temporada. 'Scousers' y 'mancunians' se citan en su partido liguero número 153. Y el duelo puede ser crucial en el devenir de ambos equipos en esta temporada.
Porque este encuentro es mucho más que fútbol. Son 90 minutos en los que se paralizan las islas para observar a sus dos equipos más grandes luchando por la supremacía futbolística. Es la pelea entre dos ciudades enfrentadas. Entre dos sentimientos. Entre dos aficiones. Y todo en torno a un balón. ¿Qué más se puede pedir?