Aránzazu Gálvez
La selección de Italia se ha clasificado para
la final de la Eurocopa de Polonia y Ucrania, donde se medirá a España,
tras haber roto con los pronósticos imponiéndose a Alemania (1-2) en un
encuentro marcado por la providencial actuación del díscolo Mario
Balotelli, que con dos momentos de genialidad situó al combinado
'azzurro' en el anhelado encuentro decisivo que se disputará en Kiev.
Sendos tantos de Balotelli certificaron la 'muerte' de una
Alemania que maquilló el resultado en la recta final, merced a un
lanzamiento desde los once metros convertido por Özil. El equipo de
Joachim Löw lo intentó en todo momento pero sin la dosis de fortuna que
sí se aglomeró en la cabeza y la bota del delantero 'citizen', auténtico
protagonista dentro de una correcta Italia que le discutió el balón a
los teutones hasta que el físico se lo permitió.
Después de haber disfrutado de hasta tres jornadas más de descanso
respecto a Italia, el equipo de Joachim Löw saltó al terreno de juego
imponiendo su criterio, acogotando a los transalpinos en su área. Un
córner que no acertó a rematar Hummels, una jugada 'maradoniana' de Sami
Khedira que a duras penas acertó a resolver Buffon y un disparo de Toni
Kroos fueron los avisos que ofrecieron los teutones, ajustando su
puntería, en busca de poder hacer diana.
La 'azzurra' trataba de controlar el esférico y adelantar líneas,
pero cualquier intento resultaba infructuoso ante una Alemania con una
superioridad física manifiesta. Pasado el primer cuarto de hora de
partido, Montolivo culminó el primer acercamiento a la portería de Neuer
con un disparo lejano.
Acto seguido, Cassano se revolvió en el área cual rabo de
lagartija para zafarse de dos rivales y colgar la pelota al punto de
penalti, donde apareció Balotelli para conectar el esférico con la testa
y adelantar a su combinado (0-1).
El panorama que se abrió con el gol de Italia resultó un tiempo
para los hombres rudos. Consecuentemente, los jugadores más físicos de
cada combinado adquirieron un mayor protagonismo. Primero fue Khedira el
que no contento con cortar y repartir juego, controló un balón con el
pecho y firmó una volea que hizo esforzar a Buffon.
En el otro lado del campo, Balotelli se movió como un delantero
puro para, mediante un desmarque de ruptura, plantarse solo ante Neuer y
batirle con un violento derechazo desde fuera del área para volver a
adelantar a su equipo (0-2).
Con la desventaja de dos goles y con la sensación de una cierta
infertilidad en su ataque, el técnico teutón ideó una pequeña revolución
en su delantero, con la inclusión de Klose y Reus y la sorprendente
sustitución de su mejor artillero, Mario Gomez.
Sea como fuere, Alemania mejoró y volvió a encerrar al equipo de
Cesare Prandelli en las inmediaciones del área defendido por Buffon. Sin
embargo, la mejor ocasión llegó a balón parado, cuando Reus estampó la
pelota contra el travesaño, después de que el portero juventino la
tocara levemente.
El dominio del partido y la posesión del esférico era de Alemania
pero las opciones más claras las protagonizaba Italia. Los germanos
empujaban y asediaban a su rival pero no encontraban ningún resquicio
para penetrar en la retaguardia italiana, más que digna sucesora de las
empalizadas que formaban los escuadrones romanos en formación de defensa
en las batallas que libraban para salvaguardar los intereses de la
'Ciudad Eterna'. En las pocas ocasiones en que sí lo consiguieron, los
teutones toparon con la imponente figura de Buffon.
Esporádicamente, Pirlo divisaba a sus atacantes más adelantados,
Di Natale y Diamantidi, y les enviaba balones francos para que pudieran
encarar a Neuer. No obstante, con Balotelli en el banquillo, los otros
delanteros transalpinos no supieron concretar ninguna de las ocasiones
manifiestas de las que gozaron.
Tampoco hacía falta, puesto que Italia se sabía en la ansiada
final, a pesar de un penalti anotado por Özil en la recta final del
encuentro. De este modo, España e Italia tendrán una nueva oportunidad
para dirimir el empate que firmaron en la fase de grupos.