Carlos de Blas
El Real Madrid se ha proclamado campeón de la
Supercopa de Europa después de vencer al Sevilla por 2-0 en la final
disputada en Cardiff (Gales), en un choque en el que el protagonista fue
el portugués Cristiano Ronaldo, autor de los dos tantos de un partido
que el actual campeón de Europa dominó de principio a fin.
En un escenario en el que parecía predestinado a reinar Gareth
Bale, Cristiano demostró que su hambre sigue intacta y fue crucial para
que la Supercopa europea viajase a Madrid por segunda vez en la
historia. Un trofeo que corona la vitrina personal del luso, ya que era
el único que no había ganado a nivel de clubes.
El actual Balón de Oro desniveló la balanza con dos tantos, uno en
cada parte. En el primero aprovechó un gran centro de Bale, que a pesar
de no marcar -Beto se lo impidió en el minuto 93- fue una amenaza
constante con su potencia y velocidad; el segundo, en el inicio de la
segunda parte, el '7' madridista reventó a Beto con un disparo marca de
la casa.
Y pudo acabar con un 'hat-trick', unos minutos antes del primero,
en una acción en la que fueron cruciales dos de los mejores jugadores
del Real Madrid en el partido: Toni Kroos y Karim Benzema. El alemán,
con solo una semana de entrenamientos, dio una clase magistral de fútbol
en su debut como jugador blanco; el galo hizo lo que siempre hace:
asociarse, combinar, asistir y crear peligro.
A Kroos y Benzema se les unieron un gran Luka Modric desde su
posición de interior y un buen James Rodríguez en su debut -también
jugaría el malagueño Isco en la segunda parte- para que el Madrid
mostrara una versión dominante desde la creencia de tener el balón, de
dominar el juego y de ser protagonista.
Eso sí, sin renunciar al contraataque, su arma más letal de los
últimos años y en la que Cristiano y Bale siguen siendo armas nucleares.
La buena noticia para los blancos es que el juego veloz y vertical, de
seguir sobre la línea trazada en Cardiff, seguirá siendo importante pero
no será el único as en la manga de los de Ancelotti.
Solo pasó problemas el campeón de Europa en los momentos
posteriores al primer gol. Después de media hora buscando el primer
tanto, los de Carlo Ancelotti se relajaron y el Sevilla pasó los
siguientes minutos cerca del área madridista. En ese rato los andaluces
tuvieron una clara ocasión para conseguir el empate.
Pero apareció Iker Casillas. Después de una final de Liga de
Campeones, un Mundial y una pretemporada desacertadas, el guardameta
mostoleño hizo en la Supercopa lo que ha hecho en la mayor parte de su
carrera: aparecer cuando su equipo le necesitaba. El capitán madridista
salvó un mano a mano a Carriço, que se quedó delante de él después de un
error defensivo de Coentrao.
Más allá de esos minutos, y de un tramo muy al final en el que se
volcó sobre la meta blanca para hacer el gol del honor, el Sevilla
mostró en Cardiff lo que había dicho su entrenador que harían en la
rueda de prensa del lunes: ambición, sobriedad y seriedad defensiva y
ánimo de atacar cuando tenía la oportunidad.
A falta de un hombre que sustituya a Ivan Rakitic en la generación
del juego y quizás de un lateral que supla a un Alberto Moreno, que se
va al Liverpool y que se despidió llorando de su equipo al final del
partido, el campeón de la Europa League vuelve a tener mimbres para dar
mucha 'guerra' a los grandes en España y en Europa.
Sin embargo, este martes, sus armas no fueron suficientes para
evitar que el Real Madrid empiece el año en la temporada en la que
afronta el reto de ganar seis títulos. De momento, los blancos han
tachado el primero de la lista. El Madrid, doce años después, vuelve a
ser supercampeón de Europa.