José Antonio Moya
Si la primera semifinal se decidió en la ida con el 7-0 del
Barcelona al Valencia, la segunda ha quedado sentenciada para el Sevilla. El
equipo de Emery ganó por 4-0 ante un Celta que siempre buscó marcar y descuidó
la retaguardia ante un delantero letal como Gameiro.
El francés falló un penalti en la primera mitad, pero el
Sevilla asediaba el arco gallego y el gol era cuestión de minutos y a punto
estuvo de lograrlo con sendos cabezazos de los franceses Thimothée
Kolodziejczak y Steven N'Zonzi, pero el joven arquero celtiña detuvo el primero
y el balón se marchó rozando el poste en el segundo.
Pero el Celta respondió y estuvo cerca de ponerse por
delante en el marcador, primero con un cabezazo de Sergi Gómez que se estrelló
en la cruceta (32) y después con una contra finalizada por el chileno Pablo
Hernández con un disparo ligeramente desviado
Al filo del descanso apareció Rami con un gol a la salida de
un córner para dar la ventaja a su equipo en un momento clave del partido. El
Celta prefirió no firmar la derrota por la mínima y buscar la remontada en
Vigo, sino que se fue a por el empate.
Y los de Berizzo lo pagaron caro, porque en tres minutos
Gameiro firmó un doblete al contraataque. Primero superó a Rubén Blanco con un
punterazo a la escuadra y después con un remate entre las piernas del portero.
El Celta se fue a la desesperada a por el gol que le metiera
en la eliminatoria y dispuso de varias ocasiones, siempre desbaratadas entre la
defensa y Sergio Rico. El chileno Fabián Orellana, con un disparo que detuvo el
portero, tuvo la mejor ocasión visitante. Cuando el partido moría, Krohn Dehli
volvió a plantarse solo ante Rubén Blanco y lo batió por bajo para hacer
estallar el Pizjuán y sellar el billete a la gran final.
Por tanto, y salvo sorpresa mayúscula, Sevilla y Barcelona
jugarán la final de la Copa del Rey, que se disputarla en un estadio por
determinar el próximo 21 de mayo. Será la primera vez que se enfrentan en la
gran final del torneo.