La
estrella portuguesa se echó al cuadro de Zidane a la espalda y con una buena
segunda parte dejaron la eliminatoria muy encarrilada
Antonio Blanca
Zinedine
Zidane y Luciano Spaletti, ambos llegados en enero para revitalizar equipos en
riesgo de caída libre, afrontaban estos octavos de final con objetivos diferentes.
El francés, sustituto de Benítez, tiene la misión de trasladar la alegría y
fortaleza demostrada en el Bernabéu fuera de casa. La Roma, primer rival de
entidad tras su llegada al banquillo, supone la primera piedra de toque para
Zidane.
Por
su parte, Spaletti frenó la racha negativa de Rudi Garcia y, con más fortuna en
el marcador que en el juego, llega al cruce con cuatro victorias consecutivas
en la Serie A. Además, el conjunto italiano cuenta con el bagaje de la tremenda
estadística negativa del Real Madrid frente a equipos italianos en Europa. Nada
menos que el Nápoles de Diego Armando Maradona, allá por 1987, fue el último
equipo transalpino eliminado por el conjunto blanco en Europa. Desde entonces,
las ocho eliminatorias disputadas han caído del lado del ‘Bel Paese’.
En
cuanto a los onces titulares, Zidane despejó las dudas en torno al lateral
izquierdo y alineó a Marcelo, dejando sobre el campo el mejor equipo posible
ante las bajas seguras de Pepe y Bale. Spaletti, por su parte, acabó dejando en
el banquillo a De Rossi, llegado a tiempo tras recuperarse de una lesión en un
tobillo, y a Dzeko, que acabó el viernes con una racha sin marcar desde el 24
de noviembre.
Con
estos mimbres, el miedo de la Roma a recibir un gol en casa transformó la
primera parte en un páramo de fútbol. Parapetado en su área, los ‘giallorossi’
sólo tenían una única manera de lanzarse al ataque: toda contra iba a pasar por
los pies de Salah, que impresionó tanto por su velocidad como su falta de
precisión con él en los pies.
El
Madrid, por su parte, sólo tenía en Marcelo el único valiente en tratar de
desenmarañar la defensa romanista. Muy estático, los errores en el pase a
medida que se incrementaba la desesperación daban vida suficiente a la Roma
para tomar aire en ataque.
La
ausencia de calidad y la imposición de la defensa local sobre el ataque blanco
provocaban que tanto Navas y Szczesny se convirtieran en espectadores de lujo y
que jugadores como Modric y Pjanic fallaran pases que jamás habrían errado.
La
oportunidad más clara de la primera mitad llegó a la media hora, cuando
Cristiano se inventó una asistencia a Marcelo con un globo y éste continuó la
inventiva con una volea de primeras que acalló al Olímpico al marcharse fuera a
escasos centímetros del palo largo.
Con
los mismos protagonistas sobre el terreno de juego, la segunda parte cambió los
bostezos de la primera por más emoción y alternancia en ataque. Las ganas
mostradas por la Roma en los últimos instantes del primer tiempo continuaron en
la reanudación, mientras que el Madrid pareció dejar la concentración en los
vestuarios.
La
Roma aprovechó la situación para tomar el control del balón y lanzarse hacia la
portería de Navas, pero lo más que lograba conseguir eran córneres a favor. Aun
así, el costarricense estuvo providencial para adelantarse a El Shaaraway
cuando se encontró con un balón mandado a la espalda de Carvajal.
De
la acción, a la reacción. Como si el susto sirviera de acicate para despertar
al equipo, los dos mejores de la primera parte, Marcelo y Cristiano,
revolucionaron el partido. El brasileño mandó un balón largo al espacio para el
portugués, que lo llevó hasta el pico del área para que con un frenazo y un
control de espuela se quitara de en medio a Florenzi y encontrara el camino para
preparase un chut que se coló por la escuadra con la ayuda de un toque del
zaguero.
El
Madrid lograba el 0-1 en el minuto 57. A partir de ese momento, el partido se
transformó en una locura de ida y vuelta que hizo olvidar por completo el orden
militar contemplado en los primeros cuarenta y cinco minutos.
Spalletti
trató de espolear a los suyos con la entrada de Dzeko por El Shaaraway mientras
que Zidane buscó dar pausa a su centro del campo con la llegada de Kovacic por
Isco, ambos cambios en el minuto 63.
A
pesar de los intentos de los entrenadores, el toma y daca continuó, quedando muchas
veces la defensa blanca en minoría ante las acometidas locales. Salah siguió
dando dolores de cabeza a Ramos y Marcelo, incapaces de frenar a la bestia
egipcia, que se marchaba por velocidad en cuanto quería. En una de esas logró
por fin conectar un centro peligroso, pero Varane apareció por los suelos para
evitar el remate de Dzeko cuando el delantero ya estaba relamiéndose con el
gol.
La
Roma siguió apretando y una dejada de Dzeko en la frontal permitió a Vanqueur
lanzar un misil que se marchó fuera por poco. De la falta de pólvora en el
ataque romanista se pasó a un Kovacic y un James excelsos en el pase, mandando
el peligro al otro lado de la balanza aunque Benzema lo lograra conectar con la
cabeza los envíos de ambos.
De
Rossi se olvidó de su tobillo y acabó entrando para algo menos de un cuarto de
hora, cambiando el esquema a tres centrales y permitiendo la subida de los
laterales. Poco después, Zidane dio la alternativa a Jesé por James y la jugada
le salió redonda.
El
canario, en solitario, encaró con el balón en los pies a la defensa, haciendo
que recularan poco a poco hasta quedarse a distancia de tiro. Ahí Jesé no se lo
pensó y tras mandar la pelota entre las piernas de su marcador acabó anotando
el definitvo 0-2 en el minuto 86.
Aún
sin rendirse pero teniendo en cuenta la dureza del marcador, Spaletti decidió
continuar con el homenaje al ‘capitano’ y permitió a Totti disputar los,
quizás, últimos minutos en Liga de Campeones en el Olímpico del “10” de la
Roma.
Al
final, el descontrol de la segunda mitad acabó beneficiando al Madrid, que pese
a salir despistado ante una Roma que lo trató de tú a tú en la segunda parte,
dos goles en momentos clave dejan al borde del ko al equipo italiano, quedando
el Real Madrid a un paso de los cuartos de final y de dejar a Totti como
ilustre sucesor de Maradona en la racha blanca contra equipos italianos.