jueves, 16 de agosto de 2018

EL ATLÉTICO APROVECHA LOS FALLOS DEL MADRID

Jaime Trevijano

Tercera final europea entre Real Madrid y Atlético de Madrid. Dos Champions y esta Supercopa de Europa. Y en todas ellas, los noventa minutos no valieron para decidir al ganador.

La igualdad entre ambos conjuntos de los últimos años volvió a quedar reflejada este domingo en Tallin. Aunque en esta ocasión, pasar al tiempo extra no supuso sufrimiento para los pupilos de Simeone.

El argentino introdujo a los recién llegados Rodrigo y Lemar en el once titular. Y ambos dieron señales de ser excelentes refuerzos para la temporada que aquí empezó. Por su parte, Lopetegui, en el año I post-Cristiano Ronaldo, apostó por lo visto hasta ahora en pretemporada. A falta de que Modric coja ritmo, con el croata en el banquillo Isco pasó a la zona de creación y la línea de ataque estuvo formada por Bale, Benzema y Asensio.

Lo que no se pudo conocer con exactitud fueron los planes iniciales de ambos conjuntos. Diego Costa se encargó de dinamitar la final a los 57 segundos de partido. En ese intervalo, el delantero convirtió un pase largo desde la zaga hacia su posición en un gol para enmarcar. Aprovechó que tanto Ramos como Varane no tenían la cabeza en Tallin descartando al primero con un sombrero con la testa y al segundo con un autopase para plantarse en el área de Navas. Pese a estar casi sin ángulo, Costa sacó un trallazo al palo largo de Navas para inaugurar el marcador.

Con el viento a favor, el Atlético entregó la iniciativa al Real Madrid, que asumió el papel sin remilgos y lo intentó con insistencia, aunque sin inquietar en demasía a Oblak. Los blancos se apoyaban en las combinaciones en banda izquierda de Marcelo, Isco y Asensio, dejando el carril derecho para la velocidad de Bale.

Fue precisamente el galés, en una de esas llegadas, el que avanzó lo suficiente para entregar un centro blando al segundo palo que Benzema convirtió en el empate tras no tener piedad de las dudas de Oblak ante el envío. Era el minuto 25 y el Madrid veía recompensado su dominio con el empate.

Tras aquellos diez minutos grogui por el tanto en contra, el Real Madrid desplegó su mejor juego. Tras lograr el empate, siguió contando con claras ocasiones, como una de Asensio con la pelota en los pies en solitario dentro del área que quedó anulada por la falta de decisiones del balear.

Tras el descanso, aun empezando con los mismos protagonistas, la dinámica se fue igualando. Rodrigo en la medular dejaba constancia de la buena decisión en su fichaje mientras que Lemar hacía lo propio fajándose en las ayudas para enjaular a Bale.

Lopetegui y Simeone reaccionaron a la vez al borde del minuto 60 para dar los primeros relevos. Modric entró en el lugar de Asensio y Correa en el de un desaparecido Griezmann. La estrella francesa pasó por el césped de Tallin como un fantasma, sin generar apenas nada.

Poco después de estos relevos llegó el revés para los colchoneros. En un córner, Juanfran sacó demás la mano y acabó cometiendo un penalti claro. En ausencia de Ronaldo, el primer lanzador que apareció por el punto de los once metros fue el capitán Sergio Ramos, quien convirtió el 2-1.

Simeone debía cambiar algo y esa decisión le llevó a sacar a Vitolo por Rodrigo. Poco después,, con una lesión de Casemiro, Lopetegui dio entrada a Ceballos en lugar del brasileño.

Con Kroos haciendo de “stopper”, sumado al toque de corneta rojiblanco, las costuras blancas se tensaron y los errores volvieron a producirse. Esta vez, el intento de Marcelo de evitar un saque de bando con un sombrero se transformó en un pase a Juanfran para que este se introdujera en el área y sirviera a Thomas en línea de fondo para poner un pase de la muerte a Diego Costa, que no perdonó el empate a diez minutos del 90.

Los aquelarres hacia Ramos en la hora bruja desviaron su atención hasta Marcelo, que en el último segundo del descuento tuvo su momento para la redención con un balón puesto por Bale. Sin embargo, el brasileño erró en su intento de volea y la final se marchaba a la prórroga.

En plena pretemporada, los esfuerzos físicos suelen costar a los jugadores en estos límites. Pero donde otros desfallecían, la figura de Costa se agigantaba. La lucha del delantero desquició a los zagueros rivales, de tal manera que llegó el tercer error de la defensa blanca. Varane no se decidió entre un despeje o un pase y su fallo puso la pelota en las botas de Thomas dentro del área, que volvió a asistir a uno de los suyos. Esta vez, a Saúl, que cuenta sus tantos en grandes ocasiones como golazos. Y esta vez no fue una excepción.

Cuatro minutos después, con Mayoral usado como revulsivo, el Atlético dio el golpe final con un tanto de Koke después de otra exhibición de lucha de Costa. Los errores, demasiados, costaron la derrota a un Real Madrid que gustó mientras no le corrían prisas y que desencantó en cuanto tuvo que ir a por el partido.