Jordi Grimau
El equipo andaluz golpeó primero con un tanto de Sarabia.
Sin embargo, la paciencia de los azulgrana obtuvo su recompensa con la igualada
de Piqué justo antes del descanso y el golazo de Dembelé que decantó la
victoria poco más de diez minutos del final. El Sevilla pudo forzar la prórroga
con un penalti en el minuto 90. Pero Ben Yedder lanzó la pelota con suavidad a
los dominios de Ter Stegen.
Entre calores y abanicos, tormentas y granizo, la temporada
futbolística de España se abrió este domingo con la Supercopa de España. Quizás
con más tensión y pelea en los despachos que con lo visto finalmente sobre el
césped.
El duelo entre bambalinas mantenido entre José Castro, Luis
Rubiales y Josep María Bartomeu –especialmente entre los dos primeros- a costa
de la Supercopa ha ido aderezando la polémica las últimas semanas. De dos
partidos a uno, de jugarse en suelo español a trasladarse a Tánger, de aplicar
las reglas habidas hasta ahora a permitir un número indefinido de
extracomunitarios...
Por fortuna, el cruce de acusaciones cedió el protagonismo a
los jugadores en el césped y a los árbitros alejados de él, pues el encuentro
de Tánger ha servido para estrenar el VAR en competición oficial por primera
vez en España.
Barcelona y Sevilla se han visto las caras este domingo en
un estado de forma bien diferente. Los culés, llegados tras una gira americana
y con los mundialistas llegando a cuentagotas; los sevillanos, con una
preparación iniciada bien temprano para poder preparar los partidos de la
clasificación previa para la Liga Europa.
Valverde, para resguardarse de posibles problemas por la
norma de los extracomunitarios, dejó en la grada a Marlon y Malcom. Así, el
primer once de la temporada blaugrana tuvo como protagonistas a Ter Stegen en
la portería , el exsevillista Lenglet en la zaga, Rafinha y Arthur como
acompañantes de Busquets en la medular y a Dembelé como cierre del tridente con
Suárez y Messi.
Pablo Machín, por su parte, contó con Vaclík bajo palos tras
el ida y vuelta de cancerberos en el mercado, Sergi Gómez en el lateral derecho
y Roque Mesa asumiendo los galones obtenidos en el segundo tramo de la
temporada pasada. El resto, once clásico del Sevilla.
La puesta de largo sobre el campo dejó claras las
intenciones de cada equipo. El Barcelona iba a tener el balón y el Sevilla
esperaría su oportunidad ya fuera con un contraataque o bien con la presión
alta cuando la zaga azulgrana recibía de espaldas.
Fue el primer caso el que deparó el primer tanto del
partido. Balón robado en campo propio y el híbrido entre despeje a la nada y
pase largo lo convirtió Muriel en un ariete en dirección al área. Buscando
marear a los dos centrales, encontró el hueco bajo el arco formado por las
piernas de Lenglet. Sarabia, escorado a la derecha, logró el gol con un tiro
cruzado colocado.
La intriga permaneció en el aire unos segundos. El juez de
línea consideró el fuera de juego; sin embargo Gil Manzano esperó la decisión
del VAR, que sentenció la legalidad del gol. El Sevilla golpeaba primero.
Pese al tanto, nada cambió en los planteamientos. El Sevilla
por el éxito del suyo y el Barcelona por una cuestión de paciencia. Tenía la
pelota y el dominio.
Messi exhibía maestría en el pase y Alba y Dembelé
convirtieron en puñal su banda izquierda. Sin embargo, las ocasiones no se
materializaban.
No fue hasta el minuto 42 cuando el Barcelona logró derribar
el muro blanco y gracias al balón parado. Messi engañó a todos lanzando por
bajo y puso de manifiesto los reflejos de Vaclík, que con la ayuda del poste en
dos ocasiones evitó el tanto en primera instancia. El rechazo posterior cayó a
los pies de Piqué para que anotara a placer. Con el empate se llegaba al
descanso.
El tiempo de refresco le valió a Valverde para dar entras a
los pesos pesados. Rakitic apareció en la reanudación por Rafinha y diez
minutos después, Coutinho hizo lo propio por Arthur. Machín buscó la reacción
de los suyos dando entrada de manera escalonada a André Silva, Aleix Vidal y
Ben Yedder.
Pero lo que tenía reservado el destino fue la reivindicación
del gran dsipendio del pasado verano. Ousmane Dembelé, a poco más de diez
minutos para el final, cogió la pelota en el lado derecho, se acercó a la frontal
y se sacó un cañonazo que hizo temblar el larguero antes de rebasar con
contundencia la línea de gol. El Barcelona consumaba la remontada.
Sin embargo, la emoción no había acabado todavía. Ya en el
90, Ter Stegen derribó con claridad a Aleix Vidal y el árbitro pitó penalti. La
prórroga estaba a la vuelta de la esquina, pero para ello Ben Yedder debía
corroborar el empate desde los once metros. El francés chutó con inusitada
suavidad y casi entregó la pelota al cancerbero alemán. El Barcelona aseguraba
así la victoria y el título.