jueves, 21 de enero de 2010

LA PREMIER SE AHOGA

La crisis económica que en mayor o menor medida afecta a la sociedad mundial no ha sido esquiva y los clubes ingleses están sufriendo en carne propia los avatares de este convulso ciclo


Antonio Blanca


Las deudas ahogan al Liverpool y al Manchester United y la bancarrota amenaza al West Ham y al Portsmouth. Así a bote pronto, para empezar.


Una borrasca financiera amenaza la “Premier League” inglesa, ya que tanto al Manchester United como al Liverpool les pesan sus deudas y buscan con urgencia fondos para sus arcas, con el fin de evitar la quiebra que se avista en el futuro financiero del Portsmouth o el West Ham. Los hinchas de los “reds” y de los “red devils” mantienen una feroz rivalidad desde hace años, pero la actualidad económica de sus clubes les hace tener algo en común, las dos aficiones detestan a los propietarios estadounidenses que dirigen las entidades británicas.

“Thanks, but no Yanks” (Gracias, pero sin Yankees), decía el sábado una pancarta de los aficionados del Liverpool en el partido que el equipo que dirige Rafa Benítez disputó ante el Stoke City. Otro ejemplo más, “Love United, Hate Glazers” (Amar al United, odiar a los Glazers), rumiaban los seguidores de los “red devils”, en Manchester, haciendo alusión a la familia que rige el club.

Los reproches que hacen las aficiones a los respectivos propietarios de sus clubes, los más laureados de Inglaterra, es haberse hecho con el control de los equipos y encauzar a ambas entidades en un camino de deudas que la actual crisis económica internacional ha convertido en una situación muy peligrosa. En cinco años, el Manchester, que fue el club más rentable del mundo, ha pagado 320 millones de libras (unos 350 millones de euros) en concepto de intereses.

El proyecto de venta del centro de entrenamiento de Carrington para ocuparlo después en régimen de cesión o alquiler y la emisión de 500 millones de libras para refinanciar la deuda, estimada en unos 700 millones, han generado rabia en los hinchas del Manchester, que organizarán una manifestación el próximo 10 de marzo, aprovechando el compromiso de Copa de Europa ante el Milan. En este contexto de morosidad, los 94 millones de euros que el club ingresó por el traspaso de su estrella, Cristiano Ronaldo, el fichaje más caro de la historia, sólo han servido para evitar más deudas al club y no se han traducido en contrataciones para reforzar la plantilla.

Por su parte, el Liverpool renunció a la construcción de un nuevo estadio y sus dirigentes quieren convencer a nuevos inversores para que entren en el capital del club a cambio de 100 millones de libras. Sin embargo, los problemas económicos de los grandes enmascaran los que tienen los clubes modestos, para los que un escenario de suspensión de pagos, como el sufrido por el Leeds en 2003, parece creíble.

El Hull y el Wigan son entidades estructuralmente deficitarias, mientras que el Portsmouth, que apenas logra pagar a sus jugadores, tiene problemas con Hacienda y se le ha prohibido realizar fichajes por su mala salud financiera. El West Ham también se enfrenta a un “bankrupt” (bancarrota en inglés) de su propietario Bjorgolfur Gudmundsson, un banquero víctima de la debacle financiera islandesa (Islandia ha sido uno de los pocos países que han ido a la quiebra directa).

Tras haber pronunciado varias advertencias por las montañas de deudas de los clubes, el director general de la Federación Inglesa de Fútbol (FA), Richard Scudamore, puso en marcha un mecanismo de control de gestión muy restrictivo. Sin embargo, cabe preguntarse si no es demasiado tarde para la puesta en marcha de esas medidas, porque la “Premier” compró a crédito sus éxitos, pero contempla ahora, desorientada, el precio de la cuenta.