Carlos de Blas
El capitán madridista, Iker Casillas, se ha
aupado a la diosa Cibeles para brindar el trigésimo segundo título de la
Liga Española conquistado por el conjunto blanco, en presencia de miles
de aficionados madridistas que atestaron los aledaños de la Plaza de
Cibeles.
El guardameta mostoleño se subió, por segunda vez en su
carrera en condición de capitán de la entidad de Concha Espina (tras la
Copa del Rey obtenida en Mestalla hace un año ante el FC Barcelona), a
la efigie granítica para anudar una bandera con el escudo del Real
Madrid en el cuello de la diosa Cibeles. Cuatro años después, la deidad
blanca volvía a recibir a una plantilla campeona de la Liga.
Antes del momento cumbre de la celebración, el cancerbero fue
aupado al cielo de Madrid por Granero y Arbeloa en una pasarela en la
que los jugadores recibieron los parabienes de los aficionados, fueron
vitoreados y botaron al ritmo que dictaba la megafonía. Minutos después,
Casillas quiso demostrar ante todo el mundo la complicidad que mantiene
con Cristiano Ronaldo, situándole en solitario ante las hordas de
seguidores blancos que alentaron a sus ídolos.
Especialmente activos se mostraron el propio Iker Casillas;
Sergio Ramos, ataviado en todo momento con una bandera de España con la
estampa de un toro; Higuaín, que se fundió en un sentido abrazo con
Herrerín, mítico delegado de campo del Santiago Bernabéu; un campeón del
mundo como Xabi Alonso, que aún no había saboreado las mieles del
triunfo en la Liga Española; y una de las sonrisas del vestuario blanco,
Marcelo.
La expedición merengue llegó hasta el concurrido punto de
encuentro en lo alto de un autobús descapotable, donde los integrantes
de la comitiva blanca no pararon de abrazarse, de ondear sus bufandas al
aire madrileño y de inmortalizar con sus móviles el momento de entrega y
devoción del madridismo para con sus ídolos. El mismo autobús en el que
los jugadores blancos se despidieron de su afición, no sin antes
citarse para la temporada que viene con la diosa blanca.