Jordi Grimau
El FC Barcelona conquistó de forma brillante
su vigesimosexta Copa del Rey tras arrollar en una demostración de
fútbol al Athletic Club por un contundente 0-3, en una final marcada por
la exhibición azulgrana desde el pitido inicial, con sus tres goles en
los primeros 24 minutos que hundieron a un rival incapaz de encontrar la
respuesta al aluvión que se le vino encima.
La fiesta del fútbol español sólo tuvo color azulgrana. En un
desenlace un tanto inesperado, no hubo partido, pese a la atención
previa que había suscitado el choque, entre dos equipos que habían
ofrecido un juego muy vistoso, algo en lo que había sorprendido el
conjunto vasco, al que Bielsa había dotado de un estilo con el podía
intentar tutear a los de Pep Guardiola.
Pero el Barça cerró la puerta de la fiesta al Athletic, que no
tuvo tiempo ni de respirar, y cuando lo quiso hacer, Pedro, en dos
ocasiones, y Leo Messi, habían puesto una ventaja en el marcador ya
inalcanzable para los 'leones', nuevamente superados por la entidad de
la cita, como le sucediese en Bucarest en la Europa League y que
repitieron el revés de 1977, cuando perdieron los mismos títulos, y su
sequía, que data de 1984, se alargará un año más.
El descanso de semana y media sentó de maravilla a los
'culés', que, además del canario y el argentino, tuvieron a un gran
Iniesta y recuperaron el mando y el temple de Xavi. Así, el campeón
despidió de la mejor forma posible a Pep Guardiola, el creador de esta
voracidad incansable por ganar, que empezó hace tres años en Mestalla y
que se cerró en el Vicente Calderón con idéntico título, el decimocuarto
en su haber y que sirvió para cerrar brillantemente la temporada.
En cambio, el Athletic pareció no haberse marchado del césped
del estadio Nacional de Bucarest. Hace más de dos semanas, salió dormido
y Falcao lo aprovechó para darle final y media al Atlético, con dos
goles en la primera mitad, uno a los seis minutos de juego.
En esta ocasión, el Barcelona le asfixió desde el inicio y a
los dos minutos ya dominaba el partido en el marcador y en el juego.
Messi había avisado con un peligroso disparo, y a la segunda, un balón
suelto tras un córner, no lo desaprovechó Pedro, elegido por Guardiola
en detrimento de Cesc, otra vez en el banco, y deseoso de agarrar algún
billete para Polonia y Ucrania.
El balón, obsesión de ambos equipos, fue azulgrana desde el
pitido inicial. Bielsa, sabedor de eso, adelantó a Javi Martinez al
medio para intentar frenar la mejor virtud 'culé'. Sin embargo, el
frenético ritmo de los de Pep Guardiola, con Pedro y Messi eléctricos,
desarboló al joven conjunto vasco, que ahora tenía un nuevo examen para
comprobar su madurez, examen que no aprobó.
La 'Pulga', al que Iraizoz ya había sacado una mano increíble,
se encargó, tras un gran pase de Iniesta, de hacer el 2-0, pero lo peor
sería cuatro minutos después cuando Pedro, con un disparo desde fuera
del área, hundía su rival, cabizbajo y rendido ya. El Athletic lo
intentó, se podría incluso agarrar a un posible penalti de Piqué sobre
Llorente, previo al 3-0, pero apenas inquietó a Pinto, que respondió
cuando se le requirió.
El equipo catalán, con el marcador encarrilado, bajó un tanto
el ritmo, y aunque Messi, siempre acertado en el Calderón, perdonó el
cuarto, le dio tregua hasta el descanso.
En la reanudación, Bielsa buscó una reacción con la entrada de
Ander Herrera, cuya ausencia del once había sido un tanto sorprendente,
y a Iñigo Pérez, en lugar de Susaeta y De Marcos. El conjunto vasco
intentó trabar un tanto más el partido para impedir la fluida
circulación de balón, e incluso pudo tomar aire en la final pero Ibai
envió fuera su vaselina en el mano a mano con Pinto.
Pero los minutos pasaban, y el Athletic no hallaba el gol que
le pudiese meter en la final y darle un halo de esperanza. Su afición
incansable, no se rendía, pero la portería azulgrana vivía una de sus
noches más tranquilas, y el Barça, con el freno de mano echado, buscaba
que la final se acabase para vivir la fiesta.
Aún así, Messi tuvo tiempo para hacer uno de sus eslalons, que
Iraizoz evitó que fuese el cuarto, y el conjunto bilbaíno firmó
prácticamente su rendición cuando Bielsa quitó a un prácticamente
desaparecido Llorente, bien controlado por Piqué y Mascherano, por
Toquero. El pitido final dio inicio a la fiesta 'culé' y al comienzo de
la era Tito Vilanova, mientras que al Athletic le quedará todavía el
reto de mantener a su técnico, piedra angular de una temporada exitosa
pese a todo.